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lunes, 22 de noviembre de 2010

Los socialistas buscan a la desesperada movilizar 300.000 votos en Cataluña

El PSOE afrontan esta semana en Cataluña el más duro de sus combates para evitar volver a caer al pozo justo cuando los recientes cambios en el Gobierno habían conseguido imprimir una tímida imagen de remontada. Las elecciones autonómicas del próximo domingo serán el termómetro para las municipales y autonómicas de mayo. Una derrota estrepitosa como la que prevén las encuestas sería un precedente desastroso. De ahí que los socialistas catalanes se hayan lanzado a la desesperada a movilizar a los aproximadamente 300.000 votantes que en 2006 les dieron su apoyo y que ahora, según sus estimaciones, no están seguros de hacerlo.

Los sondeos internos apuntan que un 40% de los votantes del Partit dels Socialistes (PSC) no sabe si acudir a votar el domingo, y de estos incluso hay quien sopesa no hacerlo esta vez por José Montilla. Este no se cansa de apelar al millón y medio de personas que dicen las encuestas publicadas que no irá a votar. La abstención beneficia a la derecha, y de la crisis hay que salir por la izquierda, clama mitin tras mitin. "Quiero que la Cataluña silenciosa hable, no quiero un país de izquierdas con un Gobierno de derechas", proclamó ayer, para añadir que esta vez el PSC tiene "bolsas de voto oculto" y que todavía "hay partido".

Los socialistas catalanes celebraron ayer su segundo gran acto de campaña con el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero. Todos llamaron a la movilización. Saben que tienen enfadados a varios colectivos. El ala catalanista del partido está desmovilizada por el recorte del Estatuto autonómico, y a la espera de pasar a la acción si la previsible debacle empuja a Montilla a marcharse a corto plazo. Colectivos que han votado tradicionalmente al PSC, como profesores, médicos y funcionarios, están ahora en pie de guerra por las rebajas salariales. A los socialistas no les quedan aliados en el sector público.

En las autonómicas de 2006, el PSC obtuvo 796.173 votos. En las generales de 2008, Zapatero sumo 1,6 millones. A una semana de esta cita electoral, Montilla asegura en los actos que está animado, aunque alguno de sus gestos le contradice. Y desde el viernes pasado está convocando a la militancia "a un combate, a una movilización general" para llenar el próximo jueves el Palau Sant Jordi de Barcelona, su recinto fetiche, en el acto final de campaña. El partido está invirtiendo grandes esfuerzos para que militantes y simpatizantes abarroten el pabellón, como en 2008 con Carme Chacón como cabeza de lista. Sobre todo porque CiU también se ha atrevido con este recinto. Celebrará allí su mitin final el viernes, 24 horas después. "Queda una semana de trabajo", animó Zapatero. Los responsables de la campaña socialista esperan despertar a esos 300.000 votantes desmovilizados con dos o tres anuncios de impactos. El primero fue el de Montilla el pasado viernes, cuando adelantó que es la última vez que se presenta a la presidencia de la Generalitat. La interpretación de fuentes socialistas es que quiere dejar claro que solo pide una segunda oportunidad. Pero externamente también se ha leído como un intento de ganar votos a la desesperada. Involuntariamente, un segundo impacto lo causó ayer el cabeza de lista por Lleida, Joaquim Llena. Llamó "gilipollas" a sus rivales de CiU. Luego, se disculpó, forzado por el compromiso de hacer una campaña "limpia".


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