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jueves, 16 de diciembre de 2010

Hijo de la luz y de la sombra, Serrat llega hoy a Montevideo


El concierto, que tendrá una duración aproximada de dos horas y media, contendrá un repertorio intimista y estará ilustrado con una emotiva escenografía que será proyectada en una pantalla gigante ubicada a sus espaldas.

Vale recordar que Serrat editó hace treinta y siete años un primer disco con poemas de Hernández, quien nació en 1910 y murió en 1941 a causa de una enfermedad pulmonar en una cárcel de la dictadura del general Francisco Franco.

Sin lugar a dudas el concierto se iniciará con la emblemática canción "Llegó con tres heridas" y finalizará con "Para la libertad", otro texto también emblemático.

Durante el espectáculo, el artista catalán alternará recitados con nuevos y viejos temas, y tal vez repase algunos de sus clásicos más celebrados.

El nuevo disco de Joan Manuel Serrat, "Hijo de la luz y de la sombra", con textos de Miguel Hernández, contiene trece canciones en un álbum que presentó como una prolongación del disco que apareció en 1972, al que llamó "Miguel Hernández".

Con estas canciones realiza un recorrido por la obra del gran escritor de "Las nanas de la cebolla" ­poema que fue popularizado por Serrat con música compuesta por el argentino Alberto Cortez­, recreando desde poemas de juventud como "La palmera levantina" hasta versos de "Hijo de la luz y de la sombra", acaso el más profundo de sus poemas, cuya lectura aconseja el cantautor en una misiva a sus seguidores. Respecto a su nuevo trabajo Serrat afirmó que volvió a "tomar toda la poesía de Miguel. Desde los poemas de juventud hasta 'Cancionero' y 'Romancero de ausencias', y a partir de ahí comencé a elegir poemas y fragmentos de poemas que me parecieron muy interesantes para el repertorio. En un principio trabajé sobre una treintena de textos y seleccionando y descartando llegué a los que integran el disco".

Miguel Hernández (Orihuela, 1910), republicano militante durante la Guerra Civil Española (1936-1939), fue encarcelado durante el franquismo y recluido, padeció bronquitis y luego tifus, que se le complicó con tuberculosis. Falleció en la enfermería de la prisión alicantina el 28 de marzo de 1942, con tan sólo 31 años de edad.

Como muy pocos elegidos, y en su caso en un grado superlativo, Serrat enamora a sus auditores, esos que lo han venido escuchando desde que lanzó a la perdurabilidad textos de identidad profunda como "Mediterráneo", "Fiesta" y otras tantas canciones que están instaladas en eso que llamamos memoria emotiva.

Comprobar que su obra mantiene su poder seductor en un público cada vez más joven es una de sus mayores recompensas.

Como el poeta Antonio Gala ha dicho de él, no sorprendía hace treinta o cuarenta años que Serrat fuese un rebelde, pero podría sorprender a algunos que lo siga siendo hoy. Casi todos los que entonces oían a Serrat están muertos o inmovilizados de una u otra manera. El continúa idéntico. Se ha resistido a acomodarse en la poltrona del éxito, de la consagración o el estrellato: el laurel de oro que acaba por vaciar las sienes del creador. No se alínea en ningún batallón: ni de los acomodados, ni de los destructores. No se proclama definidor ni defensor del orden, pero tampoco del desorden. Su constante posición es la de romper filas. Su misión no es la de prometer falsos paraísos, ni vestir al desnudo, ni consolar al triste; no se autoadjudica misión alguna: es un francotirador contagiando a los otros. Si resulta ejemplar es porque lleva la vida entre los dientes, como un cuchillo y como un beso."

Nadie puede dudar un instante que varios de sus discos (el dedicado a Miguel Hernández, el dedicado a Antonio Machado, "Mediterráneo" o "En tránsito", por citar algunos ejemplos) son inobjetables obras maestras.

Basta observar la historia de Serrat para afirmar, sin ningún tipo de dudas, que a sus conciertos siempre acudirá una multitud.

Sus méritos artísticos y sus actitudes de compromiso y afecto generosamente dispensados de innumerables modos, lo han transformado en uno de los músicos más entrañables, más consolidados y más idolatrados en nuestro país. Por lo tanto, la presencia del cantautor catalán en Montevideo motivará la reiteración del rito.

La pasión y la devoción por Serrat se mantienen inalteradas y permanentes; después de todo, la suya con los uruguayos es una historia plena de afectos y lealtades que ya lleva cuarenta años.

Desde su primera visita a Uruguay a fines de la década del 60 conserva en la mirada ese gesto tan característico de un niño pícaro que no envejece, aunque las arrugas que bordean sus ojos y la incipiente calvicie se empeñen en acompañar sus 66 años (cumplirá 67 el lunes 27 de este mes).

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