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lunes, 7 de febrero de 2011

Malasaña 'legaliza' el graffiti





El barrio de Malasaña se ha convertido este domingo en la meca del graffiti de la capital. Un centenar de comerciantes dejó en manos de otro centenar de artistas las persianas de sus negocios. Cada cierre fue un lienzo y la iniciativa, un éxito. Y de nuevo el debate sobre el arte urbano en Madrid.

La idea de convertir un barrio entero en un taller de pintura nació en Barcelona bajo la batuta de Persianes Lliures. Este colectivo coordinó hace unos meses una acción idéntica en la Ciudad Condal cuya influencia enfureció a los responsables municipales que reaccionaron multando además de al graffitero al comerciante permisivo.

Las sanciones frenaron la defensa de "un espacio para que todos puedan pintar en la ciudad" y los organizadores han encontrado en Madrid, gracias a la colaboración del periódico local Somos Malasaña y de la Asociación de Vecinos ACIBU, un lugar donde continuar con su reivindicación.

Aquí, de momento, no habrá consecuencias. Por la mañana, la Policía Municipal pasaba de largo ante las decenas de jóvenes, y no tan jóvenes, que agitaban los sprays frente a los comercios tradicionales del barrio. El Ayuntamiento, que multa con hasta 6.000 euros a los que pintan patrimonio público, sólo protege y mantiene las fachadas; los cierres se consideran "propiedad privada", explica una portavoz de la concejalía de Medio Ambiente que no confirma si puede haber, aún así, alguna norma con la que pueda prohibirse.

El maratón de graffiti comenzó a las 10.00 de este domingo. Con una lista de los comercios y otra de los artistas, los organizadores iban repartiendo los lienzos de metal. Entre los graffiteros se encontraba un grupo profesional que había viajado desde Londres para dejar aquí su huella, una italiana con dotes para el dibujo pero que acababa de descubrir por su novio la adrenalina de pintar en la calle, varios románticos estudiantes de Bellas Artes, alevines de la firma urbana y pintores que viven de redecorar fachadas con spray y que cuando terminen su obra la tacharán con una enorme equis negra... "Porque ¿qué diría el pescadero si se empieza a regalar el pescado?".

'Hemos venido a pasar el rato'

Tres de los cierres más visibles situados en la plaza del Dos de Mayo fueron a parar a las manos de Fernando y sus compañeros de clase de la facultad de Bellas Artes. Su ambición ante la persiana de una tienda de ropa distaba mucho de la de sus colegas graffiteros. "Nosotros hemos venido a pasar el rato. A pintar y a estar a gusto", explicaba mientras dibuja una enorme rana (diseño original de un papel que se acababa de encontrar en el suelo).

LER, un madrileño que inició su carrera en el 93, "robando sprays en el Alcampo", disfruta repasando el negro de dos cabezas que ha diseñado para el bar de la esquina, pero advierte que esto está muy lejos de ser un evento de graffiti. "No hay un nivel estandarizado, no hay un patrocinador, no hay público especializado... Esto es un evento artístico, porque el graffiti es otra cosa". LER no se queda solo en su reivindicación del espíritu del graffiti. DEUS, afincado en Londres e integrante de una popular plataforma de artistas llamada Subism, también advierte: "El graffiti es ilegal y cuando lo legalizas es trabajo. Esto que estamos haciendo es arte urbano, nada que ver con el graffiti".

El debate de qué es y no graffiti, la advertencia de que su esencia reside en su ilegalidad y de que todos ellos han comenzado haciendo "ruido", para justificar las firmas que invaden las fachadas del barrio, ha recorrido las calles de Malasaña. Hasta llegar a una en la que una pareja de jóvenes terminaba el que, probablemente, era el graffiti más espectacular de todos: una joven hiperrealista mostrando su dedo anular.

"Cuando acabemos voy a coger un spray negro y lo voy a tachar", explicaba el joven encapuchado. "Participo en esto, pero me parece fatal que lo hayan organizado. Yo vivo de los encargos de los comerciantes para que pinte sus fachadas. Ofrecerlo gratis es como regalar el pescado".

Otros como Jorge, que con 20 años hizo su primera pintada en la pared del colegio, "con el permiso del director", simplemente disfruta de una persiana para él solo en la que estampar su firma: TOES (dedos de los pies, en inglés). "El graffiti no es para los museos, tiene que estar en la calle. Podrás hacer trabajos con la técnica del spray, pero ya no será graffiti".

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