Se vende en quioscos y en multitud de establecimientos y se bebe en los bares y por la calle como si fuera un refresco. Pero no lo es. La cerveza, cuyo consumo entre los rusos ha aumentado un 40% en la última década y que se promociona en el país como una alternativa 'saludable' al vodka, puede entrar por primera vez en la historia de Rusia en la categoría de bebidas alcohólicas, con todas las restricciones que ello implica. Será en 2013, si tiene éxito la proposición de ley que contempla esta medida y que apoya el propio presidente Dimitri Medvedev.
Hasta ahora la cerveza es considerada un producto comestible, como todos los líquidos que contienen menos del 10% de alcohol. Por ello hasta la fecha no se ha regido por las leyes ni publicitarias ni comerciales que afectan a las bebidas alcohólicas, algo que le ha permitido ganar popularidad. Sin embargo, parece que esta 'ventaja' está a punto de cambiar.
El consumo de alcohol es un importante problema en Rusia, que duplica los niveles de consumo aceptados por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Según un estudio publicado en 'The Lancet', el exceso de alcohol entre sus ciudadanos es responsable del 52% de las muertes prematuras en los hombres de entre 15 y 54 años.
La tasa de mortalidad rusa para las personas en esta franja de edad es cinco veces más alta que en el resto de Europa para los varones y tres veces superior en el caso de las mujeres. Incluso un informe de la ONU advierte que para 2025 la población rusa se habrá reducido en 11 millones por culpa de estas bebidas.
El alcohol está tan arraigado en la cultura rusa -además de que supone una importante fuente de ingresos- que los intentos gubernamentales por reducir su consumo han sido escasos y con poco éxito. Pero Medvedev, que ya anunció en 2009 un conjunto de medidas antialcohol, parece firme en su empeño de cambiar los hábitos de los ciudadanos.
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