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miércoles, 12 de enero de 2011

Haití, de la pobreza a la miseria absoluta


En apenas 38 segundos, el 70% del PIB del país se vino abajo. El 12 de enero de 2010 Haití ya era el país más pobre del continente y se convirtió también en el más miserable.

En el tiempo que tarda en cambiar un semáforo se cayeron el 40% de las casas, el Parlamento, el Palacio presidencial, siete ministerios, la gran mayoría de escuelas, varios hospitales, la catedral, la cárcel y la sede de la ONU.

Los muertos

Se estima que fallecieron entre 250.000 y 300.000 personas, aunque la cifra definitiva nunca se conocerá porque a esta cifra hay que añadirle los muertos que fueron enterrados durante los primeros 10 días, los quemados por temor a enfermedades y los que quedaron para siempre bajo los escombros. Paralelamente, los vivos se hicieron más visibles que nunca y más de un millón siguen viviendo en la calle casi un año después.

Los campamentos

Según cifras oficiales, en los primeros días tras el terremoto más de un millón y medio de personas dormían bajo un trozo de plástico en las decenas de miserables campamentos que se multiplicaron por la ciudad. Hoy, la ONU, estima que esta cifra ronda el millón de personas.

Campamentos a los que se ha provisto de letrinas, agua para bañarse (la de beber hay que pagarla) y la luz que se obtiene de extensiones arrancadas del alumbrado público. El objetivo del gobierno es dar servicios pero sin que lleguen a sentirse "confortables" para que los campamentos no se hagan permanentes. Hasta el momento, 130.000 personas viven en casas provisionales y se espera que este año se construyan 100.000 casas más con capacidad para albergar 600.000 personas.

El cólera

En el mes de octubre, Haití empezó a vivir la psicosis de una enfermedad de la que los haitianos lo desconocían todo. El cólera avanza a un ritmo de 40 muertos diarios y deja ya 3.700 muertos y más de 200.000 afectados. Las ONG coinciden en que la situación empieza a estar controlada.

Agresiones contra los cascos azules

En pocas semanas, lo que era un contingente multinacional enviado para pacificar el país tras las revueltas que expulsaron del poder a Jean Bertrand Aristide (2004), se convirtió en un símbolo de todos los males que vive Haití.

El informe francés que señala que los Cascos Azules de Nepal trajeron el cólera al país ha multiplicado las agresiones y la ira de la población hacia unas tropas que empiezan a ser consideradas de 'ocupación'. Los que no quieren ver a las tropas extranjeras ni en pintura han recordado recuerdan la expulsión de 100 soldados de Sri Lanka en 2007, acusados de pagar un dólar a niñas a cambio de sexo.

Violaciones

Las violaciones se multiplicaron desde que el hacinamiento y el descontrol que reina en el país. "Bandas armadas atacan a voluntad, a sabiendas de que hay muy pocas perspectivas de que sean llevadas ante la justicia" señala el último informe de Amnistía Internacional.

La organización denunció que la mayoría de las víctimas son violadaspor bandas de hombres armados y jóvenes que merodean en los superpoblados campamentos después del anochecer.

"Las pocas mujeres que denunciaron violaciones afirman que o bien les dijeron que no se podía hacer nada o bien la policía les pidió dinero, que no tienen, para investigar". AI denunció que el gobierno haitiano no ha hecho nada para evitarlo. Algunas ONG han repartido más de 70.000 linternas entre las mujeres y otras piden que se coloquen potentes focos, similares a los de los campos de fútbol, en las zonas más oscuras de la capital, que son prácticamente todas.

...Y el país se llenó de ONG

Un año después del terremoto, y con casi 10.000 ONG trabajando en Haití, se ha desatado un debate sobre el papel de estas organizaciones. Sus defensores afirman que no hay más remedio que trabajar con ellas, dada la ineficacia y la supuesta corrupción del gobierno haitiano.

Transparencia Internacional sitúa a Haití en el puesto 146 de 178 países en el Índice de Percepción de la Corrupción. A su vez, los detractores afirman que las ONG han 'infantilizado' el país al crear un estado paralelo más poderoso que el propio gobierno; "las ONG están provocando un entorno en el que Haití nunca se desarrolla y sigue dependiendo de otros".

En declaraciones a este periódico, el recién cesado Ricardo Seitenfus, enviado especial de la OEA (Organización de Estados Americanos) en Haití, criticó que las ONG llegaron al terreno sin preparación. Las grandes organizaciones de ayuda, las más serias y profesionales, son las más interesadas en diferenciarse del resto de organismos en muchos casos vinculados a asociaciones religiosas estadounidenses.

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