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viernes, 22 de abril de 2011

Muere el cocodrilo más triste del mundo


La historia de Robocop, el cocodrilo triste de Nicaragua, no ha podido tener un final feliz. Los esfuerzos de los veterinarios del Zoológico Nacional por salvar a este reptil de 35 años, que había pasado toda su vida mal alimentado en una pequeña jaula de un parque público, han resultado infructuosos.

El animal murió el lunes aquejado de una anorexia extrema agudizada por una infección interna descubierta a posteriori. El fatal desenlace ha provocado que el Centro de Rescate del Zoológico y la Asociación Amigos de los Animales hayan hecho un llamado a la población y los municipios para que no tengan animales en cautiverio expuestos en plazas públicas.

Robocop, como le bautizaron los veterinarios que lucharon por su vida, debido a los huesos que se le marcaban en la piel, tan sólo ha podido sobrevivir una semana tras el traslado desde Corinto. "Hicimos todo lo posible por salvarlo", ha asegurado a este diario Eduardo Sacasa, el veterinario que luchó por su vida.

"La falta de nutrición le provocó un estado de anorexia aguda. No quería comer nada, más bien vomitaba la comida". Según su cuidador, este cuadro le provocó daños irreversibles en sus órganos internos que terminaron por acabar con su vida.

"Cuando le hicimos la necropsia encontramos problemas bien grandes en riñones y pulmones, además de una infección considerable en la parte interna de la mandíbula derecha", ha explicado Sacasa. Está última afección empeoró su estado: "No se podía ver a simple vista, pero tras su muerte encontramos incluso gusanos dentro de la herida interna", explica.

Los empleados del Centro de Rescate nunca perdieron la esperanza de recuperar al reptil: "el día anterior a su muerte había comido hasta diez libras de carne, pero parece que no tenía la fuerza suficiente para digerirla, porque cuando lo abrimos encontramos en el estómago seis pedazos de carne", ha lamentado su cuidador. "Tenía la parte interna del estómago con hemorragia", añade.

Llegó en estado crítico

El cocodrilo fue trasladado al Centro de Rescate desde el que fue su hogar durante casi 35 años: un pequeño estanque situado en uno de los parques de la ciudad costera de Corinto. Los veterinarios calculan que había pasado unos dos años sin recibir alimentación apropiada y sobrevivía de lo que le daban los visitantes, una dieta obviamente no adaptada a las necesidades de un cocodrilo de dos metros y medio.

Ingresó al Centro de Rescate con un 75% de desnutrición. Aunque sus nuevos cuidadores hicieron todo lo posible por intentar alimentarlo, la mayoría de las veces vomitaba la comida. Tampoco se movía: Sacasa incluso asegura que llegó a tirarle de la cola para intentar cambiarlo de posición, un acto de extrema imprudencia si se tratase de un cocodrilo en unas mínimas condiciones de salud.

Además de los trastornos alimenticios, también presentaba problemas anímicos: sus cuidadores subrayaron que el animal arribó con un amplio cuadro de estrés y depresión provocado por las personas que acudían a visitarle, algunas de ellas molestas para el animal: no faltaban irrespetuosos que le fastidiaban por diversión.

Piden concienciación

"Hemos hablado con el Ministerio de Medio Ambiente y se va a hacer un recorrido y llamado a todos los alcaldes para decomisar este tipo de reptiles si los tienen en los parques", ha asegurado Sacasa. Además, informa de la próxima liberación de dos cocodrilos que afortunadamente sí pudieron salvarse tras ser recuperados el pasado año. Su nuevo hogar será el Río San Juan.

Contra la exposición de animales en plazas públicas también ha protestado el Club de Jóvenes Ambientalistas, grupo que avisó al Ministerio de Medio Ambiente de la situación de Robocop.

"Hacemos un llamado urgente a toda la población, a pronunciarse frente a casos de especies silvestres en cautiverio, principalmente aquellos que se encuentran ubicados en sitios que no prestan las condiciones, en los cascos urbanos de los diferentes municipios del país", reza un comunicado emitido por el grupo.

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