Los sin papeles siguen en un laberinto sanitario. La póliza de salud que el Gobierno anunció para garantizar la atención básica a extranjeros en situación irregular no existe seis meses después de que fueran excluidos del sistema.
Desde entonces, por ley, alrededor de 150.000 solo tienen derecho a la
atención de urgencias, parto, posparto y pediatría. El convenio que ideó
el Ministerio de Sanidad y que —aunque pagando 710 euros al año si son
menores de 65 años y el doble sin son mayores— les permitiría acudir sin
trabas a consultas de atención especializada o pruebas diagnósticas
está paralizado. Mientras, la atención que reciben es desigual según las
autonomías. Algunas, como País Vasco, Asturias o Andalucía, les asisten
a pesar de la ley. Otras, como Madrid, cumplen estrictamente la
exclusión.
El citado convenio fue aprobado en octubre pasado
por el Consejo Interterritorial de Sanidad para dar cobertura a todo
aquel que hubiera quedado fuera del sistema con la reforma sanitaria y
quisiera contratarlo: los sin papeles y los rentistas que ganan más de
100.000 euros, por ejemplo. El convenio iba a regularse mediante una
orden ministerial, pero finalmente se hará a través de un Real Decreto
porque “garantiza más seguridad para aquellos que se acojan”, según
Sanidad. Aseguran que el hecho de que País Vasco y Andalucía hayan
recurrido la exclusión sanitaria al Tribunal Constitucional nada ha
tenido que ver en el retraso de este capítulo del polémico peaje
sanitario.
El documento está ahora a la espera del dictamen preceptivo del
Consejo de Estado. Allí estudiarán su contenido y las alegaciones que
hayan presentado las comunidades. Asturias, por ejemplo, a la totalidad
del texto.
Discrepan de la nueva regulación, que según aseguran también las
organizaciones que trabajan con extranjeros en situación irregular, está
causando casos graves de desatención. El Foro para la Integración Social de los Inmigrantes,
órgano consultivo adscrito al Ministerio de Trabajo —y en el que
participan asociaciones, expertos o la administración— denuncia que la
desasistencia no solo afecta a las personas que han sido excluidas por
ley. También habla de casos de menores, embarazadas o pacientes que han
tenido dificultades para recibir atención urgente.
Es un problema que se deriva de la falta de información que impera en
muchas regiones tras la reforma y que está provocando, por ejemplo, que
algunos extranjeros en situación irregular que van a urgencias reciban
una factura por el servicio. Como Selina, nigeriana de 27 años, que tras
acudir a un hospital valenciano con vómitos y mareos recibió una carta
de pago de 82 euros. No la pagó, cuenta, pero tuvo dudas.
Ese envío de una factura, o una carta reclamando el documento que
acredite que la persona atendida tiene derecho a la cobertura pública,
es habitual. Las administraciones aseguran que se hace para todo aquel
que acuda a urgencias sin tarjeta sanitaria. Tanto extranjeros como
españoles. También si van por procesos relacionados con, por ejemplo,
accidentes de tráfico; situaciones que debe cubrir la mutua del afectado
y no la sanidad pública.
Ese sistema de prefacturación no se ha modificado con la llegada del
peaje sanitario, lo que fomenta ese tipo de situaciones. Tampoco,
critica Rafael Sotoca, portavoz de Médicos del Mundo,
se ha establecido una fórmula que evite tener que presentar la tarjeta u
otro documento acreditativo. En Navarra los sin papeles deben hacer un
escrito alegando que carecen de recursos. En Madrid, según explica una
portavoz, deben presentar el certificado de empadronamiento y el
pasaporte.
Las administraciones, no obstante, aseguran que no se ha cobrado a
nadie por la atención urgente. De hecho, tampoco hay constancia de que
haya habido pagos por las consultas de la cartera básica —primaria,
pruebas o especializada— a las que, por ley, la mayoría de los pacientes
no tendrían derecho. Un dato que, para Sotoca, puede significar que
algunos estén siendo atendidos por médicos objetores o que están dejando
de ir a los centros de salud.
Solicitar una única consulta y pagar por ella es complicado. No todas
las autonomías tienen, si quiera, un sistema regulado para hacerlo. Es
uno de los motivos por los cuales se ideó la póliza-convenio, una opción
que, sin embargo, disgusta a las organizaciones que trabajan con los
sin papeles que apuntan que la mayoría de ellos no podría, aunque
quisiera, contratar un seguro tan caro. José Martínez Olmos,
portavoz de sanidad del PSOE, presentará una proposición no de ley para
evitar ese cobro que está generando, dice, “miedo a ir al médico”.
Mientras, tanto las comunidades —incluso aquellas que no han
establecido un paraguas específico de atención— aseguran que no se han
dado situaciones de desprotección grave. En el departamento de Ana Mato
apuntan que las autonomías no les han notificado casos de afectados; a
pesar de que las organizaciones sí han informado de ellos a las
regiones.
Uno de ellos es el de Joan Bogdan. Este rumano de 61 años fue operado
de un cáncer de lengua en el Hospital de Palma en 2010. Nunca tuvo
tarjeta sanitaria y nunca se le pidió. “Vive conmigo, que trabajo en
España y como no nos lo dijeron no la tramitamos”, dice su hija Simona.
Tras la operación, Bogdan recibió varias sesiones de radioterapia y
tuvo seguimiento médico hasta la consulta que le tocaba en verano.
Entonces, cuando acudió a la cita, le informaron de que tenía una
factura pendiente de más de 20.000 euros por la atención anterior. Un
ejemplo más de la falta de información de profesionales y pacientes.
“Nos quedamos helados. No podíamos pagar”, dice Simona. Así, decidieron
acudir a una consulta privada. Allí le detectaron que el cáncer se le
había reproducido. “No sabíamos qué hacer”, dice la hija. Recurrieron a
Médicos del Mundo que hizo público su caso. Poco después, recibieron
aviso de que podía volver al hospital. “Todavía no le pueden volver a
operar, pero mañana tiene su segunda sesión de quimioterapia”, dice
Simona.
El camino del peaje sanitario
La exclusión. El 1 de septiembre entró en vigor la parte del decreto del Gobierno de Mariano Rajoy que excluía del sistema normalizado a los inmigrantes en situación irregular. Con la nueva normativa solo tienen derecho a atención de urgencias, parto, posparto y pediatría. La medida afecta a unas 150.000 personas.La diversidad autonómica. Las comunidades asumen el decreto de manera muy dispar, con coberturas muy distintas en cada caso, según un informe de Médicos del Mundo. También es desigual la información del personal sobre la norma
Los paraguas. Andalucía, Asturias y Cataluña no aplican la ley y siguen atendiendo a los sin papeles como antes. País Vasco y Navarra aprobaron decretos autonómicos para garantizar la asistencia. Otras, como Castilla y León, Comunidad Valenciana y Galicia han desarrollado herramientas administrativas para seguir proporcionando atención a los extranjeros en situación irregular. Por el contrario, Baleares, Cantabria, Extremadura, La Rioja, Madrid, Murcia y Aragón cumplen, según Médicos del Mundo a rajatabla el decreto de exclusión sanitaria.
Los recursos contra la ley. Andalucía y País Vasco han recurrido la reforma sanitaria al Tribunal Constitucional. También el Ministerio de Sanidad ha recurrido el decreto autonómico que aprobó Euskadi, y que evitaba el aumento del copago farmacéutico. El alto tribunal emitió hace unas semanas un informe, que no es definitivo, en el que apunta, que por motivos de salud pública, País Vasco puede seguir garantizando la atención.
No hay comentarios:
Publicar un comentario