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lunes, 15 de noviembre de 2010

El cangrejo americano, un invasor con alguna virtud


La introducción de especies extrañas en un ecosistema distinto al suyo es uno de las principales causas de pérdida de biodiversidad en el mundo actualmente, según señalan los biólogos. Y debido a la globalización, el hombre está llevando a cabo, queriendo o sin querer, muchos de estos 'experimentos naturales'.

El resultado de estas traslocaciones es impredecible, pero suele saldarse de forma negativa para la estabilidad de los hábitats que acogen a los nuevos especímenes. Con frecuencia, cuando éstos logran asentarse, carecen de enemigos naturales o muestran una mejor capacidad de competir por los recursos, por lo que desplazan a las otras especies y proliferan llegando a considerarse una plaga. Es lo que se conoce como una invasión biológica.

Un reciente estudio realizado por el CSIC acaba de mostrar hasta qué punto resulta complejo el asunto de las especies invasoras. Una investigación sobre el efecto que la introducción del cangrejo americano de agua dulce ha causado en la cuenca baja del Guadalquivir desde los años 70 muestra que ha tenido un resultado paradójico. Por una parte, su presencia ha beneficiado a cierto tipo de aves, que se han acostumbrado a capturarlo y ahora encuentran un inesperado recurso alimenticio extra. Estas aves, han aumentado en número gracias a ello.

Pero al mismo tiempo, la voracidad del cangrejo ha causado disturbios en el ecosistema. Ha afectado a otras especies de vertebrados que se alimentan de los mismos recursos que él. El ecosistema está perturbado. Y se ha hecho más simple. Ahora, la mayor parte de la energía del ecosistema se acumula en forma de biomasa de cangrejo . Y este flujo continúa hacia arriba alimentado a las aves que se alimentan del cangrejo. De forma resumida, el ecosistema empieza a parecerse a una ecuación muy sencilla: comida para el cangrejo-cangrejo-ave cangrejera, cuando antes la red de relaciones alimenticias y energéticas de ecosistema era una trama mucho más compleja y rica en actores.

Estudio en el Guadalquivir

El trabajo ha sido llevado a cabo por José L. Tella, José A. Sánchez‐Zapata y Fernando Hiraldo, de la Estación Biológica de Doñana, del CSIC, y publicado en la revista 'Conservation Biology'

Según explica el CSIC en una nota de prensa, el cangrejo de río americano ('Procambarus clarkii') es una especie endémica del golfo de México que fue introducida en el Guadalquivir cuando algunos ejemplares se escaparon de unas instalaciones de acuicultura en 1973.

Desde entonces, el 60% de los depredadores del ecosistema han incluido a este cangrejo de río americano en su dieta. Según la investigación realizada en la Estación Biológica de Doñana, cuanto mayor es el consumo de cangrejo por parte de una especie, mayor ha sido el aumento de su población a lo largo de los años.

En el caso de las aves que hibernan en la zona, la población total de depredadoras se ha multiplicado tres veces. Mientras, las herbívoras “que no se alimentan de cangrejo” han permanecido prácticamente estables durante los últimos 30 años”, explica uno de los autores de la investigación, José Luis Tella, en la nota de prensa elaborada por el CSIC para difundir el trabajo.

El aumento de la población de estos depredadores también ha sido superior en el entorno de las marismas que en el resto de Europa. El clarkii ha colonizado esta área desde su introducción en 1973. No obstante, la especie tardó 10 años en alcanzar un nivel de población significativo. Fue entonces, alrededor de 1983, cuando las comunidades depredadoras empezaron a consumirlo de forma habitual.

Actualmente, unas 20 especies basan más del 50% de su alimentación en el cangrejo de río. La generalización del consumo de 'Procambarus clarkii' por parte de los depredadores de las marismas se debe a que actualmente es el invertebrado de mayor tamaño de la zona, con un peso superior a los 20 gramos por individuo. Además, la caza del cangrejo se intensifica en otoño e invierno debido a la falta de otras presas alternativas durante esta época.

Efecto neto negativo

El cangrejo de río americano se introdujo en el entorno de las marismas del Guadalquivir cuando algunos ejemplares juveniles escaparon del control del hombre. A pesar de sus efectos positivos demostrados sobre algunas especies, Tella sostiene que “su efecto neto sobre el ecosistema es seguramente negativo” debido a la alteración de la cadena trófica [alimenticia].

Según la investigación, este cangrejo ha modificado el flujo de energía en el ecosistema de las marismas. Esta especie compite por el alimento con los herbívoros y con otros carnívoros primarios. Por lo tanto, el aumento de su población provoca que la energía absorbida sea transmitida directamente a los depredadores que se alimentan de él, “lo que desestabiliza la cadena trófica y la vuelve menos compleja”, explica el investigador del CSIC.

“La población de depredadores se ha triplicado por encima de lo deseado”, agrega. Para evitar la pérdida de otras especies, Tella sugiere la creación de algún plan de gestión sobre la población del cangrejo americano, ya que su erradicación es “virtualmente imposible”, asegura.

Esto es debido al elevado volumen de cangrejos que habitan en las marismas, del cual se recogen toneladas para el comercio cada año. Además, su eliminación de forma brusca supondría un colapso para las especies que actualmente se alimentan de él.

Según Tella, “el cangrejo americano es un gran ejemplo sobre los riesgos que conlleva introducir una especie invasora en otro ecosistema y todavía hace falta mucha investigación para averiguar cuáles van a ser sus efectos sobre el entorno a largo plazo”

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