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lunes, 24 de agosto de 2009

La OPS no opina como Lacalle


El candidato presidencial del Partido Nacional, Luis Alberto Lacalle, se ha concentrado en criticar las políticas del gobierno de Tabaré Vázquez.
Una actitud esperable y legítima, tanto porque es el principal contendor del Frente Amplio en las elecciones, como también, porque es el representante de una corriente de pensamiento, la neoliberal, opuesta por principio a las políticas desarrolladas por el gobierno de izquierda.
Lacalle dijo, dos días antes de las elecciones internas, que los inversores deberían esperar hasta noviembre y no concretar sus proyectos. Más tarde afirmó que entraría "con una motosierra" para cortar el gasto social y cuestionó duramente las políticas contra la pobreza y la indigencia desarrolladas por el gobierno de Vázquez. En la misma línea, anunció que iría a Chile para "interiorizarse" de las políticas contra la pobreza de aquel país.
Luego tuvo dos pronunciamientos más, comparó las computadoras del Plan Ceibal y su efecto con el de la Tarjeta Joven y anunció que pondría baños y peluqueros en los barrios pobres para "que los pudieran usar".
En estos últimos días, Lacalle se ha concentrado en cuestionar las políticas de salud del gobierno de Vázquez.
Primero afirmó que no compartía el decreto del Poder Ejecutivo que obliga a las mutualistas a aceptar las afiliaciones de los mayores de 65 años, porque pone en una situación difícil a las mutualistas.
El sábado en un acto fue más allá y dijo que rechazaba el Sistema Nacional Integrado de Salud, corazón de la reforma, porque había "destruido a las mutualistas". Lacalle deja claro que tiene una concepción radicalmente distinta a la que se ha impulsado con la reforma de la salud.
La reforma de la salud impulsada por el gobierno de Tabaré Vázquez, cumpliendo con un compromiso electoral y un reclamo del movimiento sindical uruguayo de décadas, implica tomar al ciudadano como centro y la salud como un derecho.
Ha ampliado la cobertura médica a cientos de miles de uruguayas y uruguayos, sobre todos niños y niñas, que estaban fuera de ella. Ha incorporado a usuarios y trabajadores a la gestión de la salud. Ha más que duplicado el presupuesto de Salud Pública, mejorando los salarios médicos y no médicos, pero también invirtiendo en infraestructura, particularmente en el interior del país.
Por supuesto que aún falta mucho, la situación del Hospital de Clínicas lo muestra a las claras, como también la de varias mutualistas privadas.
El tema es si se avanzará y se profundizará un camino de cambios emprendido por primera vez en la historia, que rompe con la consideración exclusivamente mercantil de percibir la salud como un negocio o si se vuelve a la situación anterior. Lacalle, legítimamente y con diáfana claridad, propone dar marcha atrás con los cambios, también en el terreno de la salud.
Sin embargo, los argumentos a favor de la reforma de la salud, no sólo parten del gobierno, del Frente Amplio y de los trabajadores.
La directora de la Organización Panamericana de la Salud, Mirta Roses visitó nuestro país la semana pasada.
La destacada experta internacional, una de las funcionarias de más alto rango en organismos de salud multilaterales, dijo que el Sistema Nacional Integrado de Salud "es un modelo". Roses se declaró "admirada de que este trabajo se haya hecho de manera tan profunda y responsable". Destacó que "desde 2005 Uruguay comenzó a transitar por un camino de renovación de la atención primaria de la salud y se le ha dado importancia a valores como la solidaridad, la equidad y la inclusión".
Roses sostuvo que "hay certeza de que el verdadero desarrollo de un país requiere haber pasado por un profundo y efectivo proceso de reforma del sector salud".
La directora de la OPS indicó que "la realidad internacional muestra a muy pocos países que lograron avances significativos en esta materia. En la mayoría de los cosas ni siquiera se pudo instalar el tema para debatir, apenas se introdujeron mejoras parciales, sin participación de la sociedad".
También en la salud se enfrentan dos concepciones: la de concebirla esencialmente como un negocio a ser defendido, con poderosos intereses involucrados por cierto y la de enfocarla desde una perspectiva de derechos, potenciando el inocultable impacto de inclusión social y de redistribución que tiene ese sector.
Lacalle cuestiona la reforma de la salud y quiere volver a lo de antes; el gobierno del FA quiere profundizar los cambios recién iniciados, que son tomados como "modelo" a nivel internacional.

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