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Hace apenas un mes el mapa institucional vasco experimentó un gran vuelco tras la irrupción de Bildu como fuerza legal. Sin embargo, en sólo ocho días la Audiencia Nacional española juzgará la apuesta política de la izquierda abertzale sentando en el banquillo a ocho personas por el «caso Bateragune», entre ellas Arnaldo Otegi. Una situación aparentemente contradictoria que hace más relevante aún la opinión de Otegi, aunque sea a través de las limitaciones impuestas por las circunstancias de la prisión -donde lleva casi dos años-. El cuestionario remitido por GARA comienza precisamente por el análisis de la situación actual y del resultado del 22-M, y llega hasta el juicio que empezará el 27 de junio, pero las respuestas suponen sobre todo una mirada de largo alcance sobre el proceso vasco.
Han transcurrido ya unos meses desde su última entrevista. ¿Qué balance hace de la evolución de los acontecimientos?
Antes de un balance global en términos políticos, me gustaría resaltar y poner en valor la capacidad y madurez derrochada por la izquierda abertzale, que, aun en condiciones muy adversas, ha sabido modificar en profundidad su estrategia, en sintonía con las necesidades que tiene el proceso de liberación nacional y social en esta fase histórica. Y lo ha hecho, además, manteniendo la unidad y la cohesión frente a unos estados que han intentado por todos los medios neutralizarla, debilitarla e incluso dividirla, cosa que no han conseguido. Ésta es una batalla que estamos ganando al Estado.
En términos políticos, mi balance es que nuestro cambio de estrategia ha roto la agenda de bloqueo que el Estado manejaba con absoluta comodidad. Hoy, quien marca la agenda política en Euskal Herria es el movimiento soberanista e independentista de izquierdas.
Basta con comparar nuestra situación hace tres años con la actual para corroborar no sólo el alcance de nuestros avances, sino la potencialidad liberadora de nuestra nueva estrategia. Hemos incrementado exponencialmente la participación popular en la lucha de masas, he- mos estabilizado marcos de alianza estratégicos con otros sectores populares, hemos variado la correlación de fuerzas, hemos implicado a la comunidad internacional en la resolución del conflicto político, hemos recuperado nuestra credi- bilidad ante nuestro pueblo, y en apenas unos años hemos situado al independentismo de izquierda como segunda fuerza política en Hego Euskal Herria, con más de 310.000 votos. Todo ello no hace sino reforzar nuestra confianza en el camino emprendido, sin olvidar que éste será largo, duro y difícil.
Y en cuanto al Estado español, vemos que su deslegitimación se ha profundizado y que tiene dificultades crecientes para mantener una posición de inmovilismo.
Madrid sigue manteniendo una estrategia de bloqueo. ¿Cómo lo valora y qué se puede hacer para superarla?
Quiero volver a reiterar algo: el Estado sólo modificará su estrategia represiva cuando ésta le genere más costes (en términos políticos, de opinión pública...) que beneficios. Es una cuestión de credibilidad y de relación de fuerzas. En este sentido, la batalla por la legalización de Sortu o la presencia electoral de Bildu me parece que es relevante en términos de pedagogía política. ¿Por qué ha podido finalmente presentarse Bildu? Porque hubo una cascada de adhesiones y pronunciamientos de distintos sectores en favor de Bildu, con lo que la presión a todos los niveles era insostenible, incluso para los ámbitos del Poder Judicial. En este sentido, ha sido una batalla que ha supuesto un paso adelante de la mayoría popular vasca frente a los sectores más reaccionarios del Estado.
De esto podemos extraer una conclusión clara para el futuro: con organización, con suma de fuerzas, con lealtad y cohesión para con la sociedad vasca, con movilización popular en parámetros de confrontación democrático, podemos ganar nuevas batallas en el futuro. Y las ganaremos.
¿Qué valoración hace de los resultados de Bildu?
Los resultados han sido históricos. El independentismo de izquierda ocupa ya el carril central en el espacio político vasco. Estos resultados han originado un auténtico terremoto político. Por un lado demuestran la absoluta falsedad y endeblez de aquellos argumentos que trataban de transmitir la idea de nuestra debilidad e incluso derrota política. Y por otro lado ponen al desnudo la auténtica naturaleza virtual de la realidad que transmitían los pactos PP-PSE o PP-UPN-PSN.
¿Cuáles son las razones de este éxito electoral del independentismo?
Hay diferentes razones, pero creo que hay una estructural y fundamental: el pueblo vasco ha querido transmitirnos de forma masiva, clara y contundente su apoyo a una estrategia que se desarrolla por vías y cauces exclusivamente pacíficos y democráticos. Me gustaría resaltar una cosa: no ha sido el pueblo vasco quien ha conectado con la izquierda abertzale, sino que hemos sido nosotros quienes hemos acabado por conectar con un deseo ampliamente mayoritario en el independentismo de sustituir la estrategia anterior por una apuesta de confrontación en términos democráticos.
Hay otros factores: el esfuerzo de suma de sectores que ha hecho Bildu, el agotamiento de un modelo de gestión política supeditado a los intereses de las elites económicas, la búsqueda y necesidad de un modelo social alternativo... Todos esos factores han contribuido, sin duda, al éxito electoral del independentismo de izquierdas.
¿Qué ocurrirá ahora? ¿Cree que Bildu podrá gobernar en Gipuzkoa, por ejemplo?
Permítame una reflexión previa en torno al tema institucional. Hay dos cosas que deberían llenarnos de orgullo revolucionario. Primero, la labor encomiable de los miles de hombres y mujeres de la izquierda abertzale en las instituciones a lo largo de estos 40 años ha demostrado nuestra honestidad y compromiso popular. A nosotros nunca nos han pillado con la mano en la caja del dinero público. Y en segundo lugar destacaría el nerviosismo detectado en determinadas elites económicas y políticas, que sólo obedece a una razón: saben que no nos supeditaremos ni plegaremos a sus intereses, sino a los del conjunto de la sociedad vasca.
Por lo demás, quisiera volver a resaltar algo que ha sido y es santo y seña para la izquierda abertzale en lo que respecta al trabajo institucional. También las instituciones son un instrumento y no un fin en sí mismo. El objetivo no es gestionar las instituciones, sino hacerlo al servicio del cambio político y social que demanda el pueblo abertzale de izquierdas, y hacerlo además con la participación de sectores económicos, sociales y sindicales.
Ha hablado muchas veces de la inevitabilidad de una «segunda transición» en el Estado español. ¿Cómo ve esta cuestión a día de hoy?
El tiempo nos está dando la razón. Hoy todo el mundo es consciente de la necesidad de revisión en profundidad del modelo construido con la reforma posfranquista. Y la crisis económica no ha hecho más que agudizar esa necesidad. Pero no sólo es una crisis económica, sino una crisis política, una crisis de modelo territorial, una crisis de su Estado de Derecho, de su democracia... Todo ello nos dice que estamos llegando a un cuello de botella en que esa segunda transición efectivamente es inevitable.
¿Contempla al Estado con voluntad de encarar esa «segunda transición» en términos democráticos?
No es un problema de voluntad, es un problema de relación de fuerzas. ¿Tenía el Estado voluntad de que Bildu concurriera a las elecciones? Es evidente que no, pero se había articulado una correlación de fuerzas favorable a su legalización...
Creo que debemos extraer una lección de cara al futuro de este hecho y plantearla en términos de reflexión intelectual. Pongamos en un bloque a todos aquellos que se han opuesto a la legalización de Sortu o Bildu: PP, sectores del PSOE, medios de comunicación, sindicatos policiales... ahí se encuentran todos aquellos que se oponen a una democratización real del Estado español. Y pongamos en el otro lado a todos los sectores que se han manifestado a favor de la legalización: sectores del PSOE, PSC, PCE e IU, CiU, PNV, ERC, BNG, Izquierda Castellana, Corriente Roja... ahí están los sectores que sí están interesados en que se desarrolle una auténtica transición democrática en el Estado.
¿Qué opinión le merece el movimiento 15-M?
La pregunta que habría que plantearse es por qué ha surgido precisamente en este contexto. No hay duda de que la brutal crisis económica está en el origen, pero la petición y exigencia (que compartimos absolutamente) de una democracia real, es decir, participativa, popular y en la que la política se imponga a los mercados, va más allá de una respuesta coyuntural y exige una revisión estructural del modelo de la transición.
El proceso democrático es un concepto clave tras la iniciativa de la izquierda abertzale. ¿En qué fase cree que se encuentra?
Seguimos inmersos en la fase unilateral, en la medida en que los avances producidos son fruto de nuestras decisiones e iniciativas y no consecuencia de acuerdo alguno con el Estado. Los objetivos de esta primera fase han sido definidos por la Declaración de Gernika: legalización y lo que podríamos deno- minar como una fase de «humanización» del conflicto (presos enfermos, dispersión, leyes especiales, etcétera) en el marco de una tregua unilateral, indefinida y verificable decretada por ETA. Hay que seguir desarrollando iniciativas de suma y de movilización en torno a Gernika, es decir, a un escenario de no-violencia con garantías y a la normalización política. Y también ir implicando progresivamente a la comunidad internacional en la solución al conflicto. Es evidente que todavía hay que seguir sumando iniciativas para la normalización de la política.
Vista la posición del Estado, ¿es verosímil pensar ahora en la negociación de un marco democrático o ésa sería una fase posterior?
Debemos partir de la base de que a día de hoy no tenemos una relación de fuerzas suficiente para obligar al Estado a reconocer y respetar un marco democrático para Euskal Herria. Construir y articular esa relación de fuerzas es nuestro objetivo, y con la nueva estrategia en apenas unos meses ha mejorado notablemente nuestra relación de fuerzas con el Estado (en términos de opinión pública vasca o internacional, en términos electorales o ideológicos...). Aunque todavía no hayamos alcanzado el grado de suficiencia necesario para que se acepte la agenda definida en el Acuerdo de Gernika, el tiempo político corre a nuestro favor, seremos cada vez más y más fuertes.
En este contexto, la negociación política en torno a un marco democrático la debemos entender en clave de pulso estraté- gico. Lo importante es seguir avanzando en la acumulación de fuerzas en clave soberanista e independentista.
¿Qué pasos cree Arnaldo Otegi que toca dar ahora?
En lo que respecta a la izquierda abertzale, considero prioritaria la tarea de conquistar un instrumento legal que nos permita organizar y estructurar a los sectores más avanzados y comba- tivos del pueblo trabajador vasco. Y asimismo, considero que es una tarea ineludible para nosotros dedicar el tiempo necesario a informar, contrastar, debatir y compartir con nuestra amplia base social y militante todos los pasos e iniciativas que vayamos adoptando. Eso me parece imprescindible.
En cuanto al proceso de liberación, además de las tareas diarias y propias del desarrollo de nuestra línea política, necesitamos seguir sumando fuerzas en términos tanto tácticos como estratégicos. Así, en el ámbito de Euskal Herria debemos ampliar el abanico de nuestra alianza estratégica sumando más fuerzas (como Aralar, AB, NaBai) al bloque soberanista de izquierdas, huyendo en todo momento de posiciones de menosprecio y priorizando el interés de Euskal Herria por encima de cualquier otra consideración. Hay que abrir puertas a la suma soberanista y de izquierdas.
¿Cómo vencer las resistencias del Estado a abrir un proceso de resolución del conflicto?
En el marco de Euskal Herria tenemos que construir un gran acuerdo democrático de carácter táctico con aquellos sectores interesados en una solución democrática al conflicto. Me estoy refiriendo a un gran acuerdo de compromiso histórico, en el que creo que caben todas las culturas políticas (no sólo fuerzas políticas) que entiendan que Euskal Herria es una nación y res- peten el derecho de la ciudadanía vasca a decidir libre y democráticamente su futuro sin ningún límite ni injerencia.
Hoy cabe ese acuerdo de compromiso histórico, porque estamos otra vez a las puertas de una transición en el Estado español, con una gran diferencia respecto a la primera y es que el Estado no tiene oferta política para Euskal Herria: sólo tiene represión, autonomía recortada, recortes de derechos sociales...
¿Cómo puede condicionar un futuro triunfo del PP el desarrollo de ese proceso?
Antes que nada, nuestra apuesta por una estrategia pacífica y democrática es irreversible. Y un valor sustancial de la misma es que su desarrollo no depende de la voluntad de quien gobierna en el Estado, aunque también es evidente que no es posible «cerrar» el proceso democrático sin que existan acuerdos bilaterales o multilaterales con el Estado.
Simplemente decimos que quien está en el Gobierno español tiene una enorme oportunidad. Ahora bien, es posible que tanto el PSOE como el PP pretendan mantener una situación de bloqueo o de prolongación de las situaciones derivadas y consecuencia del conflicto (presos, ilegalización, juicios...). Ante eso, ¿qué decimos? Que a mayor obstinación estatal en la represión y el bloqueo, más sociedad vasca en busca de un marco democrático y también más masa soberanista e independentista.
¿Son posibles alianzas a nivel de Estado e incluso a nivel internacional?
Como decía antes, creo que debemos alcanzar un acuerdo táctico con todas las fuerzas políticas que tengan interés en pro- mover una transición democrática en el Estado español. Me refiero a fuerzas políticas tanto de las nacionalidades históricas como del Estado y también a todas las fuerzas de izquierda, siempre sobre un programa democratizador que reconozca el carácter plurinacional del Estado y el derecho de autodeterminación de Euskal Herria, Catalunya y Galiza.
En el terreno internacional, fuera de los estados, nuestra política exterior debe tener como objetivo la conformación de alianzas tácticas con todos aquellos sectores interesados en apoyar una solución democrática y dialogada al conflicto entre Euskal Herria y los estados, por un lado, y también debemos empezar a construir una alianza de carácter estratégico con aquellos partidos e incluso estados que comparten nuestros objetivos estratégicos.
Otra cuestión. ¿Cómo ve el papel del Colectivo de Presos Políticos Vascos en este momento?
El Colectivo ha abierto canales de comunicación con los firmantes de la Declaración de Gernika. Desde mi punto de vista, el Colectivo debe de comprometerse con dicha declaración y adherirse a ella.
¿Cómo se puede conseguir mover a los estados en esta cuestión? Es evidente que existen muchas resistencias...
Volvería a recordar los prolegómenos de la «primera transición». En este tema, tengo la firme creencia de que ahora nece- sitamos construir un movimiento popular por la libertad de los presos que sea masivo y plural. Con un objetivo simple y claro: el nuevo ciclo exige superar las consecuencias del conflicto y, por tanto, la liberación de todos los presos, la vuelta de todos los represaliados.... Ésta es una demanda razonable y una condición necesaria para estabilizar un marco de paz y normalización democrática.
En todo este contexto se va a desarrollar el juicio contra ustedes por el «caso Bateragune». ¿Cuál es su opinión?
Nuestras detenciones tenían por objeto abortar el debate y el consiguiente cambio de estrategia de la izquierda abertzale. «Construyeron» un relato acusador y nos encarcelaron. En estos dos años han tratado de mantener dicho relato, que consiste fundamentalmente en negar la evolución de la estrategia de la izquierda abertzale y defender que todo forma parte de un plan elaborado por ETA. Y aunque esa auténtica patraña es cada vez más difícil de sostener (incluso en el Supremo y el Constitucional existe ya división manifiesta), lo van a intentar una vez más.
La pregunta es ¿por qué? Pues porque a pesar del tan cacareado eslogan de «votos o bombas», al Estado no le interesa el cambio de estrategia operado por la izquierda abertzale, porque nuestra apuesta irreversible por las vías políticas y democráticas deja al desnudo y hace insostenible la posición del Estado. Así que este juicio traspasa el espacio meramente penal, y se va a convertir probablemente en uno de los últimos escenarios judiciales en donde los diferentes sectores del Estado van a volver a desarrollar una batalla político-judicial (similar a la de Sortu y Bildu).
Por un lado están quienes tratarán de que una hipotética condena asiente la tesis del «todo es ETA» abriendo las puertas en el futuro a nuevas agresiones contra el proceso, y por otro la de quienes volveremos a defender la necesidad de que sea ahora el Estado el que readecúe su estrategia y haga una apuesta exclusiva por las vías políticas y democráticas. Es absolutamente necesario articular una respuesta y una movilización similar a la que se planteó con Bildu, porque, más allá de la absolución, no es eso lo que está en juego, sino construir la esperanza que anida en sectores políticos, sociales y económicos de este país. En este sentido, será muy importante cómo la sociedad vasca afronta este juicio.
¿Y la posición de ETA? ¿Cómo la valora en este momento?
Tanto el alto el fuego general y permanente como la disposición a la verificabilidad son elementos suficientes para percibir la voluntad de ETA, lo mismo que la carta enviada a las organizaciones empresariales. Creo que son indicadores, y también garantías, de que ETA tiene voluntad para un proceso de solución definitiva al conflicto.
¿Quiere añadir algo más?
Felicitar al pueblo abertzale de izquierdas por el éxito electoral del 22-M, y también al independentismo escocés e irlandés, que han cosechado también grandes resultados. Cómo no, un abrazo al pueblo peruano, que recién ha volcado la voluntad popular del lado de quienes quieren construir el socialismo del siglo XXI. Y a la izquierda abertzale, mucho ánimo; al pueblo trabajador vasco, organización y lucha; y a todos y todas, por encima de todo, sonreír, vamos a luchar y vamos a ganar.
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