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lunes, 21 de junio de 2010

Ahora Dios es brasileño

Brasil se convirtió en el segundo clasificado a octavos de final de la Copa del Mundo tras derrotar por 3 a 1 a Costa de Marfil en un partido marcado por el pésimo arbitraje del internacional francés Stephane Lannoy.

El duelo prometía y mucho, más cuando se confirmó la presencia desde el "vamos" del capitán marfileño Didier Drogba pero, una vez más, la realidad futbolística traicionó a los más optimistas. En el comienzo, el trato de la pelota estuvo dividido y el uso de ella no fue de la factura técnica que uno espera de los talentos que había sobre el terreno.

A los africanos les faltó peso ofensivo porque Juan y Lúcio, en particular, se encargaron de controlar a Drogba y dejar que Dindane y Kalou fracasaran en solitario.

A los sudamericanos, sin embargo, no les fue mucho mejor con el balón en los pies. Robinho no tuvo la precisión y claridad que había demostrado ante Corea del Norte, mientras que Kaká alternó una de cal con una arena.

El quiebre llegó, justamente, en una genialidad del astro del Real Madrid quien tras recibir de Robinho habilitó con un gran toque a Luis Fabiano. Dentro del área, el delantero del Sevilla fusiló a "Copa" Barry para poner el 1 a 0.

El descanso no le dio soluciones a los marfileños y en sólo cinco minutos del complemento ya caían por dos goles. El segundo tanto de Luis Fabiano fue, eso sí, el comienzo de un show de groseros errores de parte de Lannoy.

El juez francés falló en advertir (¿o no?) las dos manos que el delantero brasileño cometió en su -fuera de las infracciones- brillante jugada individual.

Luego de unos tibios intentos de Costa de Marfil, Kaká volvió a servir un gol en bandeja, esta vez a Elano, para que el 3 a 0 cerrara el juego y abriera la batalla campal.

Una grosera plancha de Ismael Tioté sobre Elano, la que sacó de la cancha al volante del Galatasaray, no fue siquiera sancionada, mientras que Kader Keita sólo vio la amarilla por una criminal pierna en alto sobre Michel Bastos.

Con este trámite violento, apenas interrumpido por el gol de cabeza de ese luchador incansable que es Drogba, no sorprendió a nadie que el final el partido se escapara de las permisivas manos del árbitro galo.

Increíblemente, el que perdió el control del lado brasileño fue Kaká. El volante primero reaccionó mal a una falta, ganándose la tarjeta amarilla, y luego golpeó con su codo el pecho a Keita, sumando así su segunda amarilla, yéndose a las duchas y dejando un vacío de enorme trascendencia en el esquema de Dunga.

La roja a su armador obligará al técnico brasileño, quien terminó muy molesto por las faltas sobre sus jugadores, a modificar su esquema para el último duelo de la fase de grupos, ante Portugal. La ventaja para Brasil es que llegará clasificado y, de empatar hoy lusos y norcoreanos, lo hará como primero del grupo.

Errores. Lannoy no vio las manos en el gol ni la patada de Tioté.

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