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miércoles, 19 de enero de 2011

Diamantes, un arma contra los bosquimanos


Los pocos bosquimanos que aún viven dentro de la Reserva del Kalahari, en Botsuana, han visto como se cumplían sus peores presagios: el Gobierno de su país ha decidido dar luz verde a una gran mina de diamantes dentro de su territorio, un proyecto que llevaba años siendo objeto de numerosas denuncias internacionales.

El anuncio lo ha hecho la empresa británica Gem Diamonds, que en breve pondrá en marcha la mina cerca de la comunidad bosquimana de Gope, un asentamiento donde viven decenas de bosquimanos, al sureste de la reserva, en una zona muy aislada. Gem Diamonds heredó la posible concesión de la mina de la sudafricana De Beers, responsable del eslogan: "Un diamante es para siempre".

Pero lo que parece perdida para siempre es la lucha de los bosquimanos por su tierra, de la que la mayoría fueron desalojados para conseguir la protección de la reserva: el Gobierno de Ian Khama les acusa de matar animales salvajes, lo que hacen para alimentarse desde hace milenios.

La organización Survival International denuncia que en el proceso de aprobación de la nueva mina, y pese a lo que alegan la compañía y el Gobierno, los bosquimanos no han sido informados por fuentes independientes sobre las consecuencias de la mina en sus vidas.

Raquel García, de esta ONG, que visitó la zona hace unos meses asegura el impacto "será brutal, porque la mina necesitará de carreteras e infraestructuras y ocupará mucho espacio". "Es irónico que a los bosquimanos les expulsaran en 2002 y les impidan cazar o acceder al agua, y luego autoricen esta barbaridad", ha declarado a AUGIRONA.

De hecho, desde ese año tanto Survival como las organizaciones de bosquimanos han mantenido que estos últimos fueron expulsados para dejar paso a la minería de diamantes, algo que siempre negó el Gobierno. Apuntaban que el de Gope no era un yacimiento rentable.

Sin embargo, ahora que el precio de los diamantes ha subido, la situación ha cambiado. De hecho, la mina se valora en 3.300 millones de dólares, según la web de Gem Diamonds. Es más, reconoce que la inversión no será muy grande y aseguran que los informes de impacto ambiental indican que éste será mínimo.

Pero el pueblo que siempre ha vivido en este desierto no comparte estas conclusiones y solo quiere volver a su territorio. De hecho, ayer mismo se celebró una vista de la apelación que han hecho para que les dejen beber de un pozo de agua dentro de la reserva, después que que perdieran el juicio el pasado mes de octubre.

Respuesta a la demanda

En declaraciones recogidas por Survival, un bosquimano declaraba: "¿Por qué tiene el Gobierno que decidir conceder la licencia hoy, mientras se decide nuestra apelación por el agua? Parece que ésta es su respuesta a nuestro caso [judicial]. Nos están diciendo que, incluso si ganamos nuestro caso y conseguimos agua, la mina de diamantes seguirá adelante".

"Es la prueba final de que el argumento del Gobierno de que no quieren que vivamos en la Reserva de Caza del Kalahari Central para proteger la vida salvaje es una mentira. ¿Quién cree que dañará a los animales? ¿La gente que ha vivido aquí desde hace miles de años, o una mina valorada en 3.300 millones de dólares con carreteras, tendido eléctrico, miles de toneladas de desechos y cientos de personas yendo y viniendo?", señalaba el bosquimano.

Según el director de Survival International, Stephen Corry: "Si no fuera algo tan trágico, la pretensión de Gem Diamonds de que los bosquimanos han dado su consentimiento a la mina daría risa. ¿Cómo podrían las personas a las que se les niega el agua para obligarlas a irse de la reserva estar en posición de dar su consentimiento libre e informado? Especialmente cuando nadie aparte de Gem Diamonds y el Gobierno les ha dicho qué impacto tendrá esta enorme mina sobre ellos. Survival mantuvo durante años que el Gobierno quería abrir la reserva a la minería de diamantes. Éste lo negó. Pero desgraciadamente se ha demostrado que teníamos razón".

En la actualidad, viven unos 300 bosquimanos dentro de la Reserva. Muchos entran y salen en función del curso escolar, dado que la educación es obligatoria.

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