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miércoles, 22 de diciembre de 2010

EXCLUSIVO-GLOBAL/WIKILEAKS Última voluntad: que se acabe la guerra

Tatiana Martínez Hernández (Prensa Latina)*

Richard Holbrooke, representante del presidente Barack Obama para Afganistán y Pakistán, antes de partir del reino de este mundo pidió parar la guerra contra los talibanes. ¿Un análisis objetivo o llegar en paz al cielo?
Para un diplomático de carrera como Holbrooke, personaje clave en las intervenciones militares de Estados Unidos y la OTAN en Yugoslavia y Afganistán, esta revelación pudiera ser un mea culpa colectivo.
El fallecido ex Secretario de Estado Adjunto deja inconclusa la paz en el país del sureste asiático y partió de este mundo contrariado por una extenuada guerra de casi 10 años y la situación de los soldados norteamericanos en la zona.
Holbrooke era bien recibido en Paquistán, país aliado de Washington, de donde parten los aviones no tripulados (drones, Predator), armas letales de última generación que contradicen toda norma del Derecho Internacional Humanitario.
El presidente afgano, Hamid Karzai, tenía fricciones con el ex diplomático por su estilo de imposición y el clímax antinorteamericano en su país ante las miles de víctimas civiles, catalogadas como “daños colaterales de los drones”, según el gobierno estadounidense.
Los talibanes, en tanto, consideraron que la muerte de Holbrooke permitirá a Estados Unidos darle una vuelta a su estrategia y evitar una derrota humillante retirándose rápidamente de Afganistán.
Las bombas por aire y tierra no han podido aplacar la resistencia de los talibanes (estudiantes en musulmán), movimiento integrista islámico de Afganistán, surgido de una facción de la guerrilla muyahidín.
Este grupo armado, apoyado militarmente por Estados Unidos, fue el que más resistencia opuso a las tropas de la antigua URSS en el conflicto Kabul-Moscú en la década de los años 80.
Hecho en el que también estuvo involucrado Osama bin Laden, quien recibió asesoramiento militar de Washington, líder de la red Al Qaeda, hoy acusado de terrorista y, quien, según los medios de prensa occidentales, asumió la autoría de los atentados del 11 de septiembre de 2001, en Nueva York.
Estos sucesos y los ataques contra las embajadas estadounidenses en Tanzania y Kenya, a fines de los 90, lo convirtieron en el hombre más buscado del mundo, aún sin encontrarse su paradero.
Otra vez se cumple el refrán de “cría cuervos y te sacarán los ojos”, coinciden analistas.
Bajo el pretexto de la lucha contra el terrorismo, y encontrar a Osama en suelo afgano, Estados Unidos y sus aliados lo invadieron en octubre de 2001 y destruyeron una de las culturas más antiguas, dejando en ruinas un país, ya devastado antes por una guerra civil.
Más de dos mil 400 civiles murieron en el país de enero a septiembre y casi 700 soldados internacionales perdieron la vida en lo que va de 2010, el año más sangriento desde la expulsión de los talibanes en 2001, según cifras publicadas.
Luego del revuelo mediático lanzado por Wikileaks, el presidente Obama llegó en un viaje sorpresa a Afganistán para confirmar que ahora la fecha de traspaso de poderes será diciembre de 2014 y no julio de 2011.
Pero no es solo Afganistán. Ante tantos frentes abiertos en cualquier confín del mundo, Estados Unidos continúa azuzando guerras y ya es difícil encontrar un pretexto creíble para los espectadores de muertes y cañonazos, de uno y otro bando.
En las últimas revelaciones de Wikileaks, relacionadas con los conflictos bélicos en Kabul e Iraq, ha quedado demostrada la manipulación de la Casa Blanca para generar en la opinión pública “la necesidad de la guerras”.
"Wikileaks ha revelado algunas verdades duras sobre las guerras de Iraq y Afganistán, expresó su fundador, Julian Assange, en un artículo antes de ser encarcelado en Londres.
"Hay gente que dice que me opongo a la guerra. Para que se sepa, no es así. Algunas veces las naciones tienen que ir a la guerra, y hay guerras justas", considera.
"Pero no hay nada peor -continúa- que un gobierno que miente a su pueblo sobre esas guerras y luego pide a esos mismos ciudadanos que pongan en juego sus vidas y sus impuestos por esas mentiras”.
Hoy en el mundo se sostienen alrededor de 20 conflictos armados, además de otras serias tensiones para detonar la guerra. En cada uno de estos, Estados Unidos está presente de una u otra manera.
Los sucesos recientes en la península coreana atizan el fuego que presagian el estallido de un viejo conflicto, con imprevisibles consecuencias para la región y el mundo.
Para el analista norcoreano Kim Myong Chol una reanudación de las hostilidades significaría una guerra inmediata entre dos potencias nucleares: Corea del Norte y Estados Unidos.
En un artículo publicado en el sitio alternativo Rebelión, este experto afirma que Washington mantiene una guarnición con armas nucleares y unos 20 mil soldados con una amplia red de bases militares en toda Corea del Sur.
El destape de Wikileaks también pone el dedo sobre la llaga de Irán y su desarrollo nuclear, que Teherán asegura realizar con fines pacíficos.
Las notas de las embajadas de varios gobiernos árabes hacen un llamado a que Estados Unidos intervenga en Irán y evite el alcance de la bomba atómica por el país persa.
En dichas correspondencias se destaca un cable del rey Abdalá bin Abdelaziz al-Saud de Arabia Saudita, quién aconsejó a los estadounidenses "cortarle el cuello a la serpiente" y advirtió que "si Irán lograra desarrollar armas nucleares, todo el mundo hará lo mismo en la región".
Otro de los secretos publicados reveló que el rey Hamad ben Isa al Jalifa de Bahréin aseguró al general estadounidense David Petraeus que resultaría más arriesgado dejar a Irán desarrollar su programa nuclear que llevar a cabo una intervención militar.
Un modo muy peculiar de las diferentes administraciones de Estados Unidos para preparar a la opinión pública nacional e internacional acerca de la necesidad de las guerras y del papel de Washington como salvador del mundo, destacan analistas sobre el tema.
Otros conflictos en África y América Latina alargan la lista de países calificados por la Casa Blanca dentro del llamado eje del mal.
¿Tantos frentes, miles de víctimas inocentes, y también de soldados norteamericanos, bastarían para que más políticos como Holbrooke aparecieran arrepintiéndose al final de sus vidas? ¿Un mea culpa dentendrá las guerras?
*Redacción de Temas Globales

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