Corinna. Debería escribirse con tres o cuatro enes. O cinco. ¿Quién
dijo que las rubias eran tontas? Por favor, un respeto. Ni las de bote.
Que hay que tener las cosas claras y el alma acorazada para jugar a la
oca como si fuera el ajedrez y hacerle jaque mate al Rey y a quien se te ponga por delante.
Y tiro porque me toca, dirá ella. Y es que es, sin duda, una
profesión. Años de dedicación y un trabajo de fin de carrera con una
pareja que te hace millonaria, y otra que te convierte en Alteza. Doble
seis. A otra cosa. Y ahora que Diego Torres chantajea con sacar emails
más que comprometidos en los que Corinna se confiesa, me muero de curiosidad.

Una segunda boda y el título de Princesa gracias al Príncipe Casimir
Zu Sayn-Wittgenstein y antes Corinna Larson, nacida en Ditzingen, hace
47 años.
Me pregunto qué guarda Diego Torres como para forzar este golpe de efecto
y entregar al juez instructor del caso Noos unos correos electrónicos
que desvelan que esta entidad "sin ánimo de lucro" gestionó la
participación en el evento turístico-deportivo Valencia Summit 2004, que
financiaba la Generalitat, de Corinna, que también acompañaba al Rey en
la cacería de Botsuana. En fin, mejor que el Cluedo. Más completo. Y
sin asesino.
Por ahora. No me gusta echar leña al fuego. Pero la maniobra de
Torres me ha dejado muy intrigada. Y un poco harta de comprobar que el
dinero público, que tanto esfuerzo nos cuesta ganar, una vez más, no se
ha dedicado a cubrir pensiones, a arreglar carreteras, a investigar cómo
curar el Síndrome de Rett o a afianzar las ayudas a la dependencia, si
no, entre otras cosas, a que Corinna pase "unos días maravillosos",
según sus propias palabras, en Valencia, junto al mar. Pues qué bien.
De puente a puente, y tiro porque me lleva la corriente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario