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miércoles, 20 de octubre de 2010

El príncipe saudí era el asesino decia ser machito y era macho menos...

El príncipe Saud bin Nasir al Saud, de 34 años, nieto del rey de Arabia Saudí, fue el asesino de su sirviente Bandar Abdulaziz, de 32 años. Así lo acaba de decidir un tribunal de Londres, que todavía no ha emitido la sentencia.

Los hechos ocurrieron a principios de año. El príncipe y su séquito llegaron a Londres después de un largo viaje que les llevó antes a Praga, Milán, Marraquech y las islas Maldivas. Bandar Abdulaziz apareció muerto con signos de violencia y desde el principio todos los indicios apuntaron al príncipe. Para corroborar esta tesis, el hotel en que ocurrió todo aportó a la policía un vídeo en el que se veía al nieto del rey pegar e insultar al hombre que apareció muerto horas después.

La sexualidad del acusado ha sido determinante en el juicio, ya que el abogado de la acusación subrayó que la clave está en la naturaleza sexual de la relación del príncipe con su asistente.

El príncipe ha negado que sea homosexual, pero los empleados del lujoso Landmark Hotel, en Marylebone, no tuvieron dudas. No solo porque la ropa estaba pulcramente ordenada por colores en los armarios -no necesariamente una prueba de nada, pero, en opinión de un empleado del hotel que dice ser él mismo gay, es un indicio de mucho-, sino porque el príncipe flirteaba con los camareros y se hizo visitar dos veces por prostitutos profesionales.

Y lo ha negado a pesar de que la policía sabe que su ordenador portátil fue utilizado para visitar las páginas de saunas gais y masajistas sexuales masculinos, a pesar de que viajaban con la guía Spartacus -famosa en el turismo gay-, a pesar de que había una sola cama en la suite que compartían, a pesar de que había fotos de Bandar medio desnudo en su móvil, a pesar de que en el restaurante donde cenaron en aquella terrible noche de San Valentín no tenían dudas de que estaban sirviendo a una pareja homosexual, y, sobre todo, a pesar de la extraña relación del príncipe Saud bin Nasir al Saud, nieto del rey de Arabia Saudí, con su asistente.

Es posible que la incapacidad del príncipe para reconocerse homosexual esté detrás de la sádica relación que mantenía con Bandar Abdulaziz, un saudí que de niño fue adoptado por una familia de clase media. Todo indica que Bandar se había convertido en el esclavo de Saud. Los testimonios de los empleados del hotel o de los lugares públicos que visitaron aquellos días en Londres coinciden en señalar que actuaban como pareja pero que el príncipe tenía un papel de gran autoridad sobre su subordinado. Este permanecía casi siempre callado, como si no tuviera permiso para hablar, y caminaba siempre a cierta distancia detrás de Saud. Aunque el príncipe asegura que eran "amigos e iguales", él viajaba en primera clase mientras Bandar viajaba en clase turista. Pero parecía haber algo más que una mera relación de poder y dominación entre ellos: había puro sadismo, violencia física. Así lo constatan dos grabaciones de cámaras de seguridad. En una se ve al príncipe atacar a su amigo a puñetazos y codazos en el ascensor del hotel. En otra se le ve atacándole en plena calle al salir del restaurante en el que cenaron la noche de San Valentín. Al volver al hotel, bebieron champán y seis cócteles en el bar del hotel. Luego, en la habitación, un vecino de habitación oyó gritos y golpes en medio de la noche. Al día siguiente, el príncipe llamó a la Embajada para explicar que su acompañante no se encontraba bien. Cuando su contacto en la Embajada llegó a la habitación, Bandar estaba muerto.

El príncipe dijo que a Bandar le habían herido unos atracadores en un cajero cuando retiraba 3.000 euros. Luego confesó que le había matado él, pero de forma accidental. Bandar tenía varias costillas rotas, derrame cerebral, había sido asfixiado con tanta fuerza que tenía rotos los músculos del cuello y había sufrido también mordeduras en las mejillas y en una oreja que los médicos consideran que tenían naturaleza sexual.


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