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miércoles, 14 de julio de 2010

No importó el frío ni el martes 13

Alguien tenía que decirlo de una buena vez y para siempre. Y por fin se le ocurrió a uno de los cientos de miles de uruguayos que ayer tapizaron con su presencia el paso de la caravana que acompañó a la celeste, y lo escribió en un cartel: "Uruguay, el país con más gloria per cápita".

Fueron 28 kilómetros recorridos en 5 horas. A marcha camión; a un promedio de casi 6 kilómetros por hora, la caravana que a cada esquina iba sumando gente y que se hizo interminable, partió del complejo deportivo de la Asociación Uruguaya de Fútbol a las 11.30 horas y llegó al Palacio Legislativo ­destino final y oficial del celeste recibimiento­ a las 16.30, previo desvío obligado de su ruta original al llegar a la avenida del Libertador.

"¡Por fin un festejo en colores!" comentó alguien que como muchos sólo tenían en sus retinas aquella caravana en blanco y negro por la rambla que preservan viejas cintas de video y que reconocían a los inmortales campeones del maracanazo de 1950; con camioncito de los funcionarios del Sodre incluido.

Han pasado siglos desde que una multitud se agolpara en la rambla montevideana a recibir y festejar. Los antecedentes más cercanos de esto fueron cuando los hijos de los uruguayos exiliados visitaron el país de sus padres expulsados por la dictadura o cuando Alfredo Zitarrosa retornó definitivamente al país también de su obligada ausencia.

Y el celeste festejo se debió posponer un día entero. Los siempre imponderables horarios en los vuelos establecieron que la Selección y el cuerpo técnico llegaran al país ya entrada la noche del lunes, día en que todo y todos se habían preparado para el recibimiento. Hasta las tapas de los diarios se habían engalanado para darle el marco al festejo del seleccionado. Por la noche y en el entorno del aeropuerto y en los alrededores del complejo deportivo de la AUF, un puñado de heroicos uruguayos soportaron estoicamente el frío del comienzo de semana, el primero que acercó e hizo sentir este invierno, para poder ver de cerca a los 23 orientales que se metieron en lo mejor de la historia deportiva. Y lo lograron. Hasta pudieron compartir con Diego Pérez y Sebastián Abreu una candombeada en los salones de la terminal aérea.

Ayer, con la esperanza de que por lo menos no lloviera, miles de uruguayos se agolparon a lo largo de la ruta que recorrió la Selección sin que importara el viento punzante y el frío calador. ¿Cuánta gente participó? Imposible llegar a una cifra medianamente seria. ¿Cuántos lo siguieron por radio, televisión o Internet? Y, habría que multiplicar por mil, aquella cifra incalculable.

La verdad es que la magnitud del recibimiento sorprendió a todos. A los organizadores y a los merecedores del agasajo.

Los 28 kilómetros que separan el complejo deportivo de la AUF del Palacio Legislativo se adornaron como nunca para la ocasión. Carteles, pasacalles, banderas y estandartes que esta vez sí fueron acariciados por el viento pampero que durante todo el día no dejó de soplar y azotar, siguieron a la caravana celeste en todo su trayecto.

El "vamos, que vamos" escrito en el parabrisas del ómnibus que llevaba a la celeste resonó en cada cuadra con el mismo tenor que el "gracias miles" ofrecido al seleccionado y retribuido por éstos al pueblo que los homenajeó.

Hasta hubo alguien que escribió un efímero pero al mismo tiempo indeleble mensaje en las arenas de la playa Malvín. El ­según Lugano­ grito de guerra "soy celeste" se podía ver en los médanos a las orillas del río desde los helicópteros que sobrevolaban la ciudad.

Los balcones de los edificios que ponen la cara al mar por toda la rambla competían entre sí para ver cuál de ellos portaba el más original saludo a los celestes. "Gracias por la vuelta a la dignidad", "3.500.000 de gracias", "no importan las copas, Uruguay toma del pico", "Gracias por ayudarnos a soñar" o "Esto es el comienzo", se intercalaban con mensajes de explícita declaraciones de eterno amor o promesas de momentos de pasión hacia algunas figuras de la Selección.

Un camión cisterna de bomberos, cuatro móviles policiales, ómnibus, motos y ambulancias abrían el paso a la unidad que transportó al seleccionado que, además, debió ser remozado y acondicionado especialmente para los festejos de ayer. El concepto "orgullo celeste" en la luneta trasera y la imagen gigante de Diego Forlán con la boca llena de gol en sus laterales, forman parte del nuevo diseño del ómnibus oficial de la Asociación Uruguaya de Fútbol.

Con las ventanillas permanentemente abiertas e ignorando los 7º centígrados de temperatura, los jugadores saludaban, estrechaban manos y recibían innumerables obsequios de aquellos uruguayos que lograban sortear la férrea custodia policial en torno al ómnibus en movimiento. Ellos, que no dejaban incluso de filmar cada rostro de los miles que los felicitaban y que querían mirarlos a los ojos, con esas cámaras que sabe Dios que baterías de larga duración portaban.

No importó entonces el frío, el viento, la multitud que hacía desaparecer la individualidad, las horas de espera, ni este martes 13 que históricamente presagió mala fortuna y que ahora se demostró su falsedad. Pero por sobre todo, menos importó el cuarto puesto logrado en el Mundial. Los uruguayos quisieron festejar y reconocer la entrega sin condiciones de la escuadra que, en los aún frescos 30 días de alta competencia, logró resumir la historia de aquellos que hace 80 años atrás organizaron y ganaron el primer Mundial de fútbol.

Impacto celeste

Nadie sabe si el que festeja último, como el Uruguay, festeja mejor. Pero sí cabe asegurar que la prensa internacional no escamoteó elogios por el recibimiento que el pueblo celeste le dio ayer a su Selección.

"La celeste armó una fiesta en las calles de Montevideo", tituló el diario argentino "Clarín" mientras que "La Nación" relataba que "una serpiente celeste se extendió por la capital uruguaya en medio de un clima de fervor inédito".

El diario "El Comercio" de Perú tituló "Jugadores uruguayos sorprendidos por apoteósico recibimiento".

"Una multitud ignora los 7ºC para recibir a Uruguay", destaca el diario "O Globo", de Brasil, y hasta la prensa de la campeona España tuvo tiempo y le dedicó una nota a Uruguay que relata que el seleccionado celeste recibió "el calor popular de los uruguayos, ansiosos por agradecerles el cuarto puesto conseguido por el país en el Mundial".

El vespertino paraguayo "Ultima Hora" encabeza una nota con cierto grado de sorpresa y desconcierto, y sino de envidia, al informar sobre el recibimiento de ayer. "Como si fueran los auténticos campeones, Uruguay recibió al equipo Celeste que quedó cuarto en el Mundial de Sudáfrica, pero que logró despertar el orgullo y reverdecer los históricos laureles futbolísticos de esta diminuta nación sudamericana".

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