En contraste con la imagen de un hombre medio perdido
vagando en mangas de camisa por un aeropuerto europeo el martes, donde
permaneció retenido contra su voluntad, Morales regresó como un héroe a
La Paz, donde se le recibió de forma triunfal tras 13 horas de forzosa
escala y 17 horas de vuelo, en respuesta a la humillación que sintió el
país.
Con pétalos en el cabello y collar de flores sobre una chaqueta negra
un Morales de aspecto cansado denunció desde la gélida pista del
aeropuerto de El Alto, a más de 4.000 metros de altitud, “la
provocación” y “el desprecio” hacia su cargo “su país y “todo un
continente”.
Ese mismo día, cinco horas más tarde, cinco presidentes, sus
aliados de la izquierda radical (segun el neofranquista - fascista - neonazi PP ) en la región, viajarían hacia Bolivia
para manifestarle su indignación y solidaridad.
La historia personal de Evo Morales, pastor de llamas en el altiplano
andino en su infancia y luego trompetista antes de devenir en cocalero y
sindicalista, muestra hasta que punto el presidente boliviano supo
salir adelante en medio de la adversidad.
Según un 60% de los pobladores de origen indígena de Bolivia,
uno de los países más pobres de América Latina, “Evo” es ante todo “uno
de ellos”.
Biografía de un luchador
Nacido hace 53 años en un hogar pobre y sin electricidad ni agua, en
Isallavi (sur de Bolivia), Morales, cuya lengua materna es el aymara,
nunca terminó la escuela y vive su presidencia como una revancha
histórica.
En su biografía, Morales cuenta cómo creció con siete hermanos,
cuatro de los cuales murieron en la infancia, “en una choza de barro con
techo de paja de una pieza de tres por cuatro metros. Era la
habitación, cocina, comedor, todo junto”, escribió.
Morales resume su credo con estas palabras: “Lo más
importante para mí es trabajar, la escuela, la familia, no robar, no ser
perezoso ni mentiroso”.
“El lado ideológico”, dijo, “viene de la lucha sindical. Es otra
escuela, el estudio de los aspectos sociales, culturales, políticos, se
trata de mi sindicalismo.”
Morales ganó dos veces (2005 y 2009) las elecciones presidenciales en primera vuelta y buscará un tercer mandato en 2014.
Tímido y con un español no siempre perfecto, el presidente boliviano
ha demostrado que sabe resistir y hacer frente a las presiones
internacionales, en especial a la de Estados Unidos.
Sus partidarios elogian su modestia, su calidez. Sus amigos alaban su
dedicación al trabajo y al diálogo. En la otra orilla, sus rivales
denuncian su incapacidad para el consenso.
Morales es de gustos sencillos, como ver televisión, comer entre
amigos y jugar fútbol a la menor ocasión que se le presente en su tiempo
libre.
Su vicepresidente, Alvaro García, lo describe como “un campesino, un hombre honesto que defiende la soberanía del país”.
Discriminado
“Yo no soy un criminal, soy el presidente”, protestó Morales
durante una conferencia de prensa en el aeropuerto de Viena,
describiendo su parada obligada “casi como un secuestro” después que
cuatro países europeos le negaron acceso a su espacio aéreo ante la
sospecha de la presencia en su avión del analista de seguridad
estadounidense Edward Snowden.
Bolivia es, con 10 millones de habitantes, el eterno pariente pobre de América Latina.
El país altiplánico ha perdido todos sus conflictos armados, lo que
le costó además perder su territorio en la costa del Pacífico que le fue
arrebatado por Chile luego de la guerra a fines del siglo XIX, una
herida que permanece aún abierta.
La colonización y la dominación española fueron de “una violencia
inaudita”, indica, a condición de no ser citado por su nombre, un
profesor universitario europeo especialista en Bolivia.
“La escala forozosa de Morales en Austria” ha sido “vivida en Bolivia como una humillación inconcebible” y suscitó “una reacción de rechazo muy fuerte” hacia Europa, agregó el profesor.
“Políticamente”, estimó el analista boliviano Carlos Cordero, “el
incidente diplomático está siendo transformado por el gobierno en un
éxito político para el presidente Morales porque se han generado
muestras de solidaridad en Bolivia y el mundo”.
Según Cordero, “da la impresión que va a alimentar un poco más el orgullo del presidente Morales, porque varios dignatarios
de la Unasur se han movido como un solo hombre y él se ha puesto a la
vanguardia de lo que es el liderazgo latinoamericano, exigiendo explicaciones y disculpas”. AFP
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