.

.

jueves, 15 de marzo de 2012

CHAMPIONS : Chelsea 4 - Nápoles 1


Didier Drogba, John Terry, Frank Lampard y Branislav Ivanovic. Entre los cuatro suman 37 temporadas en Stamford Bridge, toda una vida en 'blue'. Entre los cuatro, no por azar, clasificaron al Chelsea para los cuartos de la Champions, la tabla de salvación para Roberto di Matteo, recurso de urgencia para reflotar este proyecto. Los goles de la 'vieja guardia' martirizaron a un Nápoles poco acostumbrado a estas lides. Ni Lavezzi, extenuado, ni Cavani, corajudo, obraron el prodigio en la prórroga. San Gennaro no escuchó esta vez las plegarias. [Narración (4-1)]

No hubo respiro, como manda el manual de estas viejas noches de Champions. Altas pulsaciones, fervor en las gradas y dos equipos empeñados en lo suyo. El Chelsea, que recuperaba a Mata, Drogba y Sturridge, apretó desde el inicio, con más intensidad que fútbol. Los italianos, tres centrales atrás, aguardaron su turno, conscientes de que entre Cavani, Lavezzi y Hamsik podría saltar la chispa.

A la media hora, Ramires cruzó un balón desde la izquierda y Drogba apareció por el primer palo para conectar el testarazo letal. La mejor inyección de fe para una grada harta de decepciones. Mazzarri, no obstante, observaba con desazón, sobre todo con la baja forzada de Maggio y la intervención de urgencia de Inler, bajo palos, más listo que Drogba.

No daba tregua el Chelsea, aún con aire en el segundo tiempo, exultante por el 2-0 de Terry, cabezazo cortesía de Lampard, eterno camarada. Sin embargo, ni por esas se desesperaron los napolitanos. Palmo a palmo, choque a choque, tomaron los mandos. Hasta que Inler, un 'bulldozer' de origen turco, encontró la red con un formidable derechazo a bote pronto. Era el momento de los valientes. Así que Di Matteo se la jugó con Torres.

Sin suerte, sin gol

Fuera Sturridge y media hora para El Niño, que además de tranquilizantes, necesita minutos. Nada más aparecer, con un caracoleo en el área, generó una ocasión para Ivanovic, lateral con alma guerrera. De sus pelotazos y embestidas vivió el Chelsea un buen rato. Ni Cannavaro, ni Aronica, ni Campagnaro andaban para muchos trotes. Y San Paolo intuía el drama en cualquier balón parado. Así que en otro córner, esta vez desde la derecha, Dossena sacó los brazos a pasear para que Lampard, pulso firme en los 11 metros, forzase la prórroga.

Intentaba alentar Stamford Bridge, al borde del colapso, temeroso del buen arranque visitante en el tiempo decisivo. Desde una volea de Hamsik con la espinilla a un metro de la escuadra, hasta una llegada de Cavani, medio metro adelantado merced a las buenas artes de David Luiz. Y es que semejante noche requería de futbolistas como el portugués, siempre al límite, raspando abajo, protestando arriba, templado unas veces, precipitado otras. Se lastimó en la pierna derecha tras un mal despeje y aguantó casi a rastras el último cuarto de hora.

Andaba cogido por pinzas su equipo y debió prescindir de Mata y hasta Terry. Claro, que por ahí seguía Drogba, sublime en la maniobra para el definitivo remate de Ivanovic, con ademanes de ariete. Otro más de la vieja guardia, verdugo impenitente del Nápoles, ya falto de tranquilidad y oxígeno. Di Matteo, al borde del síncope, estalló de júbilo con el pitido de Felix Brych, alemán y casero, en el orden que se prefiera. Se lanzó al césped a repartir abrazos, para los viejos amigos, los que le sacaron del gran aprieto. Torres, que poco antes una ocasión en escorzo a puerta vacía, se quedó de piedra. No anda El Niño para estas euforias.

No hay comentarios: