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martes, 1 de marzo de 2011

Tapas con el sello Adrià : Tickets de preestreno


Último viernes de febrero, siete de la tarde. Vuelta a empezar en el Tickets. Nueva jornada de pruebas y nuevas caras entre las mesas, que por primera vez no se llenan. Todas las televisiones (de ámbito nacional y local) invitadas han disculpado una tras otra su presencia para posponerla al día del estreno, el martes 1 de marzo. Es el día marcado en rojo por Albert Adrià y los hermanos Juan Carlos, Borja y Pedro Iglesias, que siguen al pie del cañón la cuenta atrás en el calendario. Acumulan a sus espaldas meses de obras, semanas de reuniones, jornadas extenuantes y horas robadas al sueño. La apertura se ha ido retrasando desde principios de 2011 pero el primero de marzo ya es improrrogable. Y ahí están los cinco con su ya inseparable equipo de fatigas.

Con la sonrisa puesta y sin que cunda el desánimo. A poco más de 48 horas del estreno ultiman otra noche frenética en la que sacar punta a todo, aplaudir los aciertos, seguir adelante ante el más mínimo contratiempo y no pasar por alto ningún despiste para incidir en que no vuelva a repetirse.

El menor de los Adrià lleva la batuta. Va de una barra a la otra y en cada una supervisa, inquiere, solicita y sólo si es necesario, recrimina. No es para menos. La exigencia es muy alta (la marca Adrià cotiza al alza) y la expectativa creada no puede venirse abajo a las primeras de cambio. Preocupa a la propiedad que la gente venga con una idea preconcebida del local porque podría llegar la desilusión. Es este un local para dejar la realidad tras la puerta (humos incluidos) y entregarse a la función. Ya sea en lo alto del palco, subido a la Nostromo o sumido en los encantos de La Presumida. Esta última barra es tan coqueta y perfeccionista que me sentí cómoda en su cobijo.

Brindis de Albert Adrià y los hermanos Iglesias.| Christian Maury

Brindis de Albert Adrià y los hermanos Iglesias.| Christian Maury

Es como estar en la cocina y no perder detalle ni de las órdenes a viva voz ni de los platos. La ventresca de atún tenía que estar melosa, las navajas perfectamente recubiertas por el aire de limón, las ostras en su jugo y la airbaguette crujiente y vacía. También guarda esta esquina del local el tartar de tomate, una delicia que sale para todas las mesas. Tanto para la del corresponsal de 'The Times', Graham Keeley, como para la que ocupa Arcadi Espada. El presidente de Endesa en Cataluña, Antón Costas, degusta el pescaíto frito con algas gallegas cuando llega a mi mesa el xuxi de queso de Payoyo.

Sencillamente genial. Me dejan sin palabras la ensalada de tomate y fresas con perfume mediterráneo y la de naranja con jugo de aceituna. Al tiempo que espero el pulpo picante con patatas (y finalmente sin pepino) caigo en la cuenta de que los padres de Ferran y Albert Adrià ocupan otra mesa en uno de los rincones del local, donde su nieto Àlex se lo pasa pipa. Y así se lo indica a papá: "Està tot molt bo!". Su ejemplo indica que Tickets es también un buen lugar para toda la familia.

En el recorrido hacia el baño me eclipsa la exclusividad de Estrella Damm, los guiños a Coca-Cola y el color que desprenden las botellas de Óleo Mágina, que en breve se repondrán por un diseño más acorde a las estanterías donde reposan. Todavía no han llegado los llamativos posavasos del local y por ello en su lugar se opta por colocar los del vecino 41º. De los hornos sale una enorme empanada gallega de sardinillas al corte y los olores se cruzan entre las barras mientras no dejan de entrar clientes. Es igualmente frecuente el ir y venir de camareros, ataviados con las distintivas ropas de Cooked in Barcelona, que se podrán adquirir en un local cercano junto al resto de merchandising. Desconozco si la chaquetilla del portero, dotada hasta de calefacción para que el muchacho no pase frío, tendrá asimismo una versión a la venta.

Justo a la hora del postre (o de los varios postres) llega Christian Escribà, que repite y es de los pocos amigos que ha conseguido hacer un hueco a su saga familiar en la carta del Tickets con el "pastel de chocolate". Como la máquina de algodón de azúcar pasó a mejor vida en el último servicio, me decanto por los dulcísimos buñuelos de chocolate y el pastel tibio de almendras con sorbete de albaricoque. Recetas que evidencian el arte de Albert en la barra dulce. Pasa el carrito de los helados y se para ante mí antes de atender la llamada del travieso de Àlex. "Canela caramelizada con jengibre", me entrega el camarero. Suave y chispeante a partes iguales. Con el té recupero la visión de conjunto lograda por El Equipo Creativo y ansío contemplar el espectáculo en su plena ebullición más adelante. No descarto hacer en breve como cuantos curiosean a través de las vitrinas: observar sin importar que mires. Corroborar como cada cual está en su sitio y el rodaje de dos semanas ha dado sus frutos. Para la próxima visita habrá que esperar unos meses o conformarse con cenar de nuevo a las siete de la tarde. En la web ya no hay mesa libre a las 21 horas hasta junio y no hay nada más insobornable que la reserva online.

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