La presencia de mercurio en el organismo de las mujeres españolas es
más de seis veces superior a la media de 17 países europeos. Es una de
las conclusiones del proyecto Democophes,
que ha estudiado la exposición a cinco contaminantes ambientales en
mujeres y niños: mercurio, cadmio, cotinina, ftalatos y bisfenol A. Se
trata de sustancias que preocupan a los expertos por sus efectos en la
salud. El mercurio, cuyos altos niveles se explican por el elevado
consumo de pescados como el atún rojo y el emperador, está considerado
un neurotóxico que afecta al desarrollo infantil. El Ministerio de Sanidad recomendó en 2011 a embarazadas y menores de 3 años no consumir estas especies por ese motivo.

Los equipos científicos de los 17 países participantes reclutaron a
1.844 parejas de madres e hijos —niños de entre 6 y 11 años y madres
menores de 45 años— y tomaron muestras de orina y pelo para después
analizar la exposición a estos cinco contaminantes. Para el bisfenol A
se contó con menos parejas, 621.
Años bajo sospecha
2003. Tiburones. En 2011 la organización ecologista Oceana consiguió, tras tres años de litigio, que se hiciera público un informe de 2003 del Instituto Español de Oceanografía sobre la presencia de mercurio en el pez espada, el marrajo y la tintorera. En estas tres especies la concentración era muy superior al miligramo de metal por kilogramo de animal, que es el máximo permitido. En concreto, el 62,5% de las 128 muestras de marrajo superaba el nivel máximo permitido de mercurio. El 54,2% de las muestras de pez espada estaban por encima del límite legal en mercurio y el 79% excedían el límite de cadmio. En la tintorera, el número de muestras con concentración superior a la permitida baja hasta el 50%. En atún rojo solo cuatro muestras estaban por encima del límite. Después del informe, la industria pesquera pidió una rectificación oficial por la alarma creada.2011. Bebés. El mercurio (y otros contaminantes) pasan a los bebés desde la madre antes y después del parto. Un estudio realizado entre mayo de 2004 y agosto de 2008 analizó 1.883 muestras de cordón umbilical en España. El grupo de investigadores concluyó que el 64% tenía niveles superiores a 5,8 microgramos de metilmercurio por litro de sangre, el nivel que se considera admisible.
Por regiones, en Asturias lo superaba el 75,6%; en Sabadell el 49,1%; en Valencia el 68,4%, y en Guipúzcoa el 64,7%.
Aunque la muestra no es representativa de la población europea,
señalan los autores, que recomiendan ampliar su estudio, es la primera
vez que se evalúa de manera armonizada la exposición de los ciudadanos a
estas sustancias. Todos los países usaron “una metodología
estandarizada de análisis”, explica Ferran Ballester, epidemiólogo del
Centro Superior de Investigación en Salud Pública (CSISP) de la
Generalitat Valenciana. Al usar el mismo protocolo, los resultados son
comparables aunque los análisis se hicieran en diferentes laboratorios.
El trabajo muestra que en España la presencia de cotinina (un
metabolito de la nicotina, es decir, un producto de su transformación en
el organismo) también es alta. Es el quinto país, tras Rumanía,
Hungría, República Checa y Polonia, donde los niveles de esta sustancia
en la orina de los niños que participaron en el estudio son más
elevados. Casi doblan la media. Este biomarcador permite identificar el
grado de exposición al tabaco. Asimismo, los niveles de metabolitos de
ftalatos, compuestos químicos presentes en productos de uso diario
hechos de plástico y en cosmética, también son altos en España, según el
estudio. Es el cuarto país donde los análisis dieron resultados más
elevados en la orina de los niños.
“Sabemos que hay muchas enfermedades vinculadas a los productos
químicos”, aseguró ayer Ana Fresno, la subdirectora general adjunta de
Calidad del Aire y Medio Ambiente Industrial del Ministerio de
Agricultura, durante una jornada sobre contaminantes en alimentos
organizada por la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición.
Fresno dedicó parte de su intervención sobre gestión del riesgo de los
contaminantes en el medio ambiente a enumerar las conclusiones del
estudio Democophes, que los equipos científicos de los países participantes presentaron en noviembre pasado.
“Como era previsible, los niveles de mercurio en España son altos y se
incrementan con la edad, algo normal puesto que el factor que más
influye es el consumo de pescado”, señaló. El mercurio se acumula en el
organismo.
La experta destacó que los niveles de cotinina son “superiores a la
media de la UE”, igual que los de ftalatos en orina. En cambio, los de
cadmio están por debajo. Fresno subrayó también que España aparece solo
ligeramente por encima de la media en el caso del bisfenol A, una
sustancia química que se usa para fabricar envases duros como botellas o
tuppers y en los revestimientos de latas de conserva. Este compuesto se
ha relacionado con enfermedades como diabetes, infertilidad, cáncer de
mama y de próstata. La Unión Europea lo eliminó de los biberones
infantiles en 2011.
Los cinco contaminantes que se analizan en el estudio están bajo la
lupa de las organizaciones internacionales y nacionales dedicadas a
velar por la salud de la población. En el caso de los ftalatos y el
bisfenol A, la Organización Mundial de la Salud alertó en un informe de febrero pasado del peligro que suponen los alteradores
—también llamados disruptores— endocrinos, compuestos presentes en
plásticos y cremas, capaces de simular el comportamiento de las
hormonas, que suponen una “amenaza global” por sus efectos en la salud,
según esta organización.
También el mercurio preocupa a los expertos. En enero pasado más de 140 países cerraron en Ginebra un pacto mundial para restringir su uso.
A partir de 2020, estará prohibido en baterías, lámparas, relés y
cosméticos, y se controlarán las emisiones de plantas térmicas,
cementeras y químicas. Se irá abandonando progresivamente en odontología
—se ha usado en las amalgamas de los empastes—, pero se seguirá
empleando como conservante en vacunas y otros dispositivos para los que
no hay sustitutos. El tratado se llamará Convención de Minamata, nombre
de la localidad japonesa que en los años cincuenta sufrió una
intoxicación masiva por vertidos de metilmercurio al mar. Fue este
accidente el que desveló a los expertos los peligros que entraña esta
sustancia. La población de Minamata se intoxicó al comer pescado y
marisco contaminado y padeció lesiones cerebrales, parálisis, habla
incoherente...
El estudio del Instituto de Salud Carlos III de 2011 mostró que las
comunidades con más presencia de este metal pesado en el organismo de
sus habitantes fueron Andalucía, Murcia, Valencia, Galicia, Asturias y
Cantabria. La que menos, Castilla y León, una de las zonas donde menos
pescado se consume. Niveles, por otro lado, semejantes a otros países
que incluyen mucho pescado en su dieta, como los mediterráneos y Japón,
explicó entonces la autora, y superiores entre 6 y 10 veces a los
Alemania, Estados Unidos y Canadá. Este nuevo estudio europeo, que el
Ministerio de Sanidad no valoró ayer, ratifica la enorme diferencia
entre España y sus vecinos europeos.
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