
Ayer iRobot lanzó dos nuevos modelos. Están bastante alejados de estos precios, la verdad, pero son también dos ejemplos de lo avanzados que pueden llegar a ser estos productos. La nueva serie 700 de Roomba, por ejemplo, es capaz de detectar la cantidad de polvo en el suelo y pasar más tiempo limpiando un área concreta si está muy sucia. Como algunos de sus antecesores es capaz de volver a su base de recarga de forma autónoma cuando detecta un nivel de batería bajo. Scooba 230 es su otra nueva propuesta. Se encarga de fregar los suelos de casa, solo que ahora con un tamaño más compacto y pensado para pequeñas habitaciones como el baño o la cocina.
A estas alturas, y siendo autor de un blog de “gadgets”, yo debería predicar con el ejemplo y tener uno danzando por los suelos de mi casa. Mi apartamento es pequeño y no tiene muchos muebles, es perfecto para este tipo de productos. Sin embargo sigo limpiando con una aspiradora que deja sordos a los vecinos del otro lado de la calle –lo crea o no tengo que usar auriculares con cancelación de ruido para limpiar mi casa-. Cuando pregunto a quienes tienen un Roomba o bichos similares me encuentro con un panorama muy diverso. Hay quienes están encantados y solo lamentan que el robot no les planche también la ropa y quienes lo tienen castigado en un armario porque creen que ellos hacen un trabajo mejor y en menos tiempo. Yo, que soy un hombre sencillo, solo quiero sentarme en el sofá leyendo el periódico mientras mi casa se limpia sola. ¿Es tanto pedir?. Puede que 2011 sea el año. Veremos.
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