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sábado, 2 de enero de 2010

A 51 años de la Revolución Cubana

Vivimos minuto a minuto ese día desde la redacción de "El Popular", a través del torrente de cables. También intentamos una comunicación directa con la isla. Aquí, jóvenes dirigentes de la Federación de Estudiantes Universitarios del Uruguay (FEUU) tomaron la embajada de Cuba y expulsaron al embajador batistiano. Entre los ocupantes estaba el "Colorado" Luis Echave, quien dos años después acompañaría al Che en el estrado del memorable acto en el Paraninfo de la Universidad, el 17 de agosto de 1961.

En realidad, los vínculos de la izquierda uruguaya con el movimiento revolucionario cubano venían de mucho antes. Valen en tal sentido las apreciaciones de Rodney Arismendi sobre el asalto al Cuartel Moncada el 26 de julio de 1953, que estaba destinado a entregar armas al pueblo para emprender una verdadera revolución; la amistad del PC de Uruguay con dirigentes del PSP cubano como Blas Roca (que estuvo en el XVI Congreso de 1955), Carlos Rafael Rodríguez y el gran intelectual Juan Marinello, que contribuyeron a la fusión de todas las corrientes revolucionarias en el PCC. Nos eran familiares la revista teórica "Dialéctica" y el diario "Hoy".

Desde aquel día, la solidaridad con Cuba fue una tarea permanente y un timbre de honor del pueblo uruguayo, reconocido como tal por los líderes cubanos. Se expresó ante la invasión de Playa Girón y después en la conferencia del CIES en Punta del Este, con la presencia del Che, y en la conferencia de Cancilleres de San Rafael en enero de 1962, con la participación de Osvaldo Dorticós. Ese mes salía de la imprenta el libro de Rodney Arismendi "Problemas de una revolución continental" que ubicaba a la revolución cubana como el acontecimiento más importante de la historia del continente desde las guerras de independencia de 1810 1830 y le agregaba un prólogo que alertaba sobre la reunión de cancilleres, al tiempo que una manifestación juvenil, enfrentando provocaciones de diverso tipo, unía a pie la capital con el balneario esteño. Siguieron dos años en que la pujanza del movimiento de solidaridad impidió la ruptura con Cuba. Cuando ésta se consumó, una grandiosa manifestación popular acompañó al personal diplomático cubano expulsado hasta el aeropuerto de Carrasco, mientras en un acto en la Plaza Independencia, frente al Consejo de Gobierno, Enrique Rodríguez y José Pedro Cardoso hacían trizas el decreto de ruptura firmado por Washington Beltrán. La lucha por la reanudación de relaciones con Cuba integró desde entonces la plataforma del movimiento popular y de izquierda, y no cejó hasta lograr su objetivo. Un nuevo quiebre bajo el gobierno de Jorge Batlle fue restaurado apenas asumió Tabaré Vázquez, y el hecho de que éste haya constituido su primer acto de gobierno lo dota de un elevado contenido simbólico y político.

Pero esta solidaridad es de doble vía. También nosotros la recibimos de parte de los cubanos, en la misma forma que la derrama a manos llenas en decenas de países, particularmente a través de sus médicos y educadores. Un ejemplo conmovedor es el de los oftalmólogos, que han devuelto la visión a miles de nuestros compatriotas. Cuando Cachemira fue asolada por un terremoto, quien estaba en esos territorios inhóspitos cumpliendo su deber de humanidad era el personal médico y asistencial cubano. Estas actitudes le han generado a Cuba un reconocimiento universal.

El mismo se expresa también en que la inmensa mayoría de los países ha reclamado en forma reiterada en 18 votaciones sucesivas el levantamiento del bloqueo criminal que EEUU mantiene contra la isla desde el origen de la revolución. En la última votación, en número siempre creciente, se pronunciaron en ese sentido 185 países, y en contra los mismos 3 de siempre: Estados Unidos, Israel y un islote que es de hecho un fideicomiso estadounidense.

Para finalizar, destacamos dos hechos actuales de signo contrapuesto referidos a los cinco cubanos presos en EEUU porque actuaron para prevenir las acciones terroristas gestadas desde ese país contra la isla. En actitud inhumana, EEUU denegó una vez más la solicitud de Olga Salanueva para visitar a su marido, René González, que cumple una condena de 15 años de prisión. Como reverso, tres jóvenes argentinos escalan el Aconcagua, el pico más alto de los Andes, de casi 7 mil metros, para plantar en la cumbre el emblema de la solidaridad con los 5 héroes cubanos prisioneros del imperio.


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