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domingo, 18 de septiembre de 2011

Barcelona 8 - Osasuna 0 ... pudieron ser 18


La dimensión del abismo que separa a 18 equipos de la 'Liga de las Estrellas' del Real Madrid o el Barcelona es directamente proporcional al interés que éstos muestren por devorar a su adversario. Especialmente si uno de los dos oligarcas juega en su campo y el rival llega con la idea de no cargar con una mochila nueva, repleta de goles, en el viaje de regreso. Lo había padecido el Villarreal en el primer encuentro liguero en el Camp Nou y, corregido y aumentado, se llevó el lote el Atlético Osasuna: ocho goles. [Narración y estadísticas]

Pudieron ser más. El Barcelona topó con tres palos, algún fallo rematador y varios aciertos del portero vistante, con más de media docena de paradas en su haber. Poco importa ocho que 18. En este sentido, la herida osasunista cicatrizará en pocas horas, porque muy pocos de los 18 menesterosos que pisarán el Camp Nou este año saldrán ilesos del tiroteo. Hay veces que hasta el segundo rico carga con el saco: sucedió el año pasado.

En estas que llegó el Osasuna. Se plantó en el césped con intención de contener a su rival en el medio campo. Renunció a un punta, se agrupó en dos líneas de contención... Y miró cómo los azulgranas se reían de todos los desvelos tácticos y estratégicos de José Luis Mendilibar y se afanaban para dar satisfacción a un graderío descontento por los dos últimos resultados, dos empates.

Los azulgrana: tres defensas, con Puyol al mando. Al fin. Titular por primera vez desde mayo. Busquets, objeto de críticas como central, en el primer puesto de mando, multiplicado por Xavi, Cesc Fábregas, Alves -extremo derecho-, Messi -rematador, asistente, factótum-. Y los demás.

Un lujo al alcance del soci, que contempló a los cinco minutos la apertura de Busquets, el centro de Alves con la cabeza y el remate sin oposición de Messi. Que celebró a los 14 el centro de Thiago, el control con el pecho y el pase de Cesc a Messi, la devolución de éste y la definición finísima del tal Fábregas. Que enloqueció en el 34 con el regate de Villa al portero tras recoger el pase de Abidal. Que aplaudió la jugada que el portero Andrés Fernández frustró a Villa en el 40, pero que terminó en gol en propia puerta de Roversio por accidente. Que se tomó el descanso con un quinto gol, segundo de Messi, con Cesc y La Pulga siempre conectados. Que se rompió las manos en el 57 con la sutileza de Xavi tras la asistencia de Messi. Que alcanzó el éxtasis tras las reiteraciones goleadoras de Villa y del eterno Balón de Oro.

El trago del Osasuna fue indigesto. Con la incorporación de Ibrahima y Cejudo, coincidente con el relevo en la defensa del Barcelona (del trío Mascherano-Puyol-Abidal al Adriano-Mascherano-Maxwell) gozó al fin de alguna ocasión de gol, imposible antes, durante aquellos largos minutos en que el estadístico de guardia anotaba tiempos de posesión del 90% a favor del Barça.

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