Trípoli, 20 may (PL) La OTAN destruyó hoy ocho barcos libios en ataques a tres puertos, incluido el de esta capital, después de que el Gobierno de Muamar El Gadafi valoró "ilusorias" las predicciones de Barack Obama para este país.
En lo que la jefatura de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) calificó de "acción decisiva", aviones de combate bombardearon las zonas portuarias de Trípoli, Sirte y Al Khums con el pretexto de que se trataba de navíos de la marina libia.
La televisión estatal de Libia señaló que las agresiones ocurrieron en la madrugada de este viernes y los barcos estaban atracados en el puerto de Trípoli, al tiempo que negaron hayan sido usados para atacar a civiles, como argumentó un portavoz de la alianza atlántica.
El subcomandante de la misión de la OTAN en Libia, Russell Harding, alegó que El Gadafi había incrementado el uso de la fuerza naval para atacar a civiles y colocar minas de forma indiscriminada, lo que entorpecía las labores de entrega de ayuda humanitaria por mar.
Fuentes gubernamentales en Trípoli rechazaron, además, el argumento de Harding de que los ocho barcos hundidos "habían demostrado una clara intención de atacar a las fuerzas de la OTAN" y que eran "naves de guerra sin utilidad civil".
La nueva ofensiva bélica, recrudecida sobre esta capital en los últimos días con ataques a edificios gubernamentales y civiles, tuvo lugar después de que el secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, elogió el desempeño de la coalición agresora.
Rasmussen aseguró que mantendrán las operaciones contra el país norafricano "hasta derrocar a Muamar el Gadafi" y elogió que dañaron "significativamente" el poder combativo del Gobierno. "La oposición ha ganado terreno y el régimen está más aislado cada día", apuntó.
Apoyados por los bombardeos de las potencias occidentales, los rebeldes siguen combatiendo contra las fuerzas regulares en torno a las ciudades de Ajdabiya y Brega (este), así como en la zona de las montañas de Nafousa, al suroeste de Trípoli.
El opositor Consejo Nacional de Transición (CNT), con sede en Benghazi, aprovechó para reclamar a las potencias mundiales más bombardeos contra El Gadafi, y más dinero, armas y asesoría militar para proseguir su ofensiva terrestre, hasta ahora con modestos avances.
Por su parte, el portavoz del Gobierno, Moussa Ibrahim, criticó la aseveración del presidente norteamericano Obama de que "el tiempo corre en contra de El Gadafi" y que la oposición organizó un "consejo interino legítimo y creíble", aunque no lo reconozca formalmente.
Ibrahim insistió en que Obama hizo comentarios "ilusorios" al pronosticar que "cuando El Gadafi inevitablemente se vaya o sea forzado a abandonar el poder, décadas de provocación terminarán, y podrá emprenderse la transición a una Libia democrática".
"Él cree las mentiras que su propio gobierno y los medios difunden por el mundo. No es Obama quien decide si Muamar el Gadafi deja o no Libia. Es el pueblo libio", sentenció el vocero.
Las autoridades libias reiteraron el rechazo a la injerencia de Occidente en su país, amparada en una resolución de la ONU que autorizó imponer una zona de exclusión aérea, y denunciaron un elevado número de víctimas y de desplazados, estos últimos estimados en más de 750 mil.
En lo que la jefatura de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) calificó de "acción decisiva", aviones de combate bombardearon las zonas portuarias de Trípoli, Sirte y Al Khums con el pretexto de que se trataba de navíos de la marina libia.
La televisión estatal de Libia señaló que las agresiones ocurrieron en la madrugada de este viernes y los barcos estaban atracados en el puerto de Trípoli, al tiempo que negaron hayan sido usados para atacar a civiles, como argumentó un portavoz de la alianza atlántica.
El subcomandante de la misión de la OTAN en Libia, Russell Harding, alegó que El Gadafi había incrementado el uso de la fuerza naval para atacar a civiles y colocar minas de forma indiscriminada, lo que entorpecía las labores de entrega de ayuda humanitaria por mar.
Fuentes gubernamentales en Trípoli rechazaron, además, el argumento de Harding de que los ocho barcos hundidos "habían demostrado una clara intención de atacar a las fuerzas de la OTAN" y que eran "naves de guerra sin utilidad civil".
La nueva ofensiva bélica, recrudecida sobre esta capital en los últimos días con ataques a edificios gubernamentales y civiles, tuvo lugar después de que el secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, elogió el desempeño de la coalición agresora.
Rasmussen aseguró que mantendrán las operaciones contra el país norafricano "hasta derrocar a Muamar el Gadafi" y elogió que dañaron "significativamente" el poder combativo del Gobierno. "La oposición ha ganado terreno y el régimen está más aislado cada día", apuntó.
Apoyados por los bombardeos de las potencias occidentales, los rebeldes siguen combatiendo contra las fuerzas regulares en torno a las ciudades de Ajdabiya y Brega (este), así como en la zona de las montañas de Nafousa, al suroeste de Trípoli.
El opositor Consejo Nacional de Transición (CNT), con sede en Benghazi, aprovechó para reclamar a las potencias mundiales más bombardeos contra El Gadafi, y más dinero, armas y asesoría militar para proseguir su ofensiva terrestre, hasta ahora con modestos avances.
Por su parte, el portavoz del Gobierno, Moussa Ibrahim, criticó la aseveración del presidente norteamericano Obama de que "el tiempo corre en contra de El Gadafi" y que la oposición organizó un "consejo interino legítimo y creíble", aunque no lo reconozca formalmente.
Ibrahim insistió en que Obama hizo comentarios "ilusorios" al pronosticar que "cuando El Gadafi inevitablemente se vaya o sea forzado a abandonar el poder, décadas de provocación terminarán, y podrá emprenderse la transición a una Libia democrática".
"Él cree las mentiras que su propio gobierno y los medios difunden por el mundo. No es Obama quien decide si Muamar el Gadafi deja o no Libia. Es el pueblo libio", sentenció el vocero.
Las autoridades libias reiteraron el rechazo a la injerencia de Occidente en su país, amparada en una resolución de la ONU que autorizó imponer una zona de exclusión aérea, y denunciaron un elevado número de víctimas y de desplazados, estos últimos estimados en más de 750 mil.
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