Hace unos días, el sector lácteo, sobre todos las industrias, se ponían en pie de guerra por la publicación de un informe de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) sobre la distinta calidad de las marcas de leche, un estudio controvertido y acusado de falta de rigor.
Entre las contradicciones que se apuntaban desde el sector lácteo destacaba su sorpresa por el hecho de que algunas segundas marcas o marcas blancas de determinadas firmas aparecían en el informe como mejor valoradas que las primeras, aquellas que son 'banderas' de prestigio de las respectivas empresas.
Al margen de la defensa de la buena calidad de la leche producida en España, respaldada también por la ministra de Medio Ambiente y Medio Rural, Rosa Aguilar, la polémica ha surgido por otras cuestiones, puestas en relieve sobre todo por el sector productor, esto es, los ganaderos que son los menos beneficiados del negocio de los productos lácteos.
Quizás la cuestión más llamativa para el consumidor sea el hecho de que la leche que venden las centrales lecheras bajo diversas marcas y distintos precios sea de la misma calidad, sobre todo porque procede del mismo tanque o silo. Es la misma.
Según cuentan los ganaderos, toda la leche recogida por las centrales de las diferentes explotaciones agrarias, tras los controles previos a su envasado, va a parar a un silo único después de haber retirado la nata. A partir de allí, se empieza a envasar sin parar hasta que se agotan las existencias y sólo hace falta cambiar el envase, el tetra brik o la botella de plástico, añadiendo nata en la cantidad adecuada para las leches semidesnatadas o enteras.
Marcas y precios
No hace falta más que pasarse por los lineales de los supermercados y grandes superficies para comprobar que se ofrecen marcas de leche al precio de 0,90 euros el litro y otras 0,80 ó 0,60. Eso sin hablar de las marcas blancas. Asi, llama la atención que la firma Covap venda su primera marca a un precio más de 20 céntimos superior que la marca blanca de Mercadona, la popular Hacendado, que también es suministrada por la empresa cordobesa. En este caso tal vez la explicación sean las duras condiciones impuestas por las grandes cadenas de distribución.
Pero más sorprendente puede ser el caso de la leche Río y su segunda marca Cremosita, ambas del mismo grupo, por lo que causó extrañeza en el sector que en el panel de la OCU tuviera muy buena puntuación en calidad Cremosita y una de las peores la primera marca, Río.
"Esa es la gran pregunta por qué la misma leche se vende a diferentes precios", explica Manuel Carlón, un experto conocedor del sector desde el mundo asociativo y cooperativo.
Llama la atención que se pueda vender leche a 60 céntimos y ganar dinero. Al menos las industrias, porque los ganaderos, no. La explicación más frecuente por parte de la industria es que las empresas reparten sus ingresos entre diversos productos aparte de la leche, como mantequillas o yogures y realizan sus escandallos económicos en función de ese reparto.
'Chorizos de tercera'
Tal vez otra posible explicación haya que buscarla en lo que comentaba hace años un importante cargo del Ministerio de Agricultura. Este responsable de cuestiones alimentarias decía que "siempre tendrá que haber chorizos de tercera, porque no todo el mundo tiene acceso económico para comprar el producto de primera calidad". En ese caso, se puede entender que haya precios más accesibles, pero, entonces, ¿cómo se justifican los más altos si se trata del mismo producto?
La organización agraria COAG denunciaba recientemente que los bajos precios de algunas marcas de leche tienen su origen en la guerra de determinadas industrias con la venta del producto "a pérdidas" y la utilización de la leche como producto reclamo tal y como se ha denunciado con otros alimentos como el aceite de oliva.
"Esto sucede y la Administración mira para otro lado". Además, "la permisividad del Gobierno con la gran distribución ante sus prácticas contrarias a las normas de mercado inundando los terminales con leche barata de origen y trazabilidad desconocida sin garantías para el consumidor, sabiendo que "nadie da duros a cuatro pesetas".
Hay otras marcas que sólo venden bajo una marca, como es el caso de Pascual, siempre con fama de cara y muy bien parada en el análisis de OCU. Es verdad que tiene otra marca, PMI, pero sólo para el canal de hostelería. No en vano Tomás Pascual, el fundador de Leche Pascual fallecido hace cinco años, siempre presumió de que la leche que se comercializaba con su apellido siempre sería la de mejor calidad porque su prestigio personal estaba en juego con ello.
Francia y Portugal, la competencia española
Otra cuestión es el precio de la leche de que viene de fuera, cuya calidad, según los ganaderos, es más difícil de controlar en origen, aunque se supone que el Ministerio de Sanidad debería mantener los controles de cara al consumo.
Hace cinco años se producjo una importante operación con la adquisición de leche Celta por el grupo portugués Lactogal. Más recientemente, Lactalis se hacía la marca tradicional Puleva, de origen granadino y que formó parte de lo que fue Ebro Puleva, sufriendo el negocio de la leche en España el mismo proceso que otros negocios alimentarios. Lactalis también se hizo con la que parecía todoporosa Parmalat, una enseña alimentaria italiana.
En la leche se está produciendo el mismo proceso de concentraciòn mundial de los grupos alimentarios que está sucediendo en el aceite, pero con el inconveniente de ser un producto más susceptible. Otra cosa es que la tendencia de hace unos años de que estos grupos combinaran diferentes productos para diversificar su cartera de clientes, ahora hay una tendencia internacional a volver a especializarse en un único producto.
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