A Óscar Tabárez lo que menos le importa de un futbolista es el futbolista. No espera de un jugador sólo goles, rigor táctico y esfuerzo en la cancha. Forma, sobre todo, personas, y el deporte, el fútbol en este caso, es la herramienta.
Al seleccionador uruguayo de 64 años no lo llaman "Maestro" por nada. Fue su profesión, la ejerce aún desde el banquillo y explica en parte los éxitos logrados por Uruguay, finalista de la Copa América tras derrotar por 2-0 a Perú, desde que se hizo cargo del equipo en su segunda etapa, en marzo de 2006.
Atrás quedaba el fracaso por no conseguir una plaza para el Mundial de Alemania. Regresó Tabárez como seleccionador. Pero es mucho más. Es el ideólogo de un proyecto global que incluye desde los juveniles hasta el equipo mayor, semifinalista en la Copa América de 2007, cuarto en el Mundial de Sudáfrica 2010 y aspirante el próximo domingo al decimoquinto título continental.
"Intentamos manejar una formación integral. Hablamos en primer lugar del hombre, de su educación, de su comunicación, de su imagen, eso se puede hacer a través del deporte y nosotros lo estamos logrando", explica Celso Otero, preparador de porteros de 'la Celeste' y pupilo del "Maestro" en el Wanderers que en 1986 quebró el duopolio de Peñarol y Nacional.
No es casual que los 23 integrantes luzcan siempre impecables con traje oscuro, camisa blanca y corbata celeste (como no), que atiendan a los medios de forma pausada y educada, que enlacen varias ideas más allá de "fue un rival difícil" y que firmen autógrafos siempre.
"El proyecto elaborado por nuestro líder, que es el 'Maestro', apuntaba a muchos aspectos relativos a la formación del individuo y el trabajo con la juventud", profundiza Otero. Luego vino una "idea similar para la presentación en campo de las diferentes selecciones".
El éxito de la mayor es sólo la punta del iceberg. Por debajo del nivel del agua está el reciente subcampeonato del mundo sub 17 y la clasificación del sub 20 para los Juegos Olímpicos de Londres 2012.
Cuando un muchacho entra en los dominios de la Asociación Uruguaya de Fútbol, se encuentra ya cara a cara con Tabárez u Otero. "Es para que vean que todo está al alcance, simplemente deben dedicarle un esfuerzo que va a demorarle algunos años, pero que les va a permitir estar en la máxima jerarquía del fútbol".
"Lo que apuntamos, sobre todo, es a que los muchachos de 13-14 años no dejen de jugar al fútbol. Que los más destacados entren en la órbita de una preparación específica y que los menos tengan en el fútbol un elemento catártico que no se convierta en un elemento de persuasión negativa para su formación". La pelota, la táctica, el remate con la zurda quedan en un segundo plano.
Una idea firme y paciencia para aplicarla, sobre todo en los malos momentos. Ésa es la receta
"Empecé desde un principio y estoy viendo los frutos: jugadores de la sub 20 como Coates, Cáceres, Cavani, Abel Hernández, Lodeiro, Suárez... Muchachos que empezaron en el sub 17, el sub 20 y ahora están jugando acá", destaca uno de los veteranos, Andrés Scotti, de 35 años.
El defensa Sebastian Coates -debutó en la Copa América y seguramente jugará la final el domingo- y el delantero Abel Hernández, ambos de 20 años, son los últimos productos uruguayos.
Antes llegó Suárez, estrella ahora del Liverpool y autor de los dos goles que el pasado martes derrotaron a Perú. "En 2007 dudamos si llevarlo a la Copa América o llevarlo al Mundial juvenil, y respetamos esto último por su formación", recordó el "Maestro" el proceso de crecimiento seguido con el delantero.
Y si a esto se une mucha "garra charrúa", jugadores de calidad, estrellas como Suárez o Diego Forlán y orden defensivo, el resultado es la selección de Uruguay.
Falta sólo un elemento: la unión del equipo. "Como este grupo no he visto uno nunca, hay una magia especial. Prima el nosotros por encima del yo", asegura el centrocampista Sebastián Eguren.
Tabárez lo mima, de ahí que siga llevando a Sebastián, "el Loco", Abreu, de 34 años, aunque juegue poco. "Todos saben lo importante que es", dice el técnico sobre el delantero, que atiende a todos los medios, pone la banda sonora al equipo, graba todo con su cámara y empuja desde el banco.
La implicación es máxima. Tras el Mundial de Sudáfrica, los propios futbolistas crearon la Fundación Celeste, cuyo objetivo es "fomentar los valores del deporte en la educación de niños, niñas y adolescentes".
También donaron parte de su premio por el cuarto puesto para mejorar instalaciones para las categorías inferiores, las que siguen sus pasos en la senda de un éxito que quiere ir más allá de la cancha.
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