
Los especialistas están convencidos que las mariposas deben ser vistas viviendo en su habitat natural y los humanos debemos poder compartir un momento con ellas. Por supuesto que el mariposario no debe tener mallas ni vidrios que obstaculizen la visión, y rechazan de plano la idea de estos animales enhebrados en una aguja y exhibidos en un insectario.
Cómo se creó
Rafael Cuadrado, veterinario, tuvo su primera experiencia con los mariposarios en las Islas Canarias, allí su interés por los “barboletarios” como allí les llaman, desperto el interés del técnico.
Posteriormente visitó instalaciones de similar corte en la ciudad brasileña de Camboriú, donde además descubrió que las exigencias financieras para construir su propio mariposario, no eran las europeas: los brasileros hacían lo mismo, mucho más barato.
Investigó, y logró erigir una bóveda de caños plásticos de PVC, con un mosquitero, de casi mil metros cuadrados, con senderos y disposiciones para los paseantes.
En Uruguay, las áreas compartidas con Brasil y Argentina, se alcanza a contar unas 2.000 especies diferentes de mariposas, y se cree que hay aún sin registrar.
El primer mariposario uruguayo, permanece abierto todo el verano de 11 a 18 horas, en ruta 10 antes de José Ignacio: hay señalización.
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