El cap roig, el gall, el anfós... El pescado que antes estaba a la orden del día en el menú familiar ha visto su presencia restringida a ocasiones especiales como la cena de Nochevieja. Toni Garau, secretario de la Federación de Cofradías de Pescadores de Baleares, explica como los esfuerzos de los pescadores baleares están reorientándose hacia las capturas que sí mantienen una salida sólida en el mercado. Y hoy, el pescado barato manda. «La crisis nos está afectando sobre todo en lo que se conoce como pescado bueno; así que el pescado más barato se está vendiendo bastante más que antes».
Es el caso de la sardina, el chanquete, el maire, el salmonete o la llampuga. Éste último es un buen ejemplo de un producto proclive a entrar en la economía de guerra que dibujan los cabezas de familia por ser un pescado muy generoso: «Es muy rica en carne», sostiene Garau, para señalar que en la otra cara de la moneda se sitúa el marisco. «La bajada de la gamba y la langosta es espectacular; ya están a 10 euros el kilo». Prácticamente un 50% menos que en 2008.
Según Garau, entra dentro de lo normal que los precios de las distintas especies oscilen entre unos periodos determinados. Lo importante, recalca, es que las cifras de capturas registradas en el pasado año indican que los recursos de las aguas baleares continúan en buen estado.
Así, las capturas de la flota pesquera de Baleares ascendieron a 3.501.647,90 kilos en 2010, lo que supone un repunte del 5,70% respecto a 2009 (3.312.000 kilos). Por otra parte, el valor en el mercado de este pescado ascendió a 20.613.966 euros, prácticamente lo mismo que el año anterior, con una bajada de tan sólo un 0,06% (20.700.000 euros).
Por lo que respecta a las cifras de la isla de Mallorca, el peso de las capturas fue de 2.614.731,62 kilos (un 4,82% más que en 2009) y su valor en el mercado subió a 13.865.874,09 euros (un 1,87% menos). Las ligeras diferencias entre las cifras mallorquinas con respecto a las de Menorca y las Pitïuses –prácticamente reducidas al precio de mercado, el cual es un poco superior en éstas– obedece a la «mayor cultura de consumo» de pescado en estas últimas islas.
Si comparamos las cifras globales con las de 2008, la caída del valor de las capturas llega al 7,6%. Un porcentaje tal vez preocupante para un sector que ha estado especialmente hostigado con las subida de precio del combustible pero que confía con salir a flote a medio plazo. «Hoy día es difícil que las embarcaciones vivan sólo de las capturas», afirma Garau para añadir que «sabemos que nos quedan dos años de pasarlo mal pero somos conscientes de que saldremos de ésta porque el nuestro es un producto de calidad que la gente siempre va a estar dispuesta a seguir consumiendo».
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