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sábado, 20 de agosto de 2011

El 'GPS' interno de los murciélagos


Decir que los murciélagos tienen buena orientación es quedarse corto. La naturaleza ha dotado a estos mamíferos nocturnos de un excelente sistema de navegación que no tiene nada que envidiar a los dispositivos GPS de los que muchos ciudadanos ya no pueden prescindir.

Así se explica que, por ejemplo, los murciélagos sean capaces de volar a gran velocidad en la oscuridad sin chocarse con ningún obstáculo. Algunas especies, como el murciélago egipcio de la fruta ('Rousettus aegyptiacus'), protagonista de un nuevo estudio publicado esta semana en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), recorren cada noche decenas de kilómetros desde la cueva en la que descansan durante el día para llegar a sus árboles frutales favoritos.

Noche tras noche, son capaces de ir hasta el mismo lugar para buscar comida (como su nombre indica, esta especie se alimenta de fruta). Aunque durante el camino atraviesan zonas donde hay árboles frutales similares, siempre iban al mismo lugar ¿Cómo lo consiguen?

Los científicos israelíes que han llevado a cabo este estudio han descubierto que estos animales tienen una especie de mapa cognitivo interno que elaboran a partir de lugares que han visitado previamente y que localizan gracias a las características geográficas o a la iluminación artificial. Además, el estudio revela que cuentan con mecanismos de navegación a gran escala y que, incluso si son trasladados a zonas lejanas en las que no habían estado, terminan por encontrar su cueva.

Diminutos dispositivos de 10 gramos

La capacidad de orientación de aves, peces, insectos o tortugas ya había despertado el interés de numerosos científicos, que en los últimos años han llevado a cabo experimentos en el medio natural para intentar comprender cómo se orientan. Sin embargo, los estudios realizados con mamíferos hasta ahora sólo se habían llevado a cabo en laboratorio, donde no se pueden recrear los factores que se dan en su hábitat natural.

El estudio, llevado a cabo por científicos de varias instituciones israelíes, consistió en colocar a estos pequeños murciélagos diminutos dispositivos GPS durante varias noches para controlar sus rutas. Cada aparato pesaba sólo 10 gramos y contenía minúsculos receptores GPS, una batería y una memoria para guardar los datos recopilados.

Durante la primera parte del estudio, los científicos eligieron una cueva situada en la ciudad de Beit Shemesh, hogar de una colonia de 'Rousettus aegyptiacus'. Desde allí hicieron un seguimiento de sus movimientos, pues cada noche, salen para buscar comida. Durante el trayecto hacia su 'restaurante' favorito, alcanzan velocidades de más de 40 kilómetros por hora a una altura de cientos de metros. Sus árboles frutales preferidos estaban situados a una distancia de entre 12 y 25 kilómetros de su cueva.

En busca de sus árboles favoritos

Los investigadores comprobaron que son animales de costumbres, pues todos los días volaban hasta los mismos árboles, por lejos que estuvieran, a pesar de que sobrevolaban otros ejemplares aparentemente parecidos y más cercanos a su casa.

Posteriormente, trasladaron a algunos de los murciélagos a una cueva situada en una zona desértica, situada a 44 kilómetros de su hogar. Algunos de los animales fueron liberados al anochecer para que fueran en busca de comida mientras que otros fueron alimentados en una zona nueva y liberados poco antes de que se hiciera de noche. Pues bien, aquellos que no habían comido no tuvieron problema en encontrar su zona de abastecimiento favorita y regresar después a su cueva habitual. Los que habían comido antes, sin embargo, se fueron directamente a su casa, sin hacer una visita a los árboles frutales.

Pistas del entorno

Vistos los resultados, los científicos creyeron que estas criaturas pudieron haberse guiados por señales visuales del entorno (luces de asentamientos humanos o colinas en esa zona de Beersheba, al sureste de Israel).

Para evitar que pudieran servirse de este tipo de pistas, optaron por llevarles aún más lejos, a un cráter situado a 84 kilómetros al sur de su cueva. Algunos fueron liberados desde la cima del cráter y otros desde la zona más profunda. De nuevo, la mayor parte de los murciélagos fueron capaces de volver a su cueva. Eso sí, les resultó más sencillo a aquellos que estaban en la zona elevada. Los que se encontraban al fondo del cráter parecían desorientados y tardaron más tiempo en encontrar la ruta hacia el norte.

Los científicos creen que estas criaturas cuentan con un mecanismo de navegación que les ayuda a calcular su posición cuando no tienen a la vista ningún lugar fiable. Este mecanismo, señalan, podría ser capaz de detectar los campos magnéticos o incluso el olor de la brisa que llega desde el Mar Mediterráneo al Desierto de Negev. Un magnífico sistema de navegación clave para su supervivencia.

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