Investigadores de tres países, decenas de testimonios y muchas hipótesis siguen rodeando, un mes después, la desaparición de las mellizas suizas. El caso de Alessia y Livia es el más complejo desde el de Madeleine McCann en mayo de 2007.
Las pequeñas de 6 años fueron vistas por última vez el 30 de enero en casa de su padre en la localidad helvética de Saint-Sulpice, pero no hay ninguna información certera de que sucedió entre ese día y el 3 de febrero, cuando Matthias Schepp se lanzó a las vías del tren en Cerignola (sur de Italia).
Lo único claro en este caso es que el ingeniero de 43 años tenía una mente maquiavélica, propia de los mejores guionistas de thrillers de Hollywood. Diseñó todos y cada uno de los pasos que dio para que encontrar a sus hijas fuera un objetivo inalcanzable. En los cinco días transcurridos desde el secuestro de las mellizas hasta su suicidio, Schepp recorrió más de 3.000 kilómetros en un viaje que le llevó a Marsella, Córcega e Italia, país que cruzó en coche de norte a sur.
Antes de quitarse la vida, envió a su ex mujer ocho sobres con los más de 5.000 euros que había retirado de varios cajeros en las jornadas anteriores, así como dos cartas. En una de ellas se leía: "Nuestras hijas descansan en paz, no han sufrido. No las verás más".
Y se aseguró de no dejar ninguna pista. Después de su llegada a Marsella desconectó su teléfono móvil para que no fuera posible rastrear la señal. Asimismo, se tiró a las vías con el GPS de su coche encima para que, al quedar destrozado por el impacto del tren, los investigadores no pudieran localizar la ruta que siguió en su escapada demente hacia la muerte.
Cada día que pasa sin noticias de Alessia y Livia, los investigadores tienen más claro que su padre no mintió en la misiva y que las pequeñas no están vivas. Por eso han buscado a orillas del Lago Léman, en Suiza; en varias playas de Córcega; y en los alrededores de la localidad de Cerignola, en Italia.
En una entrevista con el diario ’24 heures’ el pasado viernes, el fiscal de Marsella Jacques Dallest mostraba su convicción de que Matthias lanzó a las mellizas por la borda del ferry"Es más simple que matarlas y enterrarlas", opinaba. En el coche del ingeniero no se encontraron rastros de sangre. que tomó hacia Córcega.
Es una de las hipótesis que más fuerza tiene, sobre todo desde que se conociera que el ingeniero había estado consultando en internet información sobre envenenamiento, suicidio y armas de fuego, así como los horarios del ferry a la isla francesa. No obstante, la policía tampoco descarta que las niñas fueran asesinadas en territorio suizo ya que no aparecen en ninguna cámara de seguridad en las que sí aparece Matthias en Marsella.
En estas cuatro semanas, han surgido decenas de testimonios que aseguran haber visto a padre e hijas en diversos puntos de Francia, Suiza e Italia, algunos incluso en compañía de una misteriosa mujer. Los investigadores cogen los testigos con pinzas, especialmente aquellos que han ido apareciendo a medida que el caso cobraba fuerza en los medios de comunicación. Hasta el momento, la revelación de la mujer que dijo ver a las mellizas a bordo del ferry es la más fiable.
La madre de las pequeñas, Irina Lucidi, todavía se aferra a la idea de que su marido las dejara al cuidado de una tercera persona y sigan con vida. Pero cada día que pasa desde su desaparición, y ya van 30, esa posibilidad es más improbable.
En recientes apariciones ante los medios, Irina ha querido llamar la atención sobre algunos elementos que podrían esconder algunas pistas sobre el paradero de Livia y Alessia. Las maletas de Matthias no estaban en su domicilio, pero tampoco en su coche. Además, en casa de su ex marido se encontraron unas botas militares llenas de barro, a pesar de que nunca las utilizaba. La policía investiga ahora si ese fango coincide con el encontrado en las ruedas de su vehículo.
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