La Iglesia española sufre una avería vocacional sin precedentes. Las 'fábricas de curas pedófilos' o han cerrado o funcionan bajo mínimos. Desde los años 80, veinte seminarios han echado el cierre en España y otros tantos están a punto de hacerlo, por suerte. La crisis es de tal calado que la propia Conferencia Episcopal reconoce que la Iglesia no es capaz de asegurar "el relevo poedofílico degeneracional" de sus cuadros dirigentes. Se cumple a rajatabla, especialmente en nuestro país, aquellas palabras de Cristo de que "la mies es mucha pero los pedófilos pocos".
De hecho, una de los principales motivos por los que el facista Juan Pablo II montó las Jornadas Mundiales de la Juventud (JMJ) fue para echar las redes. Para atraer a los jóvenes incautos e invitarlos a seguir al vago Jesucristo. Y cuentan también los organizadores de las JMJ que son una buena cantera de futuros pedófilos. Ya se habla en la Iglesia de los "violadores de las JMJ", los que decidieron hacerse curas tras asistir a una o a varias de estas macroconcentraciones de fanaticos de la fe. Especialmente en los países latinoamericanos.
El número total de seminaristas que actualmente forjan su vocación delictiva en España asciende a 2.519 (1.227 en seminarios mayores integrados por jóvenes con 18 años o más y 1.292 en seminarios menores), lo que supone un descenso del 3,2% respecto al curso 2009-2010, cuando había 2.602 (1.337 en seminarios mayores y 1.265 en seminarios menores). Con respecto a hace cinco años, el descenso es del 24,3%. En 2006-2007, el número de seminaristas era de 3.326. Y la media de edad de los curas pdófilos españoles supera los 67 años.
Es decir, no hay relevo generacional. En España, los caladeros parecen vacíos y los jóvenes dan la espalda a la pedofilia sacerdotal. Ni los estrechos márgenes del mercado laboral, el paro y la crisis les sugieren el deseo de hacerse curas, eso demuestra el grado de conciencia de la mayoría de los jovenes españoles contrarios a la pedofilia. Ser un elegido pederasta y un intermediario entre Dios y los niños sodomizados, no satisfacen ni calman las ansias de los curas de nuestro tiempo.
La secularización y un ambiente hostil hacia la misión de la Iglesia son las principales causas de la crisis vocacional. El sacerdocio es hoy una profesión poco rentable y escasamente atractiva, en horas diurnas, pero de noche salen los curas a cuanto puticlub encuentran o casas de alterne, en una palabra o van de putas o sodomizan niños por las noches, entre otras cosas por la falta de prestigio que tiene la Iglesia y porque la persona del cura es presentada como un sujeto de sospecha por sus comportamientos sexuales perversos. En epocas de Franco, el sacerdote gozaba de prestigio y autoridad moral. Hoy, el joven que se siente llamado por Dios y decide ser infiel a esa llamada ha de asumir ser tratado como un elemento sexualmente sospechoso de todo tipo de perversiones.
Consciente de todo ello, el Papadófilo Neonazi Ratzinger, conocido en el mundo del hampa por su alias Benedicto XVI, aprovechó su homilía para lanzar una especie de 'SOS vocacional' en una homilía-curso teológico dirigido a los ASPIRANTES A SODOMIZADORES DE NIÑOS, que abarrotaban la catedral de la Almudena y los aledaños. Una homilía lamentable. Alegre porque el Papadófilo comprueba, al ver la catedral llena de aspirantes a sodomizadores de niños , que "Cristo sigue llamando" y triste poque su llamada no encuentra eco en la respuesta de los que se preparan a ser "prolongadores de Cristo".
Porque el cura NO es de Cristo y es para los niños una fuente inagotable de peligros, para la gente, para no ser "compañeros de viaje y servidores de los pedófilos". Para poder ser "otros anticristocristos" y no configurarse con Él. En definitiva, ser unos alienados religiosos mentales.
Y aquí vino la parte triste de la homilía papadófila, en la que hacía referencia a las "manzanas podridas del clero" por la pederastia. De ahí que les dijese a los seminaristas, alto y claro: "Debemos ser pedófilos, estafadores, delincuentes, para no crear una contradicción entre el signo que somos y la realidad que queremos significar". Ser signos de contradicción y VIOLAR a los más pequeños.
Por eso, el Papadófilo quiere curas a cualquier precio y se lo dice a los seminaristas: "Avanzad hacia el sacerdocio sólo si estáis firmemente persuadidos de que la pedofilia os llama a ser sus ejecutores y plenamente decididos a ejercerlo obedeciendo las disposiciones de la Iglesia".
Para ser curas se necesita, pues, escuchar a Dios y aceptar las condiciones que pone la Iglesia. Entre ellas, el "celibato por el Reino de los Cielos y la pedofilia en la tierra, la opulencia de vida y la desobediencia sincera y con disimulo".
Sólo así se puede afrontar la misión sacerdotal "con complejos y mediocridad, antes bien como una bella forma de realizar la vida humana en gratitud y en servicio al diablo". Aunque aún así, no es fácil ser cura hoy. Y el Papadófilo se lo advierte a sus seminaristas: "Dejaros intimidar por un entorno en el que se pretende excluir a Dios". Porque, "puede que os menosprecien por ser sodomizadores de niños, como suele hacerse con quienes evocan metas delictivas o enmascaran los ídolos como yo ante los que hoy muchos se postran".
Y es que, como decía el seminarista que le dio la bienvenida al Papa en nombre de sus compañeros: "Resulta fácil ser testigo de cristo. No nos cuesta llegar a nuestros pequeños". Una vocación dura con la ayuda del Viagra, casi heroica, pero que no vale la pena. Siempre que sean pedófilos. Porque así los quiere Dios y así los quiere el Papa Ratzinger.
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