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martes, 21 de diciembre de 2010

Lukashenko vuelve a arrasar ante la impotencia de la oposición que recurre a la violencia



Con una participación del 90% del electorado (impensable en cualquier otro país europeo y del espacio postsoviético) Alexander Lukashenko obtuvo el 79,67% de los sufragios. La segunda casilla de las papeletas electorales que obtuvo más apoyos fue la que permite votar “contra todos”, con el 6,47%.

Calculen ustedes mismos el apoyo real que tienen el resto de los 9 candidatos que aspiraban a la presidencia bielorrusa. Vladímir Neklyaev, al que durante meses los medios rusos han querido presentar como alternativa, obtuvo el 1,77% de apoyos.

No tenía ninguna duda la tarde noche del domingo al conectarme a la emisión por Internet de la televisión bielorrusa, de que iba a presenciar en directo un nuevo intento de “revolución de colores”. La mayoría de los candidatos opositores se habían encargado de dejar muy claro durante la campaña, que sus “opciones de triunfo” pasaban por sacar a sus simpatizantes “a la plaza”.

Y salieron. Salieron dispuestos a tomar al asalto la Casa de gobierno, sede parlamentaria y del Consejo Electoral Central. La policía esperó todo lo que pudo antes de emplearse a fondo cuando ya no quedó más remedio. Varios manifestantes habían conseguido llegar hasta las puertas del edificio intentando echarlas abajo y rompiendo los cristales de los ventanales del primer piso.

Con una temperatura en el exterior de 9º bajo cero, la reportera de la televisión pública bielorrusa apenas podía disimular el frío que se dejaba sentir en el edificio mientras entrevistaba a un alto cargo de la CEC. En la comparecencia de la 1 de la noche, la presidenta no pudo ofrecer datos oficiales del escrutinio, debido a que el Centro de control y recepción de datos de la CEC se encontraba en la primera planta y se había visto afectado por los disturbios.

RIA Novosti” informaba esta mañana de que: “ El Ministerio del Interior de Bielorrusia desmintió los rumores de que hubo víctimas en los enfrentamientos de anoche entre la policía y los partidarios de la oposición, descontentos con la reelección de Alexander Lukashenko como presidente de esta nación.

“No hubo muertos en los desórdenes de anoche, que yo sepa”, afirmó un portavoz del Interior. Sin embargo, rehusó precisar cuántas personas sufrieron lesiones en los enfrentamientos.

Yaroslav Romanchuk, uno de los rivales de Lukashenko en las elecciones de ayer, dijo anteriormente en una entrevista en la emisora Ejo Moskvi que la represión de manifestantes opositores en el centro de Minsk se saldó con “numerosos heridos, probablemente algunas víctimas y unos 600 detenidos”.

Por su parte, Viktor Teréschenko, uno de los 10 candidatos a la presidencia, en declaraciones a la agencia de noticias bielorrusa BELTA, confirmaba que el intento de asalto al edificio gubernamental se había preparado con antelación y discutido abiertamente en una reunión entre varios candidatos a la presidencia, en la que él también estuvo presente. En concreto Teréschenko relata como la reunión tuvo lugar en el cuartel electoral de Vitali Rymashevski, donde también estuvieron presentes Vladímir Neklyaev y Anatoli Levedko. “Muchos de los presentes debatieron la posibilidad real de tomar por la fuerza los edificios gubernamentales, la televisión y radio. Algo a lo que me opuse de forma categórica”. “Comprendí que nada bueno iba a ocurrir. Los desordenes fueron organizados con el fin de desestabilizar la situación y humillar a Bielorrusia en el plano internacional. Si hubo irregularidades en las elecciones, esa información hay que hacerla llegar a la Fiscalía.”

Según Serguei Musienko, politólogo y director del centro de análisis “EcooM”, en declaraciones a la agencia “Interfax”, los disturbios organizados por la oposición bielorrusa tenían un objetivo plenamente consciente y planificado de antemano. “Todo el país ha podido ser testigo de cómo habían estado haciendo llamamientos a la población para que saliese a la plaza. Sabían perfectamente que iban a perder, por lo que esos llamamientos deberán ser evaluados convenientemente por los órganos competentes”. “Con toda probabilidad, la parte que corría con los gastos comprendía perfectamente que ninguna variante de revolución de colores “a la kirguisa” podía tener éxito en Bielorrusia. Pero necesitaban comprobar el nivel de preparación para responder a ese tipo de llamamientos, lo que les daría la posibilidad de comprobar las posibles flaquezas en detalle, para posteriormente aplicar lo aprendido en operaciones futuras de mayor calado. Hasta qué punto ha tenido éxito el experimento, es algo que deberán dictaminar los órganos responsables del orden público”.

Al mismo tiempo, Musienko está convencido de que la actitud de la oposición en Minsk demuestra su estado agónico: “Se les está viniendo abajo el mundo que conocen, el modo de vida al que están acostumbrados. Les va a tocar volver al trabajo y ganarse el pan como la gente honrada. Lo que la oposición ha orquestado esta pasada noche no es más que una prueba de su agonía”.

El reconocimiento de la limpieza electoral por parte de los observadores internacionales termina con las esperanzas y la vida de aquéllos que viven de los subsidios y los negocios turbios”.

Por otro lado, el politólogo y periodista bielorruso Vadim Guiguin, en declaraciones que también recoge “interfax” coincide en su valoración de lo sucedido: “Es evidente que se ha tratado de una provocación. La principal tarea que se habían fijado los asaltantes era desacreditar las elecciones presidenciales. Pero la intentona ha fracasado, ya que las elecciones han transcurrido de un modo absolutamente transparente”.

Guiguin resume sus apreciaciones concluyendo: "El intento de desestabilización durante la jornada electoral estaba condenado al fracaso. El orden constitucional de nuestro país ha demostrado su estabilidad”.

Para finalizar mencionaremos las declaraciones a BELTA del responsable de la misión de observadores de la CEI, Serguei Lébedev: “La legitimidad de las elecciones presidenciales en Bielorrusia está fuera de toda duda. Los comités electorales de todos los niveles han garantizado los derechos electorales de los ciudadanos de Bielorrusia. No hemos detectado casos que puedan cuestionar la limpieza del proceso. Las pequeñas y aisladas irregularidades detectadas no han tenido carácter generalizado y no han podido influir en el resultado de las elecciones”.

Habrá que seguir de cerca la evolución de los acontecimientos y la reacción de los “patrocinadores”, tanto occidentales como rusos, de esta nueva intentona, pues si algo hemos aprendido a lo largo de la última década, en los ejemplos de Georgia, Ucrania, Kirguistán y Moldavia, es que no se van a cansar de intentarlo.

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