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martes, 28 de junio de 2011

Encuentran estroncio radiactivo en el lecho marino cerca de Fukushima


Los técnicos de la Compañía Eléctrica de Tokio (TEPCO) han detectado por primera vez estroncio radiactivo en el fondo marino cerca de la central nuclear de Fukushima-1. Se trata de estroncio 89 y 90, elementos que suponen una grave amenaza a la salud porque pueden acumularse en los huesos en el caso de ser inhalados, y además podrían ser la causa de un cáncer.

El hallazgo es resultado de un estudio realizado el 2 de junio sobre la calidad de las aguas unos tres kilómetros mar adentro, en dos emplazamientos situados aproximadamente a 20 kilómetros del complejo nuclear japonés. Por cada kilogramo analizado se detectaron 44 becquerelios de estroncio-90, que tiene una vida media de 29 años.

Antes se habían encontrado estas sustancias en tierra firme y en agua de mar, justo tras el accidente que provocaron el terremoto y el tsunami del pasado 11 de marzo, informa la cadena nipona NHK.

Un miembro de la Comisión de Seguridad Nuclear japonesa, Shigeharu Kato, adelanta que harán falta más estudios para determinar si la flora y la fauna marina pueden acumular estos elementos y, en caso de ser posible, en qué cantidad.

El Ministerio de Pesca ha llevado a cabo estudios similares por su cuenta. Los expertos no encontraron estroncio radiactivo en las muestras de animales marinos frente a las costas de Ibaraki y Chiba, al sur de Fukushima.

Radicación en los habitantes de la zona

Investigadores del Instituto de Radiación Biológica y Medicina de la Universidad de Hiroshima han detectado radiación en 15 habitantes de la prefectura de Fukushima, con edades entre los 4 y los 77 años. Todos presentaron niveles anormales de cesio radiactivo en las dos pruebas a las que fueron sometidos. Sin embargo, el director del estudio, Nanao Kamada, ha descartado que la concentración detectada represente una amenaza para la salud.

Por otro lado, solo seis participantes tenían yodo radiactivo, entre ellos un anciano de 77 años que en la primera ronda presentaba niveles preocupantes de 3,2 milisievert, aunque en la segunda desaparecieron. "La causa más probable es que comiera verduras y champiñones contaminados antes de las restricciones, no que lo inhalara", ha explicado Kamada.

No obstante, aunque la radiactividad en humanos es reducida, la recibida diariamente durante dos meses por el entorno que rodea a la planta es de entre 4,9 y 13,5 milisievert, por encima de los 20 permitidos legalmente por año, por lo que es inhabitable.

"Desde la perspectiva de proteger la salud humana de la radiación, está claro que desafortunadamente no podrán seguir viviendo en sus casas", ha dicho Kamada, en referencia a los sujetos de su estudio, aunque miles de personas no podrán regresar a sus casas.

Este estudio, recogido por la cadena estadounidense CNN, se llevó a cabo entre residentes de las ciudades de Iitate y Kawamata, a unos 40 kilómetros de la central nuclear, a través de dos test realizados a principios y finales de mayo, cuyos resultados se dieron a conocer a los participantes el 19 de junio.

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