.

.

miércoles, 5 de agosto de 2009

La salmonella causa el 70% de las intoxicaciones en verano


Los meses de verano, en los que es más frecuente contar con tiempo libre, pueden ser una buena época para reflexionar sobre qué tipo de hábitos realizamos diariamente. Y lo que es más importante, cuáles de ellos son beneficiosos para nuestra salud y cuáles pueden suponer un riesgo, por lo que deben evitarse y ser sustituidos.
Cuando se trata de mantener gérmenes o bacterias alejados de nuestras cocinas, el cuidado debe ser máximo, ya que algunas, como la salmonella, supone el 70% de las intoxicaciones de origen alimentario. Este dato hay que tenerlo presente a la hora de elaborar salsas que contengan huevo, como la mayonesa. En la restauración colectiva, el huevo crudo para prepararlas está prohibido desde 1991. Para ámbito doméstico es necesario atender ciertas recomendaciones:
Los huevos deben adquirirse correctamente envasados y etiquetados, procedentes siempre de establecimientos autorizados. En la etiqueta debe figurar la fecha de consumo adecuada y el establecimiento de origen, una clave numérica sobre la cáscara identificará la procedencia y también puede aparecer la fecha de la puesta de los huevos, aunque este dato es voluntario, si viene reflejado aumentará su garantía.
Los huevos deben conservarse en el frigorífico desde su adquisición hasta su consumo. En caso de que la salsa requiera que esté a temperatura ambiente, lo mejor es que sea el menor tiempo posible.
La salsa debe elaborarse para un solo uso. Si sobra hay que desecharla. En el caso de la ensaladilla rusa, la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) recomienda conservar los ingredientes y sólo añadir la salsa cuando se van a consumir. Si hay mucha cantidad es mejor conservarlos sin salsa y volver a añadirla en otra comida.
Antes de utilizar el huevo conviene lavarlo con agua y detergente. Secarlo bien antes de cascarlo y recordar que si se lava mucho antes de su uso, la protección que ofrece la cáscara frente a las contaminaciones puede deteriorarse.
No deben caer trozos de cáscara en la clara o la yema, por lo que se recomienda golpear el huevo en un recipiente distinto al que vamos a utilizar para la salsa.
Los recipientes y utensilios con los que vamos a hacer la salsa deben lavarse inmediatamente y nunca entrar en contacto con otros alimentos.
Añadir a la salsa vinagre o limón inactiva gérmenes o impide su multiplicación.
La salsa preparada debe conservarse refrigerada, por muy poco tiempo que pase desde su elaboración hasta el consumo. Lo ideal es que haya un tiempo de espera.
Con el pescado hay que seguir también una serie de recomendaciones para evitar enfermedades provocadas por el
anisakis. Los restaurantes, por ley, deben congelar el pescado que vaya a servirse crudo (como el sushi), marinado (como los boquerones) o poco cocinado. Cualquier otro modo de preparación (freír, cocer, asar, etc.) no requiere el congelado. Si vamos a preparar el pescado en casa se recomienda comprarlo limpio y sin vísceras o limpiarlo enseguida. Si lo vamos a consumir crudo, poco hecho, en vinagre o en escabeche es necesario congelarlo un mínimo de 24 horas a -20 grados.
Sin embargo, hay productos crudos que no causan la enfermedad:
Moluscos bivalvos (ostras, mejillones, almejas)
Pescados de ríos, lagos, pantanos o piscifactorías de agua dulce (truchas)
Semiconservas (anchoas)
Pescados desecados salados (bacalao, mojamas)
Cinco pautas que no deben olvidarse
A la hora de cocinar, la AESAN lanza una serie de recomendaciones para prevenir enfermedades transmitidas por alimentos:
La limpieza es clave para evitar las intoxicaciones. Hay que lavar las manos y cualquier utensilio o superficie donde se vayan a manipular alimentos. Los animales (domésticos o insectos) deben estar aislados completamente de los mismos, que por seguridad conviene mantenerlos en recipientes cerrados.
Evitar siempre mezclar alimentos crudos y cocinados. Separarlos evita una contaminación cruzada. Para que ésta no ocurra es preciso que los utensilios que empleamos no sean los mismos para unos y para otros. Y lo mismo para conservarlos, los recipientes deben ser distintos.
Hay que evitar que cuando cocinamos, los alimentos queden crudos por dentro, especialmente la carne, los huevos y el pescado. Las sopas y los guisos deben alcanzar la temperatura de ebullición. A la hora de recalentar bien un plato ya cocinado hay que tener en cuenta que los microorganismos se eliminan a temperaturas superiores a 70 grados.
No dejar los alimentos cocinados a temperatura ambiente. Refrigerarlos lo antes posible. Los alimentos para niños deben ser consumidos inmediatamente. Para descongelar un alimento, lo ideal es hacerlo en la parte baja de la nevera, no a temperatura ambiente.
Para lavar los alimentos frescos, como la fruta o la verdura, el agua debe ser potable. No hay que consumir alimentos después de su fecha de caducidad. Se recomienda no consumir leche sin procesar, mejor pasteurizada o esterilizada.
EM-E

No hay comentarios: