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domingo, 23 de enero de 2011

Los secretos de la anestesia


Miles de personas en todo el mundo entran al día en un quirófano para someterse a algún tipo de cirugía. La anestesia les permite ser operados sin dolor, aunque algunos de los mecanismos neurobiológicos que permiten dormir y volver a despertar al cerebro sin riesgos siguen siendo un misterio. Una revisión en la revista 'The New England Journal of Medicine' repasa los últimos hallazgos sobre esta cuestión.

Emery Brown y su equipo, del departamento de Anestesia del Hospital General de Massachusetts (EEUU), uno de los centros médicos más importantes del mundo, repasan los últimos avances en la ciencia del sueño y la neurociencia para tratar de desvelar nuevas claves sobre la anestesia general.

De hecho, comparan los patrones de actividad eléctrica que se producen en nuestro cerebro bajo anestesia, durante el sueño o en estado de coma y aseguran que la anestesia general se parece más (cerebralmente hablando) al coma que a un sueño profundo como a menudo se imagina. "Hasta ahora, los anestesistas eran reacios a hacer la comparación con el coma por que se consideraba un término demasiado duro, pero es que realmente tiene que ser algo tan profundo, ¿cómo sino íbamos a poder operar a alguien?", se pregunta Brown.

En su revisión, Brown y sus colegas también analizan cómo actúan ciertos fármacos anestésicos para lograr el estado de inconsciencia, amnesia, falta de percepción del dolor e inmovilidad que caracteriza a la anestesia general. "Es una revisión muy bien hecha que demuestra que cada vez conocemos mejor las bases bioquímicas y los receptores sobre los que actúa la anestesia", explica a ELMUNDO.es el doctor Fernando Gilsanz, jefe del servicio de Anestesia del Hospital La Paz de Madrid.

Por ejemplo, es curioso que la ketamina, cuyo mecanismo en realidad provoca una excitación de las neuronas, se emplee para 'dormir' al paciente en la mesa de operación. Aunque como explican en su artículo, lo que ocurre es que la ketamina provica en realidad un exceso de actividad que provoca un efecto similar a un envío caótico y desorganizado de información y datos en un ordenador que acaba colapsando el sistema.

Y es que, como critican con sutileza a sus colegas, "muchos anestesistas saben cómo inducir y mantener a sus pacientes en el estado necesario para operarles, pero no están familiarizados con los mecanismos neuronales básicos que les permiten llevar a cabo su trabajo". Y añaden, el hecho de que la anestesia lleve al cerebro a un estado tan profundo como el coma podría explicar, por ejemplo, por qué algunos pacientes tardan horas en despertar de una intervención, o por qué los pacientes más ancianos pueden tener algunas secuelas cognitivas que persitan durante meses.

En resumen, "comprendiendo mejor los estados del sueño y el coma pueden llevar a nuevos modos de antesia basados en otras formas de alterar el nivel de conciencia, y aportar la analgesia y la relajación muscular necesarias".

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