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martes, 11 de mayo de 2010

DIARIO DE CAMPAÑA: LA GRAN OPORTUNIDAD

Es muy complejo analizar una elección de la complejidad que protagonizamos el domingo pasado, en la cual varias disputas tienen lugar a la vez. He aquí algunas de las primeras observaciones y conclusiones.

1. En 2005 el FA ganó 8 intendencias que incluían a los mayores departamentos del país. Si se calcula el porcentaje de población que habita en las intendencias que ganara el FA en relación al total del país, el mismo era, en 2005, de 73,08%, 23% más que el electorado que le acompañara en la elección nacional. Para el PN, en 2005 la misma proporción era de 23,58%, claramente inferior a su votación nacional, al igual que el PC, con apenas 3,34%, provisto por su bastión riverense. En 2010 es incierta aún la suerte de Florida, por lo que no lo consideraremos en los cálculos, pero esto no afectará mayormente las cifras globales. Así, en 2010 los departamentos frenteamplistas corresponden al 66,65% de la población nacional (un 18% por encima de su votación nacional), la del PN 26,18% (casi 10% por debajo) y la del PC 7,17% (aún a menos de la mitad de su electorado nacional). El universo de los votantes es menor al de la población, como es obvio, y las elecciones regionales en todas partes del mundo no siguen la misma lógica que las nacionales. Pero a los efectos de evaluar complexivamente el resultado de la elección departamental, un indicador sugestivo es comparar cuánta población queda bajo administración de cada partido con la cantidad de votantes de ese partido a nivel nacional. Allí se ve que para el FA la proporción conquistada en las departamentales es muy superior a la de las nacionales, fruto de conquistar los departamentos más poblados. Y se observa que en 2010 esta "sobrerrepresentación" sigue existiendo, pero es menor al 2005, mientras los partidos tradicionales siguen muy "sobrepresentados", pero ahora más cercanos a su nivel nacional.

2. El FA tiene para alegrarse, ante todo, su rotundo triunfo en Maldonado, que dos años atrás era para mí absolutamente impensable. Un amplísimo -aunque previsible- triunfo en Rocha y en Canelones (en este último caso, con un nivel de voto en blanco no desdeñable). Un quinto triunfo consecutivo en Montevideo que amerita consideración aparte. Un ­hasta hace poco inesperado­ triunfo en Artigas. Bastante para festejar. Pero debe lamentar una clara derrota en Treinta y Tres y ajustadísimas derrotas en Salto y Paysandú, departamentos donde notoriamente el electorado de ambos partido tradicionales, más allá de los pronunciamientos de sus autoridades nacionales, se alinearon como una flecha. Todos al PC en Salto, todos al PN en Paysandú. Y no se vio reflejada en las urnas la creciente expectativa de disputarle al PN su bastión de San José, donde la victoria blanca fue amplia. Hay también de qué preocuparse entonces, si se deja de lado el exitismo y se piensa de manera autocrítica.

3. El PN nunca aspiró seriamente a reconquistar Montevideo ni Canelones en esta elección. Tenía en sus ojos, hasta hace poco, la reconquista de Maldonado, donde recibió un muy significativo traspié. Perdió Artigas, pero recuperó Treinta y Tres y sobre todo Paysandú, lo cual en particular para Jorge Larrañaga tiene una significación muy especial. Y en muchos departamentos de la tradicional diagonal blanca, volvió a ganar por paliza, alcanzando una suma total de votos muy grande. Tiene para lamentar y para festejar, presumiblemente dentro de una tónica general de satisfacción.

4. El PC es el caso más difícil de evaluar. Con candidaturas fuertes, su resultado en Montevideo fue inferior a lo esperado. Fue testimonial en casi todo el país, pero ganó en Salto, liberando a Rivera de su colorada soledad. Pasar de una intendencia a dos es una gran mejora, pero el PC no logró afirmar en esta elección la línea marcada por Bordaberry en la elección nacional, de recortarse nítidamente y no ser mero apéndice del PN. Más bien lo contrario. Nuevamente para festejar y lamentar, pero intuyo que, tras una buena elección nacional, la resultante sea más bien de expectativa frustrada.

5. Montevideo es clave para decidir el balance para el FA. El alto nivel de voto en blanco y anulado en este departamento tiene varias posibles fuentes. Por ejemplo: a) Disconformidad con la gestión de ya 20 años; b) disconformidad con el proceso de elección de la candidata única; c) "el factor Adeom" o los reiterados desencuentros entre el gremio municipal y la IMM en los últimos años, que incluyeron recientes medidas en la recolección de residuos, lo cual puede exacerbar el ánimo del ciudadano. Dejo constancia de que hay otros factores posibles y que no abro juicios de valor sobre los aquí listados. Y creo que todos estos factores ciertamente estuvieron presentes y no sólo uno, como algunos análisis apresurados sugirieron.

6. Más precisamente, en principio, el alto nivel de voto en blanco en Canelones, donde los factores b) y c) no son significativos, me hacen sospechar que el predominante sea el a). Y esto no es motivo de alivio, sino de atención. Esta gestión debe marcar un punto de inflexión en Montevideo, si se pretende continuar gobernando esta comuna. Sin condenar alegremente ninguna gestión previa, el desgaste existe, y sólo se cura con una tónica renovada, diferente, que permita recuperar dinámica y credibilidad. Se está a tiempo.

7. Es también incuestionable que muchos votantes frenteamplistas, que presumiblemente deseaban la candidatura de Daniel Martínez o la pluricandidatura, expresaron su descontento con el proceso de elección de Ana como candidata mediante el voto en blanco. Expresé claramente mi discrepancia con esta visión y la reitero, creo que no son esas las opciones constructivas. Pero sería propio de sordos no oírlas. Debe entonces escucharse este mensaje y actuarse en consecuencia. Esto no es cuestión de nombres, sino de mostrar, para el futuro, la capacidad de construir un funcionamiento interno que permita mayor contención de las aspiraciones de la pluralidad que constituye el FA, sin por ello ser sumatoria inconsistente. El peor error que se podría cometer es anatemizar al votante díscolo. No comparto su actitud, pero nadie la va a cambiar por la vía del rigor, sino de la inclusión.

8. Una formulación más inclusiva y ágil de la vida interna del FA creo que resulta como necesidad evidente, particularmente en Montevideo. Ana puede y debe ser una magnífica intendenta. Para ello necesita el apoyo de todos quienes la votamos con orgullo, pero también de muchos que quisieron expresar su descontento con el mecanismo que la eligió. Para ello hay que acercar, abarcar, usar todas las vías imaginables para que la amplia familia de la izquierda realmente sea y se sienta considerada en las grandes decisiones colectivas. Y mantener el culto a la unidad, que más difícil se torna cuanto más grande y menos "de cuadros" es un sector político.

Hay para festejar, hay para preocuparse. Pero también hay bastante para aprender y corregir a tiempo. Tenemos la gran oportunidad. Con Ana, con todos nuestros intendentes, candidatos y compañeros, y con la mano fraternal tendida y abierta.

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