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viernes, 22 de abril de 2011

El 30% de los ingresados por trastorno de conducta son 'niños de la abundancia'

En torno al 30% de los menores que en la actualidad están ingresados en centros específicos de la Consejería para la Igualdad y Bienestar Social de la Junta de Andalucía por sufrir de trastornos de conducta son "niños de la abundancia" y no de familias desestructuradas o de niveles socioeconómicos y culturales bajos.

Así lo ha confirmado la directora general de Infancia y Familias, Teresa Vega, quien ha explicado que de las 220 plazas que Andalucía dispone para tratar a menores con trastornos de conducta, una de cada tres aproximadamente está ocupada por menores que proceden de un ambiente familiar "formado y con una situación económica óptima o alta" pero a los que se les ha "permitido todo".

"El problema actual es la permisividad. Hasta ahora, en el sistema de protección, hemos tenido a los niños de la pobreza o a los niños cuyos padres no podían atender sus necesidades básicas por falta de recursos económicos o por falta de habilidades personales; pero ahora tenemos el resultado de los niños de la abundancia, que han tenido de todo y a los que se les ha hecho ser niños caprichosos, que lo quieren todo inmediatamente, que no tienen resistencia al fracaso ni capacidad de esfuerzo ni de compromiso", explica la directora general.

La mayoría de los menores que llega a ser tratado por trastornos de conducta en alguno de los centros específicos de los que dispone la Junta, además, llega a ellos después de protagonizar algún episodio de violencia "contra sus iguales o contra sus padres", siendo estos últimos en muchos casos los que les denuncian ante la Fiscalía o ante un Juzgado de Menores.

Pero, antes de llegar a esta situación extrema de separación de los menores de su núcleo familiar, la Consejería intenta utilizar mecanismos de mediación "para reconducir esas pautas de comportamiento que son las que han originado la violencia y la separación de los padres", según su responsable. Es por esto por lo que ésta insiste en la necesidad de que las familias, en cuanto detecten "los primeros síntomas, pidan ayuda".

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