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martes, 7 de diciembre de 2010

Nuevas pistas sobre el 'escondite' de la tuberculosis

Nada menos que un tercio de la población mundial está infectada con el 'Mycobacterium tuberculosis', el bacilo causante de la tuberculosis. En la mayoría de los casos, el propio sistema inmune del paciente es capaz de mantener a raya al agresor, dejando prácticamente asintomático al portador. Cuando este equilibrio se rompe (por ejemplo, porque el paciente está inmunodeprimido), el bacilo es capaz de establecer una infección persistente y propagarse a otros individuos. Un nuevo estudio arroja claves para comprender cómo es capaz de evadirse el bacilo de la acción inmunitaria.

Los resultados, que se acaban de publicar en la revista 'Proceedings of the National Academy of Sciences', proceden de una investigación realizada investigadores indios y estadounidenses, encabezados por Gobardhan Das, y que podría poner freno a los dos millones de muertes anuales por esta infección.

Tal y como observaron en sus experimentos de laboratorio, la bacteria es capaz de 'inactivar' a los linfocitos T (células defensivas del organismo) mediante una especie de 'truco'. Como observaron en el tejido de varios ratones, 'Mycobacterium tuberculosis' se encarga de atraer hasta su ubicación en los pulmones un batallón de células mesenquimales (un tipo que normalmente se encuentra en la médula ósea). De esta manera, estas células constituyen una especie de barrera defensiva que protege al bacilo de la acción de los linfocitos.

De hecho, explican, las células mesenquimales (que tienen características de células madre pluripotenciales) son capaces de generar un aluvión de moléculas inmunosupresoras (incluso óxido nítrico) que no sólo 'desactivan' a las células inmunes, sino que facilitan la multiplicación de la tuberculosis.

Dada la importancia en cifras que ha adquirido la tuberculosis en todo el mundo y la creciente aparición de cepas resistentes a los antibióticos existentes, los investigadores consideran que no es arriesgado pensar que las células mesenquimales puedan convertirse en el futuro en una posible diana para nuevos tratamientos.

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