Mientras el Golfo arde y se contamina, mientras la población ha perdido su modo de ganarse la vida, Hayward se pasea en un yate de 52 pies de eslora (unos 15 metros) valorado en más de 700.000 dólares (565.000 euros) por la Isla de Wight.
Cierto es que desde el viernes por la noche, el ejecutivo ha sido relegado de su papel de lidiar cada día con el derrame del Golfo, según anunció el presidente de la compañía, Carl-Henric Svanberg, en una entrevista con medios británicos. "Hayward entregará las operaciones diarias al director ejecutivo, Bob Dudley, al frente de la compañía en EE UU".
Aunque oficialmente Hayward no está ya relacionado con la gestión del vertido, su presencia en la competición deportiva -con viento a favor y buen mar- no ha hecho más que echar sal a una herida abierta.
La agencia Associated Press difundió una foto en la que se ve a Hayward -o alguien muy, muy parecido a él- recostado en su velero, de nombre Bob. Aunque luego la eliminó al no poder confirmar al 100% que fuese él, la imagen ya había dado la vuelta al mundo. La Casa Blanca se declaró indignada. Rahm Emanuel, jefe de Gabinete de Barack Obama, arremetía contra la cara visible de BP: "Esta ha sido una más de la larga lista de meteduras de pata y errores" de Hayward y BP.
Si las relaciones entre la Administración demócrata y la compañía británica ya no eran muy buenas, el incidente de las regatas sólo va a empeorarlas. Emanuel aprovechó su comparecencia en uno de los programas políticos del domingo por la mañana para barrer para casa y asegurar que ellos lo están haciendo bien. "Lo importante es ¿estamos tapando el pozo? ¿Vamos a recoger el petróleo? ¿Estamos haciendo limpieza? ¿Estamos atendiendo las reclamaciones? ¿Estamos arreglando el lío? Eso es lo importante", recordó Emanuel. Desde BP se emitía un escueto comunicado que explicaba que Hayward acudió al evento de Wight para ver a su hijo adolescente.
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