El satélite alemán ROSAT (abreviatura de 'Röntgen satellit') podría impactar en una semana sobre la Tierra. De momento, desde la Agencia Espacial Europea (ESA) apuntan que no saben donde caerá, pero sí señalan que su riesgo potencial es mayor que el del UARS de la NASA, que cayó el pasado 24 de septiembre en el Pacífico.
El ROSAT era un telescopio de Rayos X que se lanzó al espacio en 1990 desde Cabo Cañaveral. Ocho años después, en 1998, quedó inútilizado. Según algunos, porque se quemó de tanto apuntar al Sol directamente; según otros por culpa de un virus informático. El caso es que se quedó dando vueltas, inutilizado, durante otros 13 años. sobre nuestras cabezas. Ahora, sus 2,4 toneladas de peso podrían caer sobre ellas.
Según funcionarios del Centro Aeroespacial Alemán, sus 2.4 toneladas podrían colisionar en cualquier punto de la latitud 53, desde Canadá al sur de América. En la ESA, preparada ya para el recimiento, creen que tardará una semana en alcanzar la atmósfera terrestre, si bien es un plazo que otras fuentes prolongan hasta comienzos de noviembre.
Los técnicos han señalado que el ROSAT fue diseñado para romperse en una treintena de grandes piezas. Alguna tendrá una masa de 1,6 toneladas de peso y existe la posibilidad de que no se desintegre al atravesar la atmósfera, como suele ocurrir, por lo que podría generar daños en algunas personas o en bienes, una posibilidad que también se barajó en la caída del UARS, que al final cayó sobre el Océano Pacífico.
Basura espacial
Se estima que hay unos 15.000 objetos sobre la atmósfera que son considerados basura espacial, si bien este número podría ser mucho mayor, dado que hay fragmentos que formaban parte de satélites y ahora están orbitando sin control. De hecho, la Estación Espacial Internacional (ISS) está blindada contra posibles impactos de estos artefactos, que en alguna ocasión han puesto en peligro su seguridad.
Un reciente estudio de científicos del Consejo Nacional de Investigaciones de Estados Unidos señalaba que esta basura está alcanzando ya "niveles críticos" y que podrían provocar graves accidentes en futuros viajes tripulados. El estudio sugería desarrollar técnicas para eliminarla; por ejemplo, instalar redes gigantes para recoger los fragmentos.
De hecho, los casos de ROSAT y de UARS no son únicos. Hace unos días, según informa Europa Press, el peligro venía de un satélite canadiense de Telesat, el Anik F2, que ofrece servicios de banda ancha a los norteamericanos. El sábado pasado, debido a un fallo en el software, estuvo sin funcionar 12 horas y se pensó que iba a caer a Tierra, si bien finalmente no ocurrió.
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