Hubo un tiempo, no muy lejano, que la fresa de Huelva tenía melena rubia y ojos claros.
A finales de los 90, los campos empezaron a llenarse de temporeras
polacas contratadas a miles por los empresarios agrícolas, ante la
imposibilidad de completar sus plantillas de jornaleros por el auge de
la construcción.
La fresa era un trabajo "muy duro" y el ladrillo engordaba las carteras de
los trabajadores españoles, que durante años han despreciado el tajo en
el campo. Hoy el escenario es bien distinto. La crisis y el desempleo
galopante están empujando a los nacionales a 'nadar' en un océano de
plásticos, a doblar el lomo noventa grados para arrancar el fruto de su
mata.
Hace 20 años, los agricultores traían temporeras polacas a miles, ante el rechazo español
En una provincia con 85.400 parados y una tasa de
desempleo que supera el 34%, poder trabajar en la fresa es casi un
privilegio que permite pagar el recibo de la luz y aflojar la soga de la
hipoteca. En los dos últimos años, la campaña fresera ha absorbido a
más de 10.000 trabajadores de los pueblos productores de la provincia.
Ya el año pasado la mano de obra local creció un 10% y para éste se
espera un incremento del 8%.
De esta forma, la patronal fresera da respuesta al compromiso
adquirido con las administraciones de "hacer un gran esfuerzo" y
priorizar el empleo local a fin de mitigar, aunque sea por unos meses,
la difícil situación económica que están atravesando muchas familias que no cuentan ya con ninguna fuente de recursos.
Alberto Garrocho es el presidente de la Asociación Onubense de
Productores y Exportadores de Fresas (Freshuelva): "Ahora, todo el
mundo, familiares, vecinos y amigos, viene a pegarte en la puerta para
trabajar, pero lo que quiere el empresario es mano de obra que sea fiable, que hoy venga a trabajar y mañana también, y que en momentos puntuales de mucha producción no les falle".
"Ahora, familiares, vecinos y amigos vienen a pegarte en la puerta, pero lo que quiere el empresario es mano de obra que sea fiable"
Una de las causas que también motivó la contratación en sus países
de origen de temporeros llegados, principalmente, de Europa del Este
fue que los jornaleros locales y de provincias cercanas, como Sevilla y
Cádiz, abandonaban los campos cuando alcanzaban las peonadas suficientes
para cobrar el PER. Entonces, el agricultor perdía toda la cosecha.
"Esto hizo que el sector buscase esa mano de obra fuera de España, y que
a lo largo de los años ha demostrado ser fiable, competitiva y muy
buena trabajando", señala el presidente de Freshuelva.
Precisamente, el incremento de la mano de obra local y nacional
supondrá cerrar las puertas a esos temporeros inmigrantes contratados en
origen. Así, para este año, los empresarios tan sólo contarán con un
cupo de reserva de aproximadamente 1.500 trabajadores extranjeros, mujeres marroquíes en su inmensa mayoría,
que podrán ser avisados si durante la campaña fuera necesaria ampliar
las plantillas. Una cifra que queda muy lejos de los 25.000 contratos en
origen de 2008, cuando aún la crisis económica era incipiente.
En total, la campaña fresera onubense que acaba de arrancar y que tendrá su punto más álgido a finales de marzo,
supondrá la contratación de 60.000 temporeros, entre jornaleros
españoles y procedentes de países de la Unión Europea, sobre todo de
Bulgaria y Rumanía.
Hubo españoles que abandonaban los campos cuando alcanzaban las peonadas suficientes para cobrar el PER
Hoy, las melenas rubias y los ojos claros cruzan las calles de
pueblos agrícolas como Palos de la Frontera tirando de la mano de sus
hijos camino a la escuela. Algunas de aquellas polacas que llegaban a
miles encontraron en la provincia de Huelva un hombre con el que salir del océano de plástico, maridos que ahora doblan el lomo para escapar del infierno del paro.
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