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miércoles, 22 de julio de 2009

El último caudillo blanco alzó su voz contra el Mausoleo de Bordaberry


En setiembre de 1980 el país estaba abrumado por la propaganda de la dictadura a favor del texto constitucional que los militares querían imponer. Wilson, desde el exilio, se pronunció en contra de la iniciativa y consideró al mausoleo de Artigas una obra de corte "napoleónico".
Wilson. "Bordaberry puso a Artigas en un mausoleo de pórfido faraónico y napoleónico".
Mausoleo. "A Artigas había que hacerlo callar; y ahora nada dicen las paredes pero los orientales lo oyen igual".
En uno de los innumerables casetes que Wilson enviaba periódicamente desde el exterior para que se difundieran entre la militancia (casete conservado por el diputado del Espacio 609 Rubén Martínez Huelmo) el líder blanco insiste exhortando a rechazar el proyecto de reforma constitucional por considerarlo esencialmente antiartiguista.
Al respecto, alude al artículo 18 de las Instrucciones del año XIII, donde se expresa textualmente: "El despotismo militar será aniquilado con trabas constitucionales que aseguren inviolable la soberanía de los pueblos". Explica que Artigas "temió que pudiera creerse que él pretendía imponer el contralor de las armas sobre la representación popular y se alzó estremecido como ante un insulto, porque insulto hubiera sido. Y anunció, en la humilde sencillez que sólo pueden permitirse los grandes, su sometimiento a las decisiones de los representantes de la nación". Y a continuación, dedica algunas reflexiones sobre el mausoleo inaugurado tres años antes. Dice Wilson con su voz inconfundible:
"Bordaberry (perdónenme que lo mencione, pero lo necesitaba para el argumento y dicho está) a veces era coherente, aunque a veces ustedes se sorprendan también de esta segunda afirmación; cuando decidió albergar las cenizas de Artigas en un mausoleo napoleónico, olvidando que un oriental, cuando piensa en Artigas, no lo hace en términos de conquista o de gloria sino que simplemente se dirige a él llamándole Padre, le dice Padre de la Patria, cuando resolvió, porque de estas cosas no entendía, meterlo en un mausoleo solemne, de pórfido entre faraónico y napoleónico, dictó un decreto prohibiendo que en dicho mausoleo se estampara ninguna frase, ningún pensamiento, ninguna cita artiguista.
El decreto decía ­yo no lo tengo aquí (un exiliado es un hombre sin papeles) pero sé que este es el concepto y las palabras deben diferir muy poco­ que cualquier frase de Artigas que se eligiera podía ser objeto de interpretación o de explotación política. Y tenía razón, vaya si tenía razón. A Artigas había que hacerlo callar; y ahora nada dicen las paredes pero los orientales lo oyen igual". Rubén Martínez y el profesor de historia Andrés Lorenzo entienden que resulta evidente que el mausoleo es funcional a la dictadura, que representa exactamente los valores del gobierno cívico-militar, cuya única forma de homenajear al prócer fue construir un mausoleo faraónico exactamente en oposición a la proverbial sencillez del jefe de los orientales. Rubén Martínez Huelmo está dispuesto a dar batalla, cuando el proyecto del presidente Vázquez ingrese a Diputados, para apoyarlo calurosamente.
LA REPUBLICA

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