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miércoles, 17 de noviembre de 2010

Un cura 'cuela' sus copias en museos de EEUU por la satisfacción de engañar a los expertos.

Los responsables de los museos del mundo han sido advertidos de un misterioso falsificador de cuadros que se hace pasar por jesuita y ha logrado engañar ya a varias instituciones estadounidenses, informó hoy el diario británico 'The Guardian'.

A diferencia de otros falsificadores, el supuesto sacerdote no pide dinero por sus falsos 'picassos', 'signacs' o 'daumiers'. La única recompensa que persigue, al parecer, es la satisfacción de engañar a los expertos de esos museos con sus falsificaciones.

El falsario se presenta en los museos y dice que quiere donar una obra de arte en memoria de su madre tras explicar que, como sacerdote, no puede quedarse con esa pieza.

'The Guardian' afirma haber visto un informe inédito de Matthew Leininger, director del Cincinnati Art Museum, de EEUU, según el cual el falsificador paga sus viajes y los hoteles donde pernocta, pero es invitado a comer y beber por las instituciones visitadas.

Habitualmente dice que tiene problemas cardiacos y que volverá a hacer nuevas donaciones en cuanto se recupere de una supuesta intervención quirúrgica a la que va a someterse.

Frustrado

Una teoría que circula sobre el falsificador es que, al igual que ocurre con muchos de ellos, está frustrado por la falta de reconocimiento de sus propias obras, las firmadas con su nombre.

Sus falsificaciones son al parecer tan perfectas que resultan difíciles de detectar, y su supuesta autenticidad la documenta él además con falsos documentos, algunos relativos a subastas.

Leininger dice haberse topado por primera vez con el falsificador, que se presenta a veces como el padre Arthur Scott o como Mark A Landis, cuando trabajaba en el museo de Oklahoma. El falso sacerdote ofreció a ese museo un paisaje con barcos pintado a la acuarela y firmado por Paul Signac, que algún tiempo después se demostró era falso.

Lo mismo ocurrió con otro Signac ofrecido al Memphis Brooks Museum of Aat, que resultó estar copiado de un cuadro de ese pintor neoimpresionista francés que se conserva en el Hermitage, de San Petersburgo.

Últimamente el falsificador donó una obra al Hilliard Art Museum de la universidad de Luisiana (EEUU), que atribuyó al impresionista estadounidense Charles Courtney Curran, pero que resultó también falso.

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