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lunes, 18 de octubre de 2010

La insoportable flacidez de Arnold Schwarzenegger

A sus 63 años, Arnold Schwarzenegger se sigue castigando a diario en el gimnasio. Y pese a todo su empeño, reconoce que no hay manera de mantenerse en forma.

La insoportable flacidez afecta también a su musculatura política: la superestrella de Hollywood se despide de Sacramento como el segundo Gobernador más impopular de California en el último medio siglo, casi empatado con el infame Gray Davis (el mismo al que relevó en un sonoro golpe escénico).

Tan sólo el 28% de los californianos aprueban la labor de 'governator', mientras que el 59% asegura que California estaba incluso mejor con el vilipendiado Davis. Con el paro por encima del 12%, en medio de draconianos recortes presupuestarios, Schwarzenegger ha pagado en sus carnes los efectos de la recesión.

Poco o nada se habla ya de las aspiraciones presidenciales del atípico republicano, con el traje arrugado de político venido a menos.

Ley del cambio climático

Arnold podría encajar además una última e indeseable derrota el 2 de noviembre, cuando se somete a referéndum la ley del cambio climático que aspiraba a marcar el camino a EEUU y que confiaba en dejar como legado.

Los 'lobbys' del petróleo y del carbón han inundado California de dinero para dar marcha atrás y tumbar la ley. El electorado está profundamente dividido sobre la necesidad de fijar un límite de las emisiones (volver a los niveles de 1990 en el 2020) en medio de la crisis que no cesa.

La ex presidenta de eBay Meg Whitman (republicana) y el ex gobernador Jerry Brown (demócrata) se disputan ahora el cetro de la devaluada octava economía del mundo, mientras Schwarzenegger parece debatirse entre dos posibilidades: aceptar un puesto de embajador 'medioambiental' con Obama o volver a hacer una película en 3-D con su amigo James Cameron.

"No me cabe duda de que después de llevar las riendas de una potencia económica como California, volverá a hacer películas en Hollywood", vaticinaba recientemente Cameron, con quien trabajó en 'Terminator'. "En el fondo, siempre le ha encantado hacer cine".

La segunda opción implicaría el traslado a Washington, a la sombra del también alicaído Barack Obama, embarcado en la misión imposible de propagar el mensaje medioambiental frente al escepticismo arraigado de los americanos.

De una manera o de otra, y mientras el cuerpo aguante, Schwarzenegger seguirá acudiendo a diario al privadísimo gimnasio de su mansión de Brentwood, compartiendo pesas y envidiando los abdominales de su hijo Patrick.

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