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lunes, 20 de junio de 2011

Prácticas 'prohibidas' Cuando la fe pone en juego la salud

Negarse a recibir una transfusión de sangre o rechazar la epidural antes de dar a luz. Según las creencias religiosas, hay quien se resiste a la donación de órganos por su fe en la resurrección del cuerpo. Y así, un sinfín de situaciones con las que los médicos pueden encontrarse en su quehacer diario. Aunque desde el punto de vista ético existe un consensuado principio de respeto, algunos casos se desarrollan con cierto grado de polémica.

El pasado mes de mayo, la Audiencia de Lleida se pronunciaba sobre un paciente testigo de Jehová que recibió una transfusión de sangre cuando estaba ingresado en el hospital. Los médicos le comunicaron que necesitaba dicho procedimiento y el enfermo lo rechazó alegando motivos religiosos. El equipo médico acudió a la justicia al considerar que "era el tratamiento adecuado ante el riesgo vital que presentaba" y finalmente se la pusieron. Después, el paciente recurrió y ahora la Audiencia ha fallado a su favor, considerando que la decisión sobre su cuerpo está amparada en la ley. "No resulta justificada la imposición obligatoria de la intervención médica en contra de la clara e inequívoca voluntad expresada por el paciente, que se encontraba consciente y orientado", según el órgano judicial.

Para un testigo de Jehová, como Antonio Lisaso (65 años), recibir una transfusión de sangre se puede entender como un pecado. "Según la Biblia, en tiempos de Noé se permitió comer carne, pero sin sangre, y esta pauta se repite y se aplica a toda la Humanidad. La sangre tiene un valor sagrado que respetamos firmemente y entendemos que debe extenderse también a las transfusiones".

Cirugía sin sangre

Hace seis años, a Antonio le detectaron un tipo de cardiopatía. "Tenían que ponerme un triple bypass coronario, pero yo tenía claro que no quería someterme a transfusiones de sangre". Para casos como el suyo existe una alternativa: la cirugía sin sangre.

En estas intervenciones, "se utilizan reprogramadores de sangre autóloga (propia), es decir, se recupera la sangre que se pierde, se filtra y se vuelve a poner", argumenta Adrián Alegre, jefe de servicio de Hematología del Hospital Universitario La Princesa de Madrid. Según explica, también se pueden emplear agentes como la eritropoyetina, que sirve como estimulante de los glóbulos rojos.

"Los profesionales que realizan estas cirugías han de ser muy cuidadosos para evitar puntos sangrantes. Son intervenciones más delicadas y más prolongadas", añade el hematólogo. "El paciente debe firmar un consentimiento informado y conocer los riesgos que entraña". Con esta práctica, agrega, "aumentan las probabilidades de sufrir isquemia coronaria, por ejemplo".

Al filo de la muerte

La situación se vuelve más delicada si en lugar de una intervención programada se tratara de una emergencia y el paciente ha perdido mucha sangre. En estos escenarios, indica Alegre, "utilizamos unos fluidos macromoleculares con alta capacidad para estabilizar hemodinámicamente al paciente. A veces contienen sustancias que favorecen la coagulación de la sangre (para las hemorragias)". En ocasiones , reconoce el experto, "se plantean problemas éticos cuando alguien se niega a recibir transfusiones, aunque la ley le ampare".

Josep Maria Busquets, secretario del Comité Consultivo de Bioética de Cataluña, lo explica así: "Si siendo capaz y consciente la persona comunica su voluntad de no ser transfundida, hay que respetarlo". Incluso en caso de vida o muerte: "Si para esta persona es más importante mantener sus convicciones que su vida, se tiene que respetar". En el caso de los menores, la decisión se complica y en numerosas ocasiones resulta necesaria la intervención de un juez.

Si a Antonio se le planteara una situación de tal emergencia, lo tiene claro: "No me sometería a transfusiones de sangre. No somos suicidas, no buscamos la muerte, pero queremos ser coherentes con la voluntad del creador. Entendemos la transfusión de sangre como una intromisión a nuestro cuerpo, como si una mujer fuera violada".

La realidad multicultural en España es un hecho incuestionable que también se refleja en el ámbito sanitario. Así, por ejemplo, algunas mujeres prefieren sentir el dolor del parto por convicciones religiosas y rechazan, por lo tanto, la anestesia epidural. Otras, las musulmanas, se niegan a ser atendidas por médicos varones.

El Ramadán también puede interferir en el manejo de algunos pacientes. "Normalmente, los medicamentos se toman cada ocho horas. Si la persona está haciendo esta práctica de ayuno del islam, hay que buscar fórmulas unidosis y no siempre es posible", afirma Jorge Soler, médico de familia, profesor en Medicina de la Universidad de Lleida y experto en la salud de los inmigrantes. "Y si el paciente es diabético, controlarle en estas condiciones es muy difícil", aunque parece que las cosas están cambiando. "Ya se contempla la salud como excepción para realizar esta práctica", apunta el doctor Busquets.

¿Donaciones vetadas?

Algo parecido ocurre con la donación de órganos. A principios de este año, la Organización Nacional de Trasplantes (ONT) publicó una encuesta sobre las actitudes de la población inmigrante ante la donación y el trasplante. Según los resultados, el 37,8% de la población estadounidense y el 34,7% de la subsahariana no estaban dispuestas a donar sus órganos. "Muestran mayores reticencias porque muchos de los creyentes creen que el islam no permite la donación de órganos y esto no es cierto", afirmaba Rafael Matesanz, director de la ONT. Tienen miedo a desafiar a las leyes naturales de Dios y se mueven por el deseo de un funeral tradicional en el que el cadáver no haya sido tocado.

Es precisamente este campo en el que la ONT y la Fundación Pluralismo y Convivencia se han propuesto trabajar. El islam sí permite las donaciones y el trasplante. De hecho, continúa Matesanz, "hay países de religión islámica que tienen un sistema de donación bastante desarrollado, como Arabia Saudí, tanto de vivo como de cadáver". Para desmitificar dicha creencia, ambos organismos contactan con líderes religiosos y les informan sobre cómo funcionan las donaciones, para que después ellos transmitan y aclaren a sus fieles sus dudas.

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