Fue capturado y anoche enviado a la cárcel el violador serial que de un tiempo a esta parte tenía en vilo a Pocitos y zonas aledañas. Lo atraparon cuando se bajaba de un ómnibus en el citado barrio, iba camino a cometer un nuevo ataque. Hasta el momento comprobaron al menos siete ataques cometidos por él.
Anoche la jueza Mariana Motta, tras el pedido de la fiscal Ana María Telechea, dictaminaba el procesamiento con prisión de Arnold Rodríguez, de 31 años, por "reiterados delitos de copamiento en reiteración real, con reiterados delitos de violación y lesiones personales".
Este sujeto, quien tiene formación militar, es poseedor de un antecedente en nuestro país por el delito de "hurto mediante escalamiento", como así también tiene otro antecedente igual en Argentina.
El confeso violador es un experto escalador, lo que le permitía ingresar a las fincas de sus víctimas con tanta facilidad.
Vale recordar que este delincuente, que en tenía en vilo a las zonas de Pocitos, Parque Batlle y Parque Rodó, tras ingresar a las fincas de sus víctimas, todas de más de 60 años, tomaba un cuchillo de la casa y así las reducía y maniataba. Luego buscaba los efectos a robar, para posteriormente someterlas sexualmente en reiteradas oportunidades.
El exitoso procedimiento fue realizado por el Departamento de Orden Público. Lo que los ayudó fue que en su último golpe había dejado una huella digital y como tiene antecedentes no fue difícil determinar su identidad.
Así supieron que se trataba de Rodríguez, que es un ladrón conocido por sus técnicas escalatorias.
De esta forma fueron acopiando información y fue ayer que comenzaron a seguirlo hasta que le echaron el guante sobre la medianoche cuando se bajaba de un ómnibus en la zona de Pocitos, se cree que yendo camino a dar un nuevo golpe debido a algunos implementos que llevaba consigo.
Tras ser detenido, el violador serial no tuvo reparos en reconocer sus delitos, agregando que su móvil siempre era el robo, pero que de un tiempo a esta parte dijo que escuchaba voces que lo incitaban a someter a las mujeres, valiendo aclarar que en todos los casos elegían mujeres de cuerpos menudos y de avanzada edad, salvo en su último ataque que era una mujer de complexión física importante, por lo cual se cree que en ese caso desistió de violarla.
Su modus operandi era muy profesional, ya que además de ser meticuloso al momento de entrar, también lo era para no dejar huellas ni evidencias, al punto que a sus víctimas luego que las violaba las obligaba a bañarse para que no quedaran rastros de él.
Pero en su último ataque sí dejo una huella y no abusó de su víctima, algo había pasado, cambió su estrategia, a lo cual él dijo que la huella la dejó a propósito porque quería que lo atraparan.
El violador dijo que no estudiaba a sus víctimas, pero los investigadores estiman todo lo contrario, ya que en todos los demás aspectos era muy meticuloso con los detalles y en todos los casos sus víctimas tenían similitudes salvo en el último ataque, que fue el principio de su fin.
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