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miércoles, 6 de octubre de 2010

Los radares sí reducen la mortalidad en carretera


De la sospecha fundada a la confirmación. Los radares de velocidad, aunque 'disgusten' a los conductores y tengan un objetivo sancionador, sí contribuyen a disminuir el número de accidentes en las carreteras. En consecuencia, también disminuyen el número de traumatismos y muertes que se derivan de ellos, tal y como acaba de constatar un nuevo trabajo realizado por 'The Chochrane Colaboration', la prestigiosa institución sin animo de lucro que realiza revisiones de estudios de salud de forma sistemática.

Cecilia Wilson, de la Universidad de Queensland (Australia) y autora principal del ensayo, da así la razón a un grupo de investigadores españoles que recientemente han publicado un ensayo sobre los efectos de estas cámaras en la ciudad de Barcelona y cuyo estudio también ha entrado a formar parte de la revisión.

"Los radares instalados en zonas urbanas son eficaces a la hora de reducir las colisiones y, por tanto, el número de personas lesionadas y de vehículos involucrados", comentan los investigadores españoles, dirigidos por Catherine Pérez (de la Agencia de Salud Pública y de Barcelona) en 'American Journal of Public of Health'.

Precisamente esta experta reconoce a ELMUNDO.es que "todos los estudios revisados por la Chochrane recogen resultados similares respecto a la eficacia de estos dispositivos para reducir las lesiones en carretera, pese a que se han elaborado con distinta metodología. Y lo más importante: determinan como están contribuyendo al cambio cultural de conducir más despacio".

Dentro de 10 años, y según estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), los accidentes de tráfico dejarán de ocupar el puesto noveno en el ranking mundial de las enfermedades con más carga de discapacidad para escalar hasta el tercer puesto de la lista. "La prevención de lesiones por colisión de tráfico es un tema de salud pública de importancia mundial. Las medidas destinadas a reducir la velocidad del tráfico se consideran esenciales para evitarlos y el uso de radares es una de ellas", comentan los autores en su nuevo ensayo.

Cada año, en todo el mundo, casi 1,2 millones de personas mueren y entre 20 y 50 millones de personas sufren heridas o discapacidad por culpa de los incidentes sobre el asfalto. Ellos son, además, la principal causa de mortalidad entre los menores de 44 años, superada tan sólo por el sida. Los científicos revisaron un total de 35 estudios llevados a cabo entre 1984 y 2009 en distintos países: EEUU, Dinamarca, Alemania, Hong Kong, Nueva Zelanda, Noruega Canadá, Finlandia, Reino Unido y Australia. En todos ellos se evaluó la reducción de la velocidad tras la instalación de los radares. "La mayoría de los ensayos constató una disminución de la misma de entre un 10% y un 35%". Asimismo, los autores destacan que "28 trabajos indagaron en los efectos de estos dispositivos en los accidentes. Todos encontraron una disminución de colisiones en las zonas cercanas a los radares de entre el 8% a 49%. Además, los accidentes con resultado de lesiones se redujeron entre un 8% y un 50%; mientras que este porcentaje fue de un 11% al 44% para los que causaron lesionados graves o muertos".

En cuanto al número de siniestros de toda la zona (no sólo la próxima a los dispositivos), la mayoría de los trabajos establece reducciones de incidentes de entre el 9% y el 35%.

Los científicos austriacos apuntan que su revisión "sistemática ratifica los beneficios de los radares de velocidad fijos o móviles, mostrando una reducción constante en la velocidad media de los vehículos, así como en el número de siniestros con un efecto mayor de los esperado en las proximidades de las zonas donde están colocadas".

Comportamientos al volante

Reconocen, no obstante, que la tendencia habitual de los conductores es frenar "cuando se va a pasar por delante de un radar, para posteriormente superar los límites de velocidad cuando se está fuera de su alcance. Este comportamiento está implicado en algunos incidentes de tráfico".

Para ellos, "los radares nuevos que miden la velocidad media de los vehículos en tramos de carretera (gracias a dos cámaras situadas a distancia que ayudan a establecer el tiempo que se tarda en recorrer la distancia que las separa) podrían ser una solución a este problema, ya que parece una medida razonable que puede tener un impacto sostenido y positivo en el comportamiento de los conductores y tal vez cambiar la cultura del exceso de velocidad por espacio de tiempo más prolongados".

Catherine Pérez apoya la "posible utilidad de este sistema como de otros que pueden contribuir a reducir la velocidad al volante. Uno de ellos es las zonas 30 en ciudades, que implica que no se puede ir a más de esa velocidad, y que ya están distribuidas por la geografía española. Tiene un impacto muy importante en las lesiones de los peatones por atropellamiento. Asimismo, los fotorojos o videocámaras de los semáforos, aunque tienen la finalidad de detectar infractores, podrían ser útiles también para evitar incidentes con peatones". Añade, no obstante, que todas estas medidas "deben ser evaluadas en estudios para constatar realmente su eficacia". Reconoce que "la sanción sigue siendo el elemento más persuasivo para los conductores, aunque existen otras fórmulas eficaces como la de diseñar espacios públicos y mejorar las infraestructuras de tal forma que conductores, viandantes y ciclistas convivan con el menor riesgo de incidentes".

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