Los clavos con los que crucificaron a Jesús estarían en Sarandí del Yi según una investigación realizada por Roberto Araujo, un escritor y político de Rivera.
Esta conclusión está plasmada en el libro "Los clavos de Jesús y el evangelio de san José de Arimatea" el cual será publicado el mes próximo.
Su relato puede parecer increíble, pero Araujo asegura que es una investigación que le llevó varios años y en parte es en homenaje a quien le obsequiara una colección de documentos que pertenecía a un grupo secreto, la Hermandad de la Cocinería.
"Conocí en los años 80 a Reinaldo Belmonte, un brasilero muy culto. Era un estudioso de Nostradamus y como según ese escritor y profeta el mundo se terminaba en 1999, Belmonte me regaló sus archivos, porque él estaba convencido de que eso sucedería" dijo Araujo a LA REPÚBLICA.
Con los archivos en sus manos, Araujo se adentra en los secretos de la Hermandad de la Cocinería y en especial en un tema en particular: los clavos con los que habían crucificado a Jesús.
Según la Biblia, José de Arimatea le pidió a Pilatos el cuerpo de Jesús. Fue este hombre poderoso quien enterró al Mesías.
Tras este hecho, Arimatea se habría quedado con los clavos de la cruz y salió de Jerusalén.
La historia salta entonces a 1943. Los nazis y en especial Hilter buscaban por las tierras donde conquistaban artículos esotéricos. Según el libro de Araujo, los clavos de la cruz junto al evangelio de Arimatea fueron ubicados por los nazis en Egipto y de ahí embarcados en el Graf Spee, para trasladarlos a un destino no conocido.
Pero la historia llevó al buque alemán a costas de Montevideo. Y ahí comienza la parte uruguaya en el relato.
Tras la batalla del Río de la Plata, en la cual el orgullo de la flota alemana termina siendo hundido por su comandante, un grupo de marineros del barco alemán fueron detenidos y enviados a Durazno. Tras finalizar la guerra, muchos de ellos se quedaron en ese departamento, mientras uno de los soldados, se radicó en Rivera. Su misión, según Araujo no sólo era custodiar los clavos de la cruz y el evangelio de Arimatea, sino entregarlo a un contacto alemán que llegaría a la ciudad fronteriza, desde Brasil.
Pero esto nunca sucedió. Años más tarde el soldado alemán decidió llevar lo que tenía en custodia para que sus camaradas radicados en Sarandí del Yi (Durazno) los ocultarán.
Para Roberto Araujo, los clavos de la crucifixión terminaron escondidos en alguna obra que se encuentra en el museo del Cuartel Paso del Rey. En ese cuartel habían sido recluidos los soldados del buque alemán.
Según el investigador, el Vaticano está en conocimiento de esta historia y en varias ocasiones ha enviado agentes para intentar descubrir donde están, más que los clavos, el Evangelio de Arimatea, ya que en el mismo estarían la ubicación de otras reliquias como ser el Santo Grial o el Arca de la Alianza.
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