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miércoles, 19 de diciembre de 2012

¿Siente Merkel ya la fragilidad de Alemania?


La Vanguardia

Con aparentemente todo a su favor de cara a su reelección, la canciller da una muestra de inseguridad y no parece tenerlas todas consigo


 
Inesperadamente la conferencia de prensa que la canciller alemana ofrece anualmente a la asociación de la prensa extranjera tuvo lugar ayer bajo “formato Rajoy”: intervención de diez minutos de Merkel y cuatro preguntas. Una señal de debilidad. En las elecciones del próximo septiembre su rival, el candidato del SPD, Peer Steinbrück, parece perfectamente diseñado para perder mientras que el prestigio de Merkel está bien alto: ¿Cómo se explica esta señal de debilidad?
Merkel acaba de lograr un nuevo “triunfo” en Bruselas, si por triunfo se entiende salirse con la suya, ahora con el tema de una supervisión bancaria que elude la inspección de los peores bancos alemanes. “La política europea se ha convertido en casi política interior para Alemania”, dijo la canciller en la corta parte publicable de su comparecencia.
No lo dijo en el sentido jactancioso de que es Alemania la que manda en Europa, sino, al contrario, para subrayar lo mucho que su país depende de Europa en sus exportaciones: 40% a la zona euro y 60% al conjunto de la UE, recordó.
Se le preguntó si le había dicho a Rajoy que no solicite el rescate integral de España hasta después de las elecciones alemanas, y si ha pedido a Monti que se presente a las elecciones en Italia. “Nada de eso”, respondió, “si me lo piden puedo dar consejos, pero las decisiones se toman en los países”. Los temas que presidirán el panorama alemán en los próximos nueve meses son: el cambio energético, la creación de plazas de parvulario y la integración de los emigrantes, explicó. Oficialmente la crisis no ha llegado a Alemania.
“En lugar de entender las interrelaciones globales, para el consumidor de noticias alemán la crisis es ver como Merkel va de una cumbre a otra en la que la salvación de Grecia y de Europa avanza un poco más, lo malo es que desconocemos la verdad sobre Grecia, sobre Alemania y sobre Europa”, señala un estremecedor artículo sobre el estado de cosas en Grecia publicado por el Frankfürter Allgemeine Zeitung. El inusual artículo pronostica una guerra civil en el país heleno. Algo de eso debe percibirse en la cancillería.
La gran pregunta es si la retórica triunfal del “Alemania va bien” se hundirá antes o después de las próximas elecciones alemanas de septiembre. Tenemos por delante nueve meses para comprobarlo. El terreno es quebradizo.
Algunos expertos auguran que para primavera Alemania puede estar en recesión. El instituto IMK estima en un 60% ese riesgo. Algunos bancos están despidiendo personal, cierran periódicos de prestigio y la industria del automóvil se dispone a adoptar de nuevo el trabajo a jornada reducida (kurzarbeit) que en la recesión de 2009 logró preservar más de un millón de puestos de trabajo.
El sector del automóvil alemán, el que mejor se mantiene en Europa, tiene un 10% menos de encargos que el año pasado en Europa y el conjunto de la industria un 11% menos. Ni siquiera uno de cada diez exportadores alemanes cuenta con incrementos de ventas en los próximos tres meses. ¿Deberá preparar Merkel un nuevo “plan de estímulo” en el 2013? Si eso es así, ¿a partir de qué mes y cómo influirá en su campaña electoral?
¿Cómo respirará Europa dentro de nueve meses? ¿Qué gobierno habrá en Grecia, y en Italia y cómo sumará todo ello? Merkel tiene razón: la política europea ya casi es política interior alemana. Y Europa va manifiestamente mal. La eurocrisis indica los negativos efectos de la estrategia nacional alemana, puramente exportadora y austericida. Esas son las inseguridades que rodean al “Alemania va bien” que enarbola Merkel. Incluso si el SPD está manifiestamente mal preparado para asumir la crítica de algo de lo que fue, por lo menos, coautor, la fragilidad es manifiesta.

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