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martes, 9 de agosto de 2011

Egipto: justicia pende en la cuerda floja


Hosni Mubarak
El Cairo, 8 ago (PL) La suspensión del juicio al expresidente Hosni Mubarak, dos de sus hijos y el exministro del Interior Habib el Adly dejó en vilo a la opinión pública egipcia, impaciente ante la inacción de la justicia.

El inicio del proceso el pasado miércoles 3 fue un barómetro para medir la presión política en este país: seguidores y adversarios del defenestrado "rais" chocaron con violencia en el perímetro de la Academia de la Policía de esta capital, una situación que amenaza repetirse en el futuro.

Mubarak y sus hijos Gamal y Alaa volverán a vérselas con el tribunal el próximo día 15; el Adly y sus subordinados inmediatos el 14, según los sucesivos anuncios que dieron cuenta de las posposiciones.

Resulta difícil determinar ahora si la diferencia de fecha significa que ambos procesos serán llevados por separado, una posibilidad factible dada la conveniencia de evitar careos entre los encartados.

Ese cuidado de las autoridades se explica por las violentas confrontaciones esta semana entre leales y detractores de Mubarak durante las cuales 53 personas resultaron heridas y la imposdibilidad del Consejo Supremo Miolitar (CSM, gobierno provisional) de adoptar medidas que aumenten la volátil temperatura política en el país de las pirámides.

Aunque en minoría, los fieles del derrocado mandatario son notorios por su agresividad y se les responsabiliza con algunas de las más de 800 muertes registradas durante las manifestaciones iniciadas el pasado 25 de enero.

De su lado, los concentrados en la Plaza Tahrir son una mayoría aplastante y han dejado en claro que no piensan mantenerse de brazos cruzados ante posibles ataques.

Una confrontación generalizada entre ambos bandos puede desembocar en el embrión de una guerra civil, algo que el CSM quiere evitar por razones obvias.

Cuando días atrás los manifestantes volvieron a la Plaza Tahrir, el CMS advirtió que no permitiría disturbios como los que desembocaron en la renuncia de Mubarak, pero ante la firmeza de los concentrados levantó la proscripción casi de inmediato y, más aún, anunció la fecha del juicio a Mubarak y pasó a retiro a 669 altos oficiales de la policía.

Pero quedar bien con Dios y con el Diablo sigue siendo una tarea imposible, ya que pasaron por alto a los leales del defenestrado mandatario, los cuales conservan capacidad de convocatoria como demostraron el pasado miércoles.

Mientras, la justicia pende en precario equilibrio entre los que demandan la pena máxima para el hombre que por tres décadas rigió a Egipto con mano de hierro y los que confían en el retorno del mubarakismo, aunque sea con otros rostros.

Habida cuenta ese paisaje, en las presentes circunstancias es más fácil desentrañar el secreto de la Efigie que discernir cuál será el curso inmediato de los acontecimientos.

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